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Llevaba 15 años en el cargo. La primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, dimitió y huyó a India el lunes 5 de agosto, antes de que manifestantes antigubernamentales asaltaran su palacio en Daca. “Ha huido del país, ha huido”, corearon antes de entrar en la residencia y salir con televisores, sillas y mesas.
Tras un mes de manifestaciones contra la reforma de las cuotas en la función pública, los disturbios del domingo dejaron al menos 91 muertos, entre ellos 13 policías, el peor balance de víctimas desde el inicio de las protestas estudiantiles. El lunes murieron al menos 56 personas.
Los estudiantes habían convocado una marcha multitudinaria, a pesar del toque de queda impuesto por las autoridades, que también habían decretado tres días de fiesta nacional a partir del lunes.
“El país atraviesa actualmente un periodo de revolución”, declaró el lunes en un discurso televisado el general Waker-Uz-Zaman, jefe del Ejército, que asumió el cargo el 23 de junio. El oficial también hizo un llamamiento a la calma: “Por favor, no vuelvan al camino de la violencia, vuelvan a la vía no violenta y pacífica”.
Desde julio, el número de muertos ha aumentado a 300. “Este recrudecimiento de la violencia puede explicarse quizás por el hecho de que los manifestantes más políticamente motivados sintieron que el poder estaba a punto de tambalearse”, explica Philippe Benoît, profesor del Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales (Inalco) y especialista en Bangladesh.
Gran demanda de empleos en el sector público
La crisis estalló el pasado julio con manifestaciones antigubernamentales encabezadas por un colectivo estudiantil, Estudiantes contra la Discriminación, que protestaba contra el restablecimiento en junio de las cuotas en la función pública, consideradas discriminatorias.
“No fue el gobierno en sí, sino una decisión judicial la que restableció las cuotas”, afirma Philippe Benoît. El 5 de junio, el Tribunal Supremo del país ordenó al gobierno restablecer la cuota del 30% de los empleos públicos reservados a los familiares de los ‘Freedom fighters’, los soldados que lucharon contra Pakistán por la independencia del país en 1971.
Introducidas en 1972 por el padre de la primera ministra, Sheikh Mujibur Rahman, se acusa a estas cuotas de favorecer a los allegados de su partido, la Liga Awami, en detrimento del resto de la población: “Sospechamos que el gobierno utiliza este sistema de cuotas para favorecer a los simpatizantes del partido”, confirma Benoît.
Ante la oposición en las calles, el Tribunal Supremo de Bangladesh decidió el 21 de julio rebajar la cuota al 5%, frente al 93% de puestos adjudicados por méritos y el 2% para minorías étnicas, transexuales y discapacitados.
En 2018, el gobierno ya había abolido el sistema de cuotas tras las masivas protestas estudiantiles. Pero esta vez, el enfado fue demasiado fuerte entre los jóvenes. Casi 18 millones de ellos están desempleados en un país de 170 millones de habitantes.
“El número de jóvenes en paro es tan elevado que los exámenes de acceso a la Administración atraen a multitud de aspirantes.
A la cuestión de las cuotas se añade la de la corrupción, con la sospecha recurrente de que se tiene éxito en estas oposiciones si se compra la plaza”, añade el académico Philippe Benoît. Para los jóvenes, el sistema de cuotas es la gota que colma el vaso: “Ya no se trata solo de cuotas de empleo”, explica a la AFP Sakhawat, una joven manifestante en Daca. “Queremos que las generaciones futuras puedan vivir libremente”.
¿Seguirá una transición política?
Con la huida de la primera ministra, el país se embarca ahora en una transición política incierta.
El general Waker-Uz-Zaman, que quiere formar un gobierno interino, dijo que había estado en contacto con los principales partidos de la oposición y con miembros de la sociedad civil, pero no con la Liga Awami liderada por Sheikh Hasina.
“El partido gobernante parece condenado a desaparecer durante un tiempo. El problema es que la oposición política bien organizada es el Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP), cuya presidenta (Khaleda Zia) está (encarcelada y) delicada de salud, y cuyo heredero está exiliado en el extranjero”, señala Benoît, de Inalco.
Durante las elecciones legislativas del pasado enero, el BNP boicoteó los comicios, denunciando “una farsa electoral” y detenciones masivas entre sus filas. “Lo que tuvo lugar no fueron unas elecciones, sino una vergüenza para las aspiraciones democráticas de Bangladesh”, declaró entonces el líder del partido, Tarique Rahman, desde Londres, donde vive exiliado.
En cuanto a la otra principal fuerza de la oposición, el Jamaat-e-Islami (principal partido islamista del país), fue prohibido recientemente por el gobierno de Sheikh Hasina, al igual que su rama estudiantil, el Shibir, tras los mortíferos disturbios de julio.
“Lo más probable es que se forme un gobierno en el que los militares, el BNP y el Jamaat compartan cargos”, afirma Philippe Benoît. Los dos partidos de la oposición ya han formado coaliciones en el pasado, pero sus líderes aún necesitan libertad de movimiento.
En las últimas horas, el general Waker-Uz-Zaman ha anunciado la liberación inmediata de Khaleda Zia, mientras que el BNP ha anunciado el regreso inminente de su líder en el exilio, Tarique Rahman.
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