La paradoja de los recursos para la migración
¿Cómo encontrar recursos para la atención, inclusión e integración de los migrantes venezolanos que llegan a Colombia? Este es uno de los grandes retos que enfrenta el gobierno nacional.
Ronal Rodríguez
Uno de los grandes retos del fenómeno migratorio proveniente de Venezuela que enfrenta el Estado colombiano es la búsqueda de recursos para la atención, inclusión e integración de las personas en condición de movilidad humana, tanto de migrantes, como de retornados, que empiezan a convivir con la población de diferentes comunidades, con sus propios problemas estructurales.
El caso colombo-venezolano tiene una gran ventaja, pero que a la vez es su mayor dificultad. Desde el descubrimiento de lo que hoy es el territorio venezolano en 1498 hasta la creación de la República de la Nueva Granada en 1831, Colombia y Venezuela fueron parte de la misma unidad, con sus matices. En otras palabras, son más los años en los que colombianos y venezolanos fueron parte de lo mismo, que los años que llevan separados. El idioma, la religión, la cultura y la historia común convergen entre los dos pueblos hermanos.
También se suele recordar como los venezolanos recibieron durante cuatro décadas a más de tres millones de colombianos que pasaron la frontera y se radicaron en el vecino país, algunos estimulados por las mejores condiciones socioeconómicas y las oportunidades que brindaba un país petrolero, otros huyendo del conflicto y empujados por actores armados que los desplazaron.
Ver más: Las claves de la ley migratoria que propone Colombia
Se evoca la reciprocidad como argumento para manifestar la solidaridad con la cual se espera que el pueblo colombiano reciba a los migrantes y retornados provenientes de Venezuela. Incluso se suele señalar como existen familias y comunidades que están por encima del rótulo nacional. La fluida relación que se da en las zonas de frontera, el constante intercambio y relacionamiento de un pueblo que no se identifica como colombiano o venezolanos sino como parte de una especie de tercer país, el país de frontera.
Todo ello hace del caso colombo-venezolano uno de los que teóricamente presenta menos barreras para la atención, inclusión e integración entre los migrantes y las comunidades receptoras. Se piensa que la posibilidad de respuestas negativas, de rechazo o xenófobas son menores por las semejanzas socioculturales y lo imbricado de la relación.
Ver más: Desplazamiento interno en Venezuela, un reto en la zona de frontera
Sin embargo, dicho relacionamiento colombo-venezolano no ha logrado materializar un mejor proceso de inclusión e integración de los migrantes y retornados, por el momento continuamos en una etapa de atención, que incluso se prevé que crecerá por la profundización de la emergencia humanitaria compleja en Venezuela, que llevará a aumentar los números de la población en condición de movilidad humana en los próximos meses.
Mientras paralelamente se debe iniciar el proceso de inclusión e integración y la construcción de una nueva convivencia bajo la idea de que los migrantes y retornados que llegan de Venezuela serán parte de la nación colombiana, que muy pocos de ellos regresarán y que independientemente del futuro político del hermano país el destino de la mayoría de esas personas se desarrollará en territorio colombiano.
El Canciller Carlos Holmes Trujillo ha hecho un llamado a la comunidad internacional por la poca ayuda que la cooperación ha destinado para el manejo de la crisis migratoria venezolana, argumentando que mientras en Myanmar se reciben 750 dólares por migrante, en el caso de la migración venezolana no se llega a los 70 dólares, menos de la décima parte cuando la dimensión del fenómeno es ocho o nueve veces mayor.
Las autoridades colombianas pueden alegar que el fenómeno migratorio proveniente de Venezuela tiene dimensiones importantes. La emergencia humanitaria compleja ha causado la salida de 4.309.055 ciudadanos, el 13,37% de la población venezolana en los últimos cuatro años y para el caso colombiano 1.408.055 venezolanos, el 4,37% de su población ahora vive en Colombia, lo cual demanda importantes cantidades de recursos para hacer frente a la crisis.
Pero no es el criterio de la cantidad de migrantes al que se destinan mayores recursos, por el contrario, se suele privilegiar los casos en los que existen diferencias culturales, por ejemplo: si hay diferentes religiones o idiomas, se logran conseguir más recursos internacionales porque dichos fondos priorizan, o buscan facilitar los procesos de integración. Es más probable que se otorguen recursos de cooperación internacional a un migrante sirio en Alemania que a un venezolano en Colombia, por las diferencias culturales, religiosas y de idioma. Y es apenas lógico, una persona que requiere aprender un nuevo idioma para normalizar su vida resulta mucho más apremiante.
Comparativamente con otros casos migratorios se cree que es más fácil incluir e integrar los pueblos con profundos lazos y vínculos como los que comparten los colombianos y los venezolanos, y en efecto lo es, pero se debe tener claro que no se contará con los grandes recursos de la cooperación internacional para financiar dicha integración.
