¿Cuáles son las implicaciones de una “asociación estratégica” Colombia-China?

Tras su visita a China, el presidente Gustavo Petro trae en la maleta 12 “instrumentos de cooperación” con el gigante asiático en áreas como el agro, el medio ambiente, la educación, la tecnología, entre otras. La Cancillería colombiana también informó que ambos gobiernos, además, “emitieron una declaración conjunta en la que elevan la relación bilateral al nivel de asociación estratégica, un hecho histórico para los dos países”.

Tras su visita a China, el presidente Gustavo Petro trae en la maleta 12 “instrumentos de cooperación” con el gigante asiático en áreas como el agro, el medio ambiente, la educación, la tecnología, entre otras. La Cancillería colombiana también informó que ambos gobiernos, además, “emitieron una declaración conjunta en la que elevan la relación bilateral al nivel de asociación estratégica, un hecho histórico para los dos países”.

El presidente chino, Xi Jinping, por su parte, expresó: “Me complace anunciar conjuntamente con usted la promoción de la relación China-Colombia a una asociación estratégica”. Agregó que China está “dispuesta a trabajar con (Bogotá) para definir unas relaciones China-Colombia (...) que beneficien más a nuestros dos pueblos e inyecten energía positiva a la paz y el desarrollo del mundo”.

Sin embargo, no mucho se explicó de lo que significa este “ascenso en las relaciones”. Más aún, surgieron preguntas como qué significa que Colombia ahora esté en ese nivel, al tiempo, por ejemplo, que es aliado estratégico de la OTAN, organización que ve a China como una amenaza.

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¿Qué significa la “asociación estratégica”?

“Ser un ‘socio estratégico’ de China significa formar parte de una relación cooperativa de largo plazo y estable que abarca diversas dimensiones, incluidas las económicas, científicas, tecnológicas, políticas y culturales. Este tipo de sociedad se basa en la igualdad, el beneficio mutuo y la búsqueda de intereses comunes, trascendiendo las diferencias ideológicas y de sistemas sociales”, expuso Víctor Mijares, profesor de estudios globales de la Universidad de los Andes.

Camilo Defelipe, docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, explica que dicho “ascenso” debe leerse en el marco de una “taxonomía que tiene el gobierno chino, que es compleja y que tiene varios niveles de jerarquía”. En esto, añadió, el escalón más “bajo” es el de amistad, cordialidad y respeto mutuo destinado a países “con los que no tiene vínculos muy desarrollados”. En el segmento medio estaría el de “asociación estratégica”, al que Colombia acaba de ascender, y que es superado por la “asociación estratégica integral”.

Agregó que, en todo caso, se trata de un sistema “nebuloso y ambiguo”, pero por lo que se ha podido observar es que con la “asociación integral” (nivel en el que está, por ejemplo, Brasil) se buscaría que a futuro entre China y los países en esa clasificación (más alta que la de Colombia) “haya una coordinación en asuntos políticos, en espacios multilaterales y que la cooperación se dé en muchos ámbitos y de manera más profunda”, agrega Defelipe.

En un sentido similar, David Castrillón-Kerrigan, profesor de la Universidad Externado y columnista de este diario, señala que esta asociación no es vinculante, no impone ningún tipo de “atadura”, sino que se trata de un título descriptivo, una tipificación. “No viene con ningún compromiso de una u otra parte, mucho menos compromisos estratégicos en seguridad, por ejemplo”. Este último ámbito, en cambio, sí es un asunto de interés en la alianza con la OTAN.

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“Es crucial no obviar el papel de Colombia como el único socio global latinoamericano de la OTAN. Aunque esta posición no genera responsabilidades bélicas directas, es un claro testimonio de la afinidad de Colombia con ciertos principios y valores de la esfera occidental”, estima Mijares. En particular con Estados Unidos “Colombia ha tejido durante largo tiempo vínculos profundos con Estados Unidos, los cuales trascienden lo comercial y abarcan esferas como la seguridad y la lucha antidrogas, reflejando una relación que, si bien ha atravesado episodios de tensión, ha sido generalmente provechosa para ambas partes”, añadió el profesor.

Pero entonces, ¿a qué obedece todo esto? Para Defelipe, a China le funciona para demostrar que tiene un margen de maniobra en la región, sin que esto signifique que China “le quitó” Colombia a Estados Unidos, ni mucho menos. Sin embargo, sí es un guiño por parte de uno de los países más “fríos” o “distantes” con China en América Latina.

Colombia, por su parte, sostuvo “dos reuniones con dos empresas, una experta en puertos, que es la que está haciendo el llamado metro elevado de Bogotá, y otra experta en ferrocarriles, que tiene en sus manos el tramo de occidente de Bogotá”, según explicó el presidente Petro en su cuenta de X. El objetivo: discutir el plan de una red ferroviaria que conecte los puertos del Pacífico y el Caribe como ruta comercial internacional.

Esto podría sonar parecido a adherir a la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, impulsada por China para interconectar el mundo a través de una red de puertos y ferrocarriles que faciliten el comercio, pero son cosas distintas.

Por un lado, Defelipe cree que factores como la firma del negocio del metro de Bogotá y el hecho de que el presidente haya llegado en este viaje a hablar de infraestructura es lo que ha llevado la relación al siguiente nivel. Más aún, el experto estima que dicha “actualización de las relaciones” es la forma de “compensar” que Colombia no haya entrado a formar parte de la ambiciosa iniciativa china de la Nueva Ruta de la Seda, que implica un compromiso mucho mayor, no solo ideológico sino financiero.

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“El hecho de que Colombia sea aliado estratégico de Estados Unidos y socio estratégico de China puede ser visto como un reflejo de una política exterior pragmática y diversificada que busca equilibrar las relaciones con estas dos grandes potencias, aprovechando las oportunidades de cooperación que ofrecen tanto Estados Unidos como China”, resume Mijares en definitiva.

Los analistas coinciden en que no hay razones para pensar que Estados Unidos (con cuyo presidente se reunirá Petro el próximo mes de noviembre) podría tomar represalias por esta movida entre Colombia y China. Esto no es menor teniendo en cuenta que, como dice Defelipe, el gobierno Petro “sigue necesitando mucho a Estados Unidos, por ejemplo, para seguir estabilizando la situación en Venezuela y financiar iniciativas de desarrollo sostenible”, entre otras. Por eso, para Mijares, “la prudencia debe ser la guía, pues establecer lazos con Beijing no debe poner en peligro alianzas históricas con Washington u otros aliados tradicionales”.

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