La promesa de libertad que se convirtió en el secuestrador de la intimidad
Los efectos del consumo de pornografía en línea en la adolescencia es un tema del que se está empezando a hablar. Desde organizaciones no gubernamentales hasta el área científica, se está convirtiendo en un tema de conversación que, aunque incómodo, parece necesario en un mundo invadido por internet. A esa conversación se suma el cómic indio “Priya’s Shakti”.
María José Noriega Ramírez
Shubhra Prakash vivió los primeros años de su adolescencia en Nueva Delhi. Con pocos espacios para conversar sobre las pasiones humanas, incluidas la sexualidad y el deseo, así como los asuntos de la mujer, recuerda con especial admiración a Jyotsna Grover, su profesora en el Salwan Public School Afternoon Shift. “Pregúntenme lo que quieran”, es la frase con la que la docente abrió un diálogo alrededor de las curiosidades que tanto ella como sus compañeros tenían, en un momento de la vida en el que suelen reinar la curiosidad y la confusión. “Recuerdo que incluso un compañero preguntó sobre la menstruación”.
Y es que para Prakash el valor de aquel ejercicio está en la posibilidad de conversar, en generar un diálogo alrededor de las infinitas preguntas que tienen los adolescentes, en un intento por construir conocimiento, luchar contra el silencio y elaborar un criterio frente a la información. “Mi profesora no pensó en los problemas que podía tener con la administración. Al contrario, ella identificó la necesidad que nosotros teníamos de obtener respuestas”. Justamente, esto llevó a Prakash a escribir el guion de la más reciente edición del cómic indio Priya’s Shakti, en el que se exploran las consecuencias que tiene el consumo de la pornografía en línea en los adolescentes, en un mundo en el que todo está al alcance de un clic.
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Y es que para los jóvenes que crecieron antes de la llegada de internet, el acceso a ese tipo de contenido estaba limitado, por ejemplo, a la posibilidad de encontrar una revista escondida en el armario de algún adulto, y a que los papás no los descubrieran en el intento. Si lo hacían, el problema se “resolvía” decomisando la publicación y sellando un pacto de silencio. Sin embargo, con la llegada de internet esos límites se esfumaron, pues toda la información está disponible en todo momento. “Internet es un lugar donde todo sucede y todas las posibilidades están frente a ti. En un principio fue una gran promesa de libertad, pero ahora se ha convertido en un medio para controlar nuestra mente”, afirma Prakash.
Si las personas entre 16 y 64 años destinan 6 horas y 54 minutos diariamente para navegar en internet, y a lo largo y ancho del planeta hay 4,66 billones de usuarios en línea, según un estudio que Hootsuite y We Are Social llevaron a cabo para Digital 2021, hay una necesidad de generar espacios de diálogo para decantar la información recibida, y el cómic se pensó como uno de ellos.
—¿Ves esto, Priya? Son mentes que se aferran a mí. En cualquier momento hay millones —dice el Enjambre.
—¿Por qué merodeas por la escuela? —responde Priya.
—¿Sabías que una mente joven es muy curiosa? Los humanos lo entendemos muy mal y aun peor con las preguntas que surgen en esas pequeñas mentes. Por suerte para ellos, estoy a solo un clic de distancia. Les doy experiencias de las que no se habla, de esas que no encuentran en ningún sitio.
Uno de esos temas es, precisamente, la pornografía, que construye en la mente de los adolescentes unos imaginarios sobre la sexualidad, la belleza e, incluso, una visión de la otra persona como objeto de placer. En The Conversation se lee que la poca investigación científica que hay en este tema, por lo menos con relación a los jóvenes, muestra que los adolescentes que consumen pornografía de forma regular “presentan una mayor propensión a mostrar actitudes de género negativas, y cuando perciben los materiales pornográficos como una herramienta de educación sexual muestran una mayor tendencia a percibir el sexo como un mero instrumento para la gratificación sexual”.
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Además, según el informe (Des)información sexual: pornografía y adolescencia, publicado en 2020 por la ONG Save the Children, tras haber encuestado a 1.753 jóvenes entre 13 y 17 años, el 54,1 % cree que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales y al 54,9 % le gustaría poner en práctica lo que ha visto; partiendo de la idea de que el 62,5 % afirma haber tenido contacto con este tipo de contenido alguna vez en su vida, siendo los hombres quienes, en su mayoría (87,5 %), lo han hecho, sin desestimar el 38,9 % de mujeres que también se han acercado a él. El documento alerta que siete de cada diez adolescentes consumen pornografía de forma frecuente y que el 30 % reconoce que es su principal fuente de aprendizaje. De ahí que la organización haya hecho un llamado sobre los efectos que tiene el consumo de pornografía en la adolescencia, pues “influye negativamente en el desarrollo personal de los jóvenes y refuerza las conductas de riesgo basadas en la sumisión de la mujer frente al hombre”, se lee en El País.