* Coordinador del proyecto “Edificando Consensos para la Migración” del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario y la Konrad Adenauer Stiftung.
@ronalfrodriguez
Uno de los grandes retos del fenómeno migratorio proveniente de Venezuela que enfrenta el Estado colombiano es la búsqueda de recursos para la atención, inclusión e integración de las personas en condición de movilidad humana, tanto de migrantes, como de retornados, que empiezan a convivir con la población de diferentes comunidades, con sus propios problemas estructurales.
El caso colombo-venezolano tiene una gran ventaja, pero que a la vez es su mayor dificultad. Desde el descubrimiento de lo que hoy es el territorio venezolano en 1498 hasta la creación de la República de la Nueva Granada en 1831, Colombia y Venezuela fueron parte de la misma unidad, con sus matices. En otras palabras, son más los años en los que colombianos y venezolanos fueron parte de lo mismo, que los años que llevan separados. El idioma, la religión, la cultura y la historia común convergen entre los dos pueblos hermanos.
También se suele recordar como los venezolanos recibieron durante cuatro décadas a más de tres millones de colombianos que pasaron la frontera y se radicaron en el vecino país, algunos estimulados por las mejores condiciones socioeconómicas y las oportunidades que brindaba un país petrolero, otros huyendo del conflicto y empujados por actores armados que los desplazaron.
Ver más: Las claves de la ley migratoria que propone Colombia
Se evoca la reciprocidad como argumento para manifestar la solidaridad con la cual se espera que el pueblo colombiano reciba a los migrantes y retornados provenientes de Venezuela. Incluso se suele señalar como existen familias y comunidades que están por encima del rótulo nacional. La fluida relación que se da en las zonas de frontera, el constante intercambio y relacionamiento de un pueblo que no se identifica como colombiano o venezolanos sino como parte de una especie de tercer país, el país de frontera.
Todo ello hace del caso colombo-venezolano uno de los que teóricamente presenta menos barreras para la atención, inclusión e integración entre los migrantes y las comunidades receptoras. Se piensa que la posibilidad de respuestas negativas, de rechazo o xenófobas son menores por las semejanzas socioculturales y lo imbricado de la relación.
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Sin embargo, dicho relacionamiento colombo-venezolano no ha logrado materializar un mejor proceso de inclusión e integración de los migrantes y retornados, por el momento continuamos en una etapa de atención, que incluso se prevé que crecerá por la profundización de la emergencia humanitaria compleja en Venezuela, que llevará a aumentar los números de la población en condición de movilidad humana en los próximos meses.
Mientras paralelamente se debe iniciar el proceso de inclusión e integración y la construcción de una nueva convivencia bajo la idea de que los migrantes y retornados que llegan de Venezuela serán parte de la nación colombiana, que muy pocos de ellos regresarán y que independientemente del futuro político del hermano país el destino de la mayoría de esas personas se desarrollará en territorio colombiano.
El Canciller Carlos Holmes Trujillo ha hecho un llamado a la comunidad internacional por la poca ayuda que la cooperación ha destinado para el manejo de la crisis migratoria venezolana, argumentando que mientras en Myanmar se reciben 750 dólares por migrante, en el caso de la migración venezolana no se llega a los 70 dólares, menos de la décima parte cuando la dimensión del fenómeno es ocho o nueve veces mayor.
Las autoridades colombianas pueden alegar que el fenómeno migratorio proveniente de Venezuela tiene dimensiones importantes. La emergencia humanitaria compleja ha causado la salida de 4.309.055 ciudadanos, el 13,37% de la población venezolana en los últimos cuatro años y para el caso colombiano 1.408.055 venezolanos, el 4,37% de su población ahora vive en Colombia, lo cual demanda importantes cantidades de recursos para hacer frente a la crisis.
Pero no es el criterio de la cantidad de migrantes al que se destinan mayores recursos, por el contrario, se suele privilegiar los casos en los que existen diferencias culturales, por ejemplo: si hay diferentes religiones o idiomas, se logran conseguir más recursos internacionales porque dichos fondos priorizan, o buscan facilitar los procesos de integración. Es más probable que se otorguen recursos de cooperación internacional a un migrante sirio en Alemania que a un venezolano en Colombia, por las diferencias culturales, religiosas y de idioma. Y es apenas lógico, una persona que requiere aprender un nuevo idioma para normalizar su vida resulta mucho más apremiante.
Comparativamente con otros casos migratorios se cree que es más fácil incluir e integrar los pueblos con profundos lazos y vínculos como los que comparten los colombianos y los venezolanos, y en efecto lo es, pero se debe tener claro que no se contará con los grandes recursos de la cooperación internacional para financiar dicha integración.
* Coordinador del proyecto “Edificando Consensos para la Migración” del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario y la Konrad Adenauer Stiftung.
@ronalfrodriguez