Líbano, una “catástrofe humanitaria”: es más seguro huir a Siria que quedarse
La emergencia que están causando los bombardeos israelíes sobre territorio libanés adquiere dimensiones preocupantes con el paso de los días. Libaneses y refugiados sirios, que en su momento huyeron al país vecino por la guerra civil, ahora intentan cruzar una frontera que está bajo ataque.
María José Noriega Ramírez
Los cerca de 900 refugios en Líbano están casi llenos. Hay quienes están durmiendo en calles, playas o parques, huyendo de los ataques de Israel, que han matado a unas 2.000 personas. La emergencia empeora con el paso de los días, por no decir de las horas. Los desplazados ya suman más de 1,2 millones de personas y alrededor de 374.000 han huido hacia Siria, a pesar del colapso de la economía y de la guerra interna, que, de hecho, ha expulsado a casi dos millones de sirios hacia su vecino. Es una catástrofe humanitaria, al menos para Wadih Al Asmar, que no encuentra otro término para nombrar o definir lo que está viviendo su país.
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Los cerca de 900 refugios en Líbano están casi llenos. Hay quienes están durmiendo en calles, playas o parques, huyendo de los ataques de Israel, que han matado a unas 2.000 personas. La emergencia empeora con el paso de los días, por no decir de las horas. Los desplazados ya suman más de 1,2 millones de personas y alrededor de 374.000 han huido hacia Siria, a pesar del colapso de la economía y de la guerra interna, que, de hecho, ha expulsado a casi dos millones de sirios hacia su vecino. Es una catástrofe humanitaria, al menos para Wadih Al Asmar, que no encuentra otro término para nombrar o definir lo que está viviendo su país.
Él, que es presidente del Centro Libanés de Derechos Humanos, salió de Líbano hace seis años por motivos de trabajo. Ahora, desde Catar, a la distancia, ve con preocupación lo que está sucediendo allí: “Es cada vez más complicado, más aún con la ausencia de una reacción internacional real. Ya teníamos alrededor de 1,5 millones de refugiados y ahora sumamos el millón de personas que huyen del sur hacia Beirut, pero también hacia el norte y Monte Líbano”. Hay miedo, y el nivel de riesgo y de temor de ser asesinado allí, en este momento, es mayor que en Siria. A eso se suma que Israel lleva a cabo una incursión en el este, cerca del cruce fronterizo de Masnaa, afectando la carretera que conecta a ambos países, bajo el argumento de que Hezbolá estaría usando túneles para enviar armas por ahí. Es un bloqueo, dice Al Asmar. Es un impedimento para la huida y para el acceso a la ayuda humanitaria, comenta, por su parte, Human Rights Watch: “Esto coloca en grave riesgo a los civiles”.
Con cuatro oficinas en Líbano, casi tres décadas de recorrido y con poco más de 3.500 beneficiarios solo el año pasado, el Centro Libanés de Derechos Humanos trabaja con población víctima de violaciones a los derechos humanos, ofreciendo asesoría legal, pero también psicológica. Sus esfuerzos se centran en atender a aquellos afectados por los bombardeos israelíes, y eso incluye a civiles, paramédicos y periodistas. Todo el personal, que suma unas 50 personas, está dentro del país. Al Asmar es el único afuera y, por ahora, cree que es más útil así, estando lejos, aunque eso puede cambiar en cualquier momento, si el panorama se complica aún más. De hecho, la parlamentaria Najat Saliba, que ocupa un escaño independiente en el Legislativo libanés, cree que la diáspora tiene un poder importante en medio de todo esto: “Tenemos a casi 15 millones de personas viviendo alrededor del mundo. Queremos que sigan hablando de la atrocidad que está cometiendo Israel, para así salvar a nuestro país de la destrucción”.
Y es que trabajar en estas condiciones es complicado, por no decir imposible. La prioridad ha sido la seguridad de los trabajadores humanitarios y de sus familias, pues todos están luchando por permanecer a salvo en medio de la ofensiva. En estas últimas semanas el pedido de Al Asmar ha sido uno solo: poner el bienestar como prioridad, antes que el mismo trabajo, porque el miedo es que la invasión terrestre israelí sea mayor y algo similar a las “experiencias traumáticas” de años anteriores, como la de 1982 y la de 2006. El ataque con walkie-talkies y los bombardeos a edificios residenciales son muestra, según la organización y otras entidades aliadas, como la Federación Internacional de Derechos Humanos y EuroMed Rights Network, de la deshumanización de los libaneses y, además, no responden “a una medida de justicia”, como argumentan algunos. Un alto al fuego en el Líbano y en la Franja de Gaza, pero también un embargo de armas a Israel, son algunas de sus peticiones.
Rula Amin, de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), comentó hace un par de días en una rueda de prensa que, si bien los ataques israelíes en el cruce fronterizo del Líbano con Siria han bloqueado el paso de vehículos, unas personas cruzan a pie: “Pudimos ver que algunas caminaban desesperadas por huir y, por lo tanto, atravesaron esa carretera destruida”. La mayoría de quienes han llegado al otro lado son niños y adolescentes, que en varios casos han arribado sin sus papás. Ellos presentan cansancio físico y emocional, además de otras necesidades más.
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