Las consecuencias para católicos LGBTQ+ del término ofensivo que utilizó el papa
Según los informes, Francisco utilizó por primera vez el insulto durante una reunión de 250 obispos italianos a finales del mes pasado, cuando le preguntaron si los hombres abiertamente homosexuales deberían ser admitidos en los seminarios.
Amy Harmon - The New York Times
Este fue el papa que preguntó: “¿Quién soy yo para juzgar?”, en respuesta a una pregunta sobre sacerdotes homosexuales en 2013. El año pasado, anunció que permitiría a los sacerdotes bendecir a parejas del mismo sexo, desafiando a los críticos conservadores de la Iglesia católica romana. Y se disculpó hace solo unas semanas, en un comunicado del Vaticano, por utilizar un término ofensivo en italiano para referirse a las personas homosexuales en una conferencia de obispos.
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Este fue el papa que preguntó: “¿Quién soy yo para juzgar?”, en respuesta a una pregunta sobre sacerdotes homosexuales en 2013. El año pasado, anunció que permitiría a los sacerdotes bendecir a parejas del mismo sexo, desafiando a los críticos conservadores de la Iglesia católica romana. Y se disculpó hace solo unas semanas, en un comunicado del Vaticano, por utilizar un término ofensivo en italiano para referirse a las personas homosexuales en una conferencia de obispos.
Por ello, la noticia de que el papa Francisco había repetido el insulto durante una reunión con sacerdotes en Roma esta semana desató una ola de confusión y dolor entre algunos católicos homosexuales que han analizado con cuidado sus comentarios a lo largo de los años en busca de señales de una mayor aceptación por parte de la Iglesia.
En entrevistas y declaraciones públicas, algunos partidarios de una mayor aceptación de los católicos LGBTQ+ por parte de la Iglesia afirmaron que sus comentarios, realizados en referencia a la presencia de homosexuales en seminarios y en el clero, mostraban los límites de su tolerancia. Y algunos dijeron que creían que el papa quizá no pretendía transmitir intolerancia, pero que su lenguaje peyorativo era chocante e inaceptable.
“Me sentí herido”, comentó Michael O’Loughlin, director ejecutivo de un ministerio católico LGBTQ+ con sede en Nueva York, quien, como muchos católicos homosexuales, se ha debatido con su relación con la Iglesia. “Porque he estado tan acostumbrado a cubrir algunos de estos avances positivos, y luego cuando sucede algo como esto, pienso: ‘Caray, ¿qué es esto?’”.
El reverendo James Martin, un destacado partidario de que la Iglesia acoja mejor a los católicos homosexuales, aseguró que se reunió con el papa después de las últimas declaraciones en Casa Santa Marta, la casa de huéspedes del Vaticano donde vive el papa. “Con su permiso para compartir esto, el Santo Padre dijo que ha conocido a muchos seminaristas y sacerdotes buenos, santos y célibes con tendencias homosexuales”, escribió Martin en las redes sociales.
El papa había dado señales de apoyo para acercarse a los católicos homosexuales distanciados, en parte reuniéndose con Martin en 2019 después de que el libro del sacerdote, “Tender un puente”, suscitara críticas de miembros conservadores del clero. Su reunión reciente, que según Martin duró una hora el miércoles, había sido programada antes y, por coincidencia, tuvo lugar en el 25 aniversario de la ordenación sacerdotal de Martin.
En una entrevista, Martin sugirió que el papa, de 87 años, no había entendido del todo el carácter ofensivo del insulto, que al parecer utilizó en broma. “Para mí, está claro que ahora entiende cuánto ofendió a la gente esa palabra”, afirmó Martin. “Y permítanme decir que no hay ni un gramo de homofobia en el papa Francisco. Ni uno”.
Sin embargo, el reverendo Bryan Massingale, un sacerdote abiertamente gay y profesor de teología en la Universidad de Fordham en Nueva York, señaló que estaba “conmocionado y entristecido” por las palabras del papa. Massingale dijo que el papa es responsable de su impacto de largo alcance, sin importar su intención.
“Muchas personas homosexuales crecemos toda la vida escuchando calumnias e insultos, y decir que no lo hizo con mala intención no lo atenúa”, comentó Massingale en una entrevista. “Fuera o no la intención del papa, el uso de un insulto despectivo, sobre todo por segunda vez, envía un mensaje”.
Según los informes, Francisco utilizó por primera vez el insulto durante una reunión de 250 obispos italianos a finales del mes pasado, cuando le preguntaron si los hombres abiertamente homosexuales deberían ser admitidos en los seminarios. Los obispos adoptaron hace poco nuevas normas de admisión, que están a la espera de la aprobación del Vaticano. Según los medios de comunicación italianos, el papa respondió que los seminarios ya estaban demasiado llenos de “frociaggine”, un término de la jerga italiana que se traduce como “mariconería” y tiene connotaciones de campechanía y comportamiento frívolo.
El Corriere della Sera informó el miércoles que el papa volvió a utilizar el término el martes, mientras relataba las palabras que un obispo dirigió a un grupo de sacerdotes italianos. El medio de comunicación informó que el Papa dijo lo siguiente: “Un obispo vino a verme y me dijo: ‘Aquí, en el Vaticano, hay demasiada frociaggine’”.
Algunos observadores del papa interpretaron sus comentarios como alusiones a sacerdotes cuya postura tradicionalista, tanto respecto al estilo litúrgico como a la enseñanza de la Iglesia, había sido criticado por el papa con anterioridad, algunos de los cuales son homosexuales y, sin embargo, pueden encontrarse entre los más críticos con la sexualidad gay. Otros dijeron que el papa tal vez estaba sugiriendo que un gran número de seminaristas homosexuales podría alejar inadvertidamente a los solicitantes heterosexuales del seminario.
Algunos de los que han ejercido presión para que se acepte más a los católicos LGBTQ+ vieron en las declaraciones del papa una referencia a una preocupación que ya había compartido antes: que algunos miembros del clero hacían votos de castidad para los que no estaban preparados y acababan llevando una “doble vida”.
Mark D. Jordan, profesor de la Escuela de Teología Harvard que estudia el género y la sexualidad en la Iglesia, dijo que los continuos intentos de interpretar las declaraciones del papa podrían ser resultado de una estrategia de “ambigüedad deliberada” por parte del papa en su intento de equilibrar las facciones políticas de la Iglesia.
“A veces, parece como si el Vaticano dijera: ‘No importa cuál sea tu orientación, siempre que aceptes ser célibe’”, comentó Jordan. “Otras veces, parecen decir: ‘No, no importa si eres gay célibe o no. Si eres gay, no deberías estudiar el sacerdocio’”.
Para Massingale, las declaraciones del papa plantean lo que él describió en un ensayo reciente como “la cuestión más profunda” a la que se enfrenta la Iglesia católica: “¿Son las personas gais, lesbianas, bisexuales, trans y cuir miembros plenamente iguales del cuerpo de Cristo?”.
Aseguró que las declaraciones ofrecían un retrato más matizado de Francisco, el papa 266 de la Iglesia.
“La gente quiere verlo como A o B”, afirmó. “O es defensor de la comunidad LGBTQ o es representante de una Iglesia homófoba. Y lo que intento comprender es que ambas cosas pueden ser ciertas”.
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