Las “movidas” del Grupo de Puebla

Cerca de 40 líderes progresistas de la región han formado un nuevo foro político de izquierda con el objetivo de recuperar el protagonismo perdido.

Jesús Mesa Mosquera/@JesusMesa
25 de noviembre de 2019 - 04:08 a. m.
Las “movidas” del Grupo de Puebla
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La filtrada conversación entre el embajador de Colombia en Washington, Francisco Santos, y la canciller Claudia Blum develó numerosos detalles de la estrategia del país en política exterior. Estados Unidos y Venezuela son quizás las prioridades de esta cartera, para la que el Grupo de Lima es un tema central.

Pero este grupo ha perdido impulso con el pasar de los meses. Inicialmente conformado por 14 países con el objetivo de “buscar una salida” a la crisis de Venezuela, en la actualidad solo 10 de ellos participan activamente.

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Tanto el embajador como la canciller se mostraron preocupados por la actualidad de este grupo, al que Colombia dedicó gran parte de sus esfuerzos en política exterior. “El Grupo de Lima va a ser un chicharrón para ti”, le dijo Santos a Blum en su conversación, y ella respondió: “Un chicharrón porque eso está muy debilitado, y eso de Puebla ¡se mueve! Se mueve mucho más”.

La canciller colombiana hacía referencia al Grupo de Puebla, una nueva organización política formada este año en México, que reúne a diferentes líderes progresistas de la región. Pero, contrario a lo que dice Blum, esta organización “no es la antítesis del Grupo de Lima”, en palabras de Ernesto Samper, expresidente de Colombia y uno de sus principales promotores.

“El Grupo de Puebla es una iniciativa de una serie de personas que, en calidad de ciudadanos, nos identificamos alrededor de unas ideas progresistas”, explica Samper a El Espectador. “No somos un grupo de activismo político, pero tampoco un grupo de reflexión”, agrega.

De hecho, mientras el Grupo de Lima es un instrumento oficial conformado por gobiernos, el de Puebla reúne a líderes y movimientos políticos, mayoritariamente de izquierda o de corriente progresista, no instituciones estatales.

El expresidente colombiano, último secretario general de Unasur, es uno de los miembros más activos del grupo, en el que están también personajes como Alberto Fernández, presidente electo de Argentina, y expresidentes como los brasileños Dilma Rousseff y Luiz Inácio Lula da Silva, el ecuatoriano Rafael Correa, el español José Luis Rodríguez Zapatero, el paraguayo Fernando Lugo y el boliviano Evo Morales, entre otros.

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Su origen data del pasado mes de julio, cuando más de 30 líderes de la región se reunieron por primera vez en la ciudad de Puebla, en México, decididos a constituir el Grupo Progresista Latinoamericano, “un espacio de reflexión y de intercambio político en América Latina”, según su declaración en el momento. Pasados cuatro meses desde su fundación ya son 40 los miembros.

Este nuevo grupo ha llamado la atención regional por el momento en el que se constituyó. Contrario a lo que ocurría en la década anterior, el mapa ideológico de América Latina ha virado a la derecha en estos años. Varios países que en el pasado tuvieron gobiernos de izquierda, hoy tienen gobiernos conservadores y de derecha, siendo los casos más sonoros Brasil, Chile, Argentina y Paraguay.

Pero mucho ha pasado desde aquel primer encuentro en Puebla, en julio pasado. Argentina eligió un presidente de izquierda. Chile, Ecuador y Colombia se movilizaron en las calles contra sus gobiernos. El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva fue liberado, y en Bolivia la oposición a Evo Morales enfrenta fuertes protestas por la forma como asumió el gobierno.

La libertad de Lula da Silva y la victoria de Fernández le dieron un impulso inesperado al grupo. En el último encuentro en Buenos Aires, la expresidenta brasileña Dilma Rousseff destacó la importancia política de esta nueva conjunción de líderes. “Lula libre, pudiendo andar por Brasil, puede construir la vuelta a la democracia y la paz. Y la elección de Alberto cambia las condiciones, porque revierte la ola conservadora” en la región.

Sin embargo, de acuerdo con Ernesto Samper, el Grupo de Puebla no busca ser un grupo “de choque” ante la corriente conservadora que hoy tiene como principales figuras a Jair Bolsonaro, Mauricio Macri, Sebastián Piñera e Iván Duque. Más bien, de acuerdo con el exmandatario colombiano, el nuevo organismo busca aprovechar esos espacios que la derecha ha empezado a ceder y que se han evidenciado en las protestas sociales vividas en la región este año.

Ver más: ¿Qué es el Grupo de Lima y qué busca en Venezuela?

“Lo que estamos viviendo en la región es que la receta de la restauración conservadora fracasó en América Latina. Los sectores progresistas tenemos que prepararnos para ocupar esos espacios que la derecha ha sido incapaz de ver”, expresa Samper, que confía en que el grupo se fortalezca aún más el próximo año.

En opinión de Marta Lagos, directora del centro de estudios Latinobarómetro, en Santiago de Chile, estos grupos surgen “ante la ausencia de liderazgos verdaderos”.

Venezuela, un tema difícil

El grupo no cuenta con representación de los gobiernos de Cuba, Nicaragua, ni la Venezuela de Nicolás Maduro, los gobiernos de izquierda más cuestionados de la región.

De hecho, la cuestión venezolana es una de las más incómodas. La crisis que vive el gobierno de Nicolás Maduro, que ha forzado a 4 millones de personas a emigrar de su país, ha sido protagonista de las campañas políticas de América Latina. Los líderes de la derecha la han utilizado a su favor para decir que un voto en su contra los acercaría a ese presente, mientras los dirigentes de izquierda evitan hablar de ello para no tener castigos políticos.

Ver más: El giro (¿obligado?) del Grupo de Lima

La posición del Grupo de Puebla ha sido rechazar la injerencia de países extranjeros en Venezuela y buscar un diálogo. Igualmente están en contra de las sanciones de Estados Unidos a ese país y consideran que la figura del diputado opositor Juan Guaidó, lejos de allanar el camino para ese país, trajo más divisiones y enfrentamientos.

Sin embargo, esa posición ha hecho del grupo objeto de críticas por diferentes sectores conservadores, que lo acusan de desconocer la gravedad de lo que ocurre en ese país.

“Ni en su documento fundacional, ni en otros comunicados, como el de rechazo a cualquier intervención militar en Venezuela, hay crítica alguna al chavismo. Muchos se declaran sus orgullosos continuadores”, opina Carlos Malamud, catedrático de historia de América de la UNED de España.

En palabras de Samper, la situación venezolana ha provocado una ideologización de la política, algo de lo que acusa al Grupo de Lima.

“Una cosa es que los países tengan una idea clara sobre cuál es su proyecto político y otra es que trasladen sus convicciones ideológicas al manejo de las relaciones internacionales”, dice Samper. “Es importante recuperar la integración que se ha quebrado, sin ideologías”, concluye el expresidente colombiano.

Por Jesús Mesa Mosquera/@JesusMesa

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