Para Ram Devineni, creador de Priya’s Shakti, lo que está en juego es la base de las relaciones humanas y cómo estas se desarrollarán en un futuro próximo, si en medio de la manipulación, que pasa desapercibida por los usuarios en línea, lo que mueve a las personas es la violencia y la sexualidad. “Lo que nos debe preocupar de aquí a una década es la unión entre ellas, y cómo nos hemos desensibilizado tanto por esas imágenes, que no podremos distinguir entre una y otra”.
Devineni confiesa que el consumo de pornografía en la adolescencia es un tema difícil de tratar, pero el mundo creativo cuenta con esa licencia: la de incentivar conversaciones incómodas, desde lugares seguros. Por eso, a su parecer, decir que la pornografía es mala es caer en una respuesta simplista, y, en contraposición, la pregunta sobre cómo podemos educar a los jóvenes en este tema pasa a ser un asunto central. En eso, Priya, Megha y Sunil, los personajes de su cómic, son sus aliados.
—Ella nunca debió mandar esas fotos —dice Sunil.
—¿Quieres decir que hay que humillarla por confiar en alguien? ¿Me defenderías si lo que le pasó a Tanya me pasara a mí? —responde Megha.
—¡Esa es una pregunta estúpida!
—¿Por qué? Esa hubiera podido ser yo.
—Tú no eres como esas niñas —agrega Sunil.
—No entiendo, ¿qué quieres decir?
—Bueno, siempre has sido una marimacha. Ni siquiera te comportas como una niña.
—¿Cómo se deberían comportar las niñas? —replica Megha.
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Investigando el tema y leyendo prensa local india, Devineni se topó con que el consumo de pornografía en adolescentes puede afectar las relaciones íntimas entre parejas, desembocando, por ejemplo, en la práctica del voxxing, en la que usualmente el hombre hace públicas las fotos íntimas de la mujer, sin que ella sepa que salen de su intimidad para empezar a circular en línea. “¿Por qué terminan estos casos en la prensa? Porque, usualmente, la mujer termina suicidándose. Y es que, en 2018, la revista The Lancet publicó un estudio que revela que el 36,6 % de las mujeres en India se quitan la vida, siendo el 71,2 % de ellas mujeres entre los 15 y los 39 años. Entre los motivos que las obligan a tomar estas decisiones están los matrimonios arreglados y a temprana edad, la maternidad temprana, el bajo estatus social, la violencia doméstica y la dependencia económica.
La injerencia de internet es cada vez más fuerte, y se acentuará aún más. En medio de ello, la intimidad, según Prakash, “ha sido secuestrada”, y la forma de rescatarla es hablando. El silencio no elimina los efectos que tiene el consumo de pornografía en la vida de los adolescentes, y generar espacios de discusión y encuentro, como el que ofrece Priya’s Shakti, es una forma de educar a los jóvenes para que tengan herramientas fiables y seguras al vivir su sexualidad.
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Shubhra Prakash vivió los primeros años de su adolescencia en Nueva Delhi. Con pocos espacios para conversar sobre las pasiones humanas, incluidas la sexualidad y el deseo, así como los asuntos de la mujer, recuerda con especial admiración a Jyotsna Grover, su profesora en el Salwan Public School Afternoon Shift. “Pregúntenme lo que quieran”, es la frase con la que la docente abrió un diálogo alrededor de las curiosidades que tanto ella como sus compañeros tenían, en un momento de la vida en el que suelen reinar la curiosidad y la confusión. “Recuerdo que incluso un compañero preguntó sobre la menstruación”.
Y es que para Prakash el valor de aquel ejercicio está en la posibilidad de conversar, en generar un diálogo alrededor de las infinitas preguntas que tienen los adolescentes, en un intento por construir conocimiento, luchar contra el silencio y elaborar un criterio frente a la información. “Mi profesora no pensó en los problemas que podía tener con la administración. Al contrario, ella identificó la necesidad que nosotros teníamos de obtener respuestas”. Justamente, esto llevó a Prakash a escribir el guion de la más reciente edición del cómic indio Priya’s Shakti, en el que se exploran las consecuencias que tiene el consumo de la pornografía en línea en los adolescentes, en un mundo en el que todo está al alcance de un clic.
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Y es que para los jóvenes que crecieron antes de la llegada de internet, el acceso a ese tipo de contenido estaba limitado, por ejemplo, a la posibilidad de encontrar una revista escondida en el armario de algún adulto, y a que los papás no los descubrieran en el intento. Si lo hacían, el problema se “resolvía” decomisando la publicación y sellando un pacto de silencio. Sin embargo, con la llegada de internet esos límites se esfumaron, pues toda la información está disponible en todo momento. “Internet es un lugar donde todo sucede y todas las posibilidades están frente a ti. En un principio fue una gran promesa de libertad, pero ahora se ha convertido en un medio para controlar nuestra mente”, afirma Prakash.
Si las personas entre 16 y 64 años destinan 6 horas y 54 minutos diariamente para navegar en internet, y a lo largo y ancho del planeta hay 4,66 billones de usuarios en línea, según un estudio que Hootsuite y We Are Social llevaron a cabo para Digital 2021, hay una necesidad de generar espacios de diálogo para decantar la información recibida, y el cómic se pensó como uno de ellos.
