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                                                                                                                                La justicia pendiente por el secuestro de niños africanos en colonias belgas

                                                                                                                                Se calcula que entre trece y quince mil niños y niñas fueron raptados por las autoridades coloniales durante la ocupación belga.

                                                                                                                                Ricardo Abdahllah / Bélgica

                                                                                                                                Algunos niños fueron enviados a Bélgica; otros fueron desplazados y entregados a orfelinatos.
                                                                                                                                Foto: Archivo: familia Tavares
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO

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                                                                                                                                Foto: Archivo: familia Tavares
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La rivalidad artificial entre hutus y tutsis, dos grupos que comparten la misma lengua y religión, fue una de las herencias de la ocupación colonial belga en los actuales Ruanda, Burundi y República Democrática del Congo (RDC), que se extendió desde 1885, año en el que las potencias europeas se repartieron África en Berlín, hasta 1960, cuando, bajo el liderazgo de Patrice Lumumba, la RDC ganó su independencia.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                A pesar de que la comunidad internacional estaba al tanto, al punto de que el término “crimen contra la humanidad” fue utilizado por primera vez para el caso del Congo belga, los colonos no tenían reparos en fotografiarse con esclavos encadenados o recién mutilados, o posar orgullosos junto a canastas llenas de manos cortadas sin temor a recibir ningún castigo. Al fin y al cabo, 9.000 kilómetros al norte, las riquezas de las colonias garantizaban la prosperidad del país y el proceso de modernización de ciudades como Bruselas, Amberes y Lovaina, lo que le valió a Leopoldo II el apodo de el Rey Constructor.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Para la Iglesia católica, estos menores eran “hijos del pecado”. Para Bélgica, que intentaba preservar el statu quo de sus colonias en medio de los vientos de independencia que soplaban en África, los niños y niñas hijos de padres europeos, que por supuesto existían desde el principio de la colonia, podrían convertirse en un factor de desequilibrio, pues podían imaginar que tenían más derechos que los “nativos”.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                “Acá nos entregaban a familias que decían que querían ser nuestros tutores, que nos hacían el favor de salvarnos de esas familias de africanos primitivos. En realidad, venían a escoger y decían: ‘Quiero esta mulatica, esa mestiza, para que nos ayude con el oficio’”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Mestizos de Bélgica, la fundación que Geogebeur preside, para reapropiarse del término con el que los llamaban despectivamente, calcula que entre trece y quince mil niños y niñas fueron secuestrados por las autoridades coloniales. Aunque algunos, como ella, terminaron siendo enviados a Bélgica, la mayoría fueron desplazados dentro del Congo, o a los países vecinos, y entregados a orfelinatos administrados por comunidades católicas. Léa Tavares Mujinga es una de ellas. Ella lleva un dije dorado de África colgado al cuello y desde la ventana de su apartamento se ve el Atomium, uno de los símbolos de Bruselas, y el bosque que rodea una de las residencias reales de Felipe, actual monarca del país.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Creo que los policías que me llevaron sabían que mi papá estaba de viaje en ese momento y se habría opuesto. Cuando volvió, encontró a mi mamá completamente destrozada. No pude volver a verlo hasta que tuve catorce años” dice. Tavares apenas recuerda el viaje por carretera con otras niñas mestizas hasta el orfelinato de Katende, al otro lado del país, pero tiene muy presente que durante todos los años en el orfelinato siempre extrañaba el olor de su mamá. “No entendía el idioma. Yo no había cumplido tres años y no había leche. La comida era casi siempre arroz cocinado en aceite. A veces té. Tampoco teníamos colchones ni cepillos de dientes. Las monjas que nos cuidaban decían que nos habían aceptado de mala gana y la administración colonial no les daba lo suficiente como para comprarnos comida”, agrega.

                                                                                                                                El tormento de los niños raptados continuó después de la independencia, pues las comunidades religiosas que se ocupaban de los orfelinatos abandonaron el país de un día para otro, sin dejar nada más que comida para un par de semanas. Obligadas a mendigar de pueblo en pueblo para tratar de regresar a sus hogares, varias de las niñas, entre diez y catorce años, fueron violadas en los meses que siguieron. Muchas de ellas jamás volvieron a encontrar a su familia.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Cuando me encuentro con mis compañeras de orfelinato que viven aquí en Bélgica, siempre terminamos llorando. Es cierto que reímos, que nos alegramos de vernos, pero siempre terminamos abrazadas llorando por la familia que nos robaron”, dice Tavares. Sus compañeras son Monique Bintu Bingi, Noëlle Verbeken, Simone Ngalula y Marie-José Loshi. El pasado 8 de diciembre las cinco mujeres perdieron en primera instancia el proceso por el que buscaban que el Estado belga fuera condenado por crímenes de lesa humanidad en el caso del secuestro sistemático de los niños mestizos en las colonias africanas. Su intención es apelar el fallo.

                                                                                                                                Aunque en 2019 Charles Michel, entonces primer ministro, reconoció la responsabilidad de Bélgica y pidió excusas, los abogados del gobierno solicitaron que se considerara que los hechos habían prescrito y que se tuviera en cuenta el contexto de la época colonial. “El contexto de hoy es que las víctimas seguimos vivas. Crecimos con las heridas de no tener una familia, ni una identidad y toda la vida arrastraremos ese dolor”, dice Léa.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                A menos de un kilómetro del Palacio de Justicia, donde se anunció el veredicto, siguiendo por la Avenida del Regente, la estatua de Leopoldo II en la Plaza del Trono, a pesar de haber sido vandalizada en numerosas ocasiones, es una de las pocas del monarca que aún siguen en pie. En el país el parlamento comenzó el pasado 22 de noviembre el debate de un informe de 540 páginas entregado por una comisión de historiadores sobre los excesos de los belgas en África.

                                                                                                                                “Tal vez las cosas están cambiando”, dice Jacqueline. “Nosotras, aún siendo víctimas, crecimos creyendo en la misión civilizadora de los europeos. Ahora entendemos que tenemos derecho a la verdad, a que ya nadie diga que antes los africanos deberíamos agradecer por todo lo bueno que nos dejó la colonización”.

                                                                                                                                👀🌎📄 ¿Ya te enteraste de las últimas noticias en el mundo? Te invitamos a verlas en El Espectador.

                                                                                                                                Por Ricardo Abdahllah / Bélgica

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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