Libia: después del desastre viene el duelo
Michel Olivier Lacharité es coordinador del proyecto de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Libia, en donde la organización ya estaba presente, en el occidente del país.
María Alejandra Medina
En conversación con El Espectador, habla de las apremiantes necesidades de la población, sobre todo en Derna (noreste), donde, según estimaciones de Naciones Unidas, murieron al menos 11.300 personas por las inundaciones de hace tres semanas.
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En conversación con El Espectador, habla de las apremiantes necesidades de la población, sobre todo en Derna (noreste), donde, según estimaciones de Naciones Unidas, murieron al menos 11.300 personas por las inundaciones de hace tres semanas.
¿Cuál es la situación actual?
Hoy el mayor problema es la salud mental. Todos los residentes han perdido a un amigo cercano o un familiar, algunos han perdido a toda su familia y su hogar. La gente está conmocionada. Tienen síntomas como incapacidad para dormir, algunos tienen tendencias suicidas o ansiedad. Hemos visto a un niño que se niega a beber agua. El gran problema es la salud mental.
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¿Cómo fue la primera respuesta? Porque escuchamos que el acceso al territorio fue realmente difícil a causa de la destrucción que hubo. ¿Cuánto tiempo les tomó llegar hasta el epicentro?
Al principio la gente no estaba del todo asustada. Estaban esperando tener la gran tormenta Daniel, vino la lluvia y un plan de contingencia. Pero fue la noche del 10 al 11 (de septiembre), cuando todos estaban durmiendo, que el colapso de las dos represas destruyó todo. Entonces entendimos que teníamos un gran problema y necesitábamos llegar al lugar.
Algunos llegaron antes que nosotros, pero pudimos volar. Después de llegar a Derna, en la madrugada del día 14, fue posible ir al lado occidental de la ciudad. Hoy, con este deslizamiento de tierra, la parte media de la ciudad quedó cortada en dos: el lado oeste y el lado este. El acceso era bastante fácil por el lado occidental, pero después si quieres ir al otro lado, debes conducir una o dos horas para hacer una gran curva. En efecto, el acceso fue muy complicado, más que todo en el lado este.
Cuéntenos sobre las necesidades más urgentes; escuchamos mucho sobre los problemas de acceso al agua.
Lo ola y las inundaciones se lo llevaron todo en el medio de la ciudad. Lamentablemente, hubo muchos muertos.
Al principio, los hospitales no se vieron desbordados. Se instalaron