—¿Ves esto, Priya? Son mentes que se aferran a mí. En cualquier momento hay millones —dice el Enjambre.
—¿Por qué merodeas por la escuela? —responde Priya.
—¿Sabías que una mente joven es muy curiosa? Los humanos lo entendemos muy mal y aun peor con las preguntas que surgen en esas pequeñas mentes. Por suerte para ellos, estoy a solo un clic de distancia. Les doy experiencias de las que no se habla, de esas que no encuentran en ningún sitio.
Uno de esos temas es, precisamente, la pornografía, que construye en la mente de los adolescentes unos imaginarios sobre la sexualidad, la belleza e, incluso, una visión de la otra persona como objeto de placer. En The Conversation se lee que la poca investigación científica que hay en este tema, por lo menos con relación a los jóvenes, muestra que los adolescentes que consumen pornografía de forma regular “presentan una mayor propensión a mostrar actitudes de género negativas, y cuando perciben los materiales pornográficos como una herramienta de educación sexual muestran una mayor tendencia a percibir el sexo como un mero instrumento para la gratificación sexual”.
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Además, según el informe (Des)información sexual: pornografía y adolescencia, publicado en 2020 por la ONG Save the Children, tras haber encuestado a 1.753 jóvenes entre 13 y 17 años, el 54,1 % cree que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales y al 54,9 % le gustaría poner en práctica lo que ha visto; partiendo de la idea de que el 62,5 % afirma haber tenido contacto con este tipo de contenido alguna vez en su vida, siendo los hombres quienes, en su mayoría (87,5 %), lo han hecho, sin desestimar el 38,9 % de mujeres que también se han acercado a él. El documento alerta que siete de cada diez adolescentes consumen pornografía de forma frecuente y que el 30 % reconoce que es su principal fuente de aprendizaje. De ahí que la organización haya hecho un llamado sobre los efectos que tiene el consumo de pornografía en la adolescencia, pues “influye negativamente en el desarrollo personal de los jóvenes y refuerza las conductas de riesgo basadas en la sumisión de la mujer frente al hombre”, se lee en El País.
Para Ram Devineni, creador de Priya’s Shakti, lo que está en juego es la base de las relaciones humanas y cómo estas se desarrollarán en un futuro próximo, si en medio de la manipulación, que pasa desapercibida por los usuarios en línea, lo que mueve a las personas es la violencia y la sexualidad. “Lo que nos debe preocupar de aquí a una década es la unión entre ellas, y cómo nos hemos desensibilizado tanto por esas imágenes, que no podremos distinguir entre una y otra”.
Devineni confiesa que el consumo de pornografía en la adolescencia es un tema difícil de tratar, pero el mundo creativo cuenta con esa licencia: la de incentivar conversaciones incómodas, desde lugares seguros. Por eso, a su parecer, decir que la pornografía es mala es caer en una respuesta simplista, y, en contraposición, la pregunta sobre cómo podemos educar a los jóvenes en este tema pasa a ser un asunto central. En eso, Priya, Megha y Sunil, los personajes de su cómic, son sus aliados.
—Ella nunca debió mandar esas fotos —dice Sunil.
—¿Quieres decir que hay que humillarla por confiar en alguien? ¿Me defenderías si lo que le pasó a Tanya me pasara a mí? —responde Megha.
—¡Esa es una pregunta estúpida!
—¿Por qué? Esa hubiera podido ser yo.
—Tú no eres como esas niñas —agrega Sunil.
—No entiendo, ¿qué quieres decir?
—Bueno, siempre has sido una marimacha. Ni siquiera te comportas como una niña.
—¿Cómo se deberían comportar las niñas? —replica Megha.
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Investigando el tema y leyendo prensa local india, Devineni se topó con que el consumo de pornografía en adolescentes puede afectar las relaciones íntimas entre parejas, desembocando, por ejemplo, en la práctica del voxxing, en la que usualmente el hombre hace públicas las fotos íntimas de la mujer, sin que ella sepa que salen de su intimidad para empezar a circular en línea. “¿Por qué terminan estos casos en la prensa? Porque, usualmente, la mujer termina suicidándose. Y es que, en 2018, la revista The Lancet publicó un estudio que revela que el 36,6 % de las mujeres en India se quitan la vida, siendo el 71,2 % de ellas mujeres entre los 15 y los 39 años. Entre los motivos que las obligan a tomar estas decisiones están los matrimonios arreglados y a temprana edad, la maternidad temprana, el bajo estatus social, la violencia doméstica y la dependencia económica.
La injerencia de internet es cada vez más fuerte, y se acentuará aún más. En medio de ello, la intimidad, según Prakash, “ha sido secuestrada”, y la forma de rescatarla es hablando. El silencio no elimina los efectos que tiene el consumo de pornografía en la vida de los adolescentes, y generar espacios de discusión y encuentro, como el que ofrece Priya’s Shakti, es una forma de educar a los jóvenes para que tengan herramientas fiables y seguras al vivir su sexualidad.
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