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Los avances de China llevaron a Estados Unidos a sellar una nueva alianza trilateral. El miércoles, el presidente estadounidense, Joe Biden, anunció que ayudará a Australia a adquirir una flota de submarinos de propulsión nuclear con la cooperación de Reino Unido, su otro gran aliado.
¿Por qué?
- La administración Biden tiene los ojos puestos en China. De esta manera, Washington se asegura de contrarrestar la influencia de Beijing en el Pacífico, en especial con el despliegue militar chino en el Mar de China Meridional y su presión sobre Taiwán.
- Este es un paso importante e histórico. Estados Unidos solo ha compartido su tecnología de propulsión nuclear con un país: Reino Unido. Esto fue a través del Acuerdo de Defensa Mutua de 1958, y se considera como la “piedra angular” de las relaciones entre ambas naciones.
¿Y Australia qué consigue?
Lo bueno: según expertos, esto disuadirá gradualmente a China de meterse con Australia. Beijing lo tendrá que pensar dos veces para atravesar el umbral de la guerra en la región, pues pronto los riesgos serán más altos que los posibles escenarios de éxito.
Lo malo: si bien disuade a China, Australia se ve más comprometida con una acción militar estadounidense en la región del Indo-Pacífico. Le sería difícil no involucrarse en un conflicto si su aliado decide emprender una campaña allí.
¿Los submarinos son peligrosos?
El gobierno del primer ministro australiano, Scott Morrison, ha sido claro: los submarinos que se adquirirán no estarán armados con ojivas nucleares. Esto, sin embargo, no quiere decir que no sean capaces de cargarlas y dispararlas. Requerirían una modificación. Por ahora no hay que levantar alarmas sobre estos.
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Y si no están armados, ¿para qué sirven?
Los submarinos nucleares, a diferencia de los que funcionan con diésel, no necesitan salir a la superficie con frecuencia para ventilar sus gases de escape, cargar baterías y recibir oxígeno. Así que estos aparatos cuentan con más resistencia y menos limitaciones.
Sin embargo, los submarinos nucleares también tienen aspectos negativos. Su tamaño es más grande, lo que los hace más fáciles de detectar, y es más difícil realizarles mantenimiento. Sin una industria nuclear como la estadounidense o la británica, a Australia le tocará acudir constantemente a sus aliados para revisar los equipos adquiridos.
¿Cómo ha reaccionado el mundo a la noticia?
Nueva Zelanda, Singapur y Japón han recibido la alianza de manera positiva. Los tres gobiernos han señalado que esta decisión “fortalecerá la cooperación en seguridad y defensa”.
China, como era de esperarse, se ha molestado con la naciente cooperación encabezada por Washington. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, dijo que “los tres países estaban dañando gravemente la paz y la estabilidad regionales al intensificar una carrera armamentista y dañando los esfuerzos internacionales de no proliferación nuclear”.
“China siempre cree que cualquier mecanismo regional debe ajustarse a la tendencia de paz y desarrollo de la época y ayudar a mejorar la confianza mutua y la cooperación. No debe apuntar a ningún tercero ni socavar sus intereses”, dijo Lijan.
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Pero fue Francia el ha estado más en desacuerdo con la alianza, mostrándose incluso más molesto que China. La razón es que los franceses tenían un contrato para proporcionarle submarinos a Australia por US$90 mil millones, el cual, desde luego, quedó cancelado con la entrada del nuevo acuerdo.
El Gobierno francés acusó a Estados Unidos de haberle dado un “golpe por la espalda” y arruinar su “contrato del siglo”. Las repercusiones no se hicieron esperar. Las autoridades francesas anularon una gran gala prevista el viernes en la residencia del embajador francés en Washington.
La fiesta se disponía a celebrar el aniversario de una batalla decisiva de la guerra de independencia de Estados Unidos, que concluyó por una victoria de la flota francesa sobre la británica, el 5 de septiembre de 1781.
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Esa espectacular ruptura echó un balde de agua fría a las relaciones entre París y Washington, cuando algunos esperaban que Joe Biden facilitase un mejor vínculo transatlántico tras los cuatro años de tensiones con Donald Trump.
Estados Unidos intentó este jueves sin suerte apaciguar el enfado de Francia a través del jefe de la diplomacia norteamericana, Antony Blinken, quien recordó que “Francia es un socio vital en la región indopacífica y en muchos otros campos”. Sin embargo, sus cumplidos no han surtido efectos.
“Es verdad que estamos ante una pequeña crisis diplomática”, resumió Anne Cizel, especialista de política exterior de la Sorbona. “Estados Unidos está enviando una señal un poco rara, ya que reclaman una presencia (militar) de sus aliados europeos en el Indo-pacífico y al mismo tiempo se posicionan como la principal competencia a la venta de submarinos franceses”, reflexionó.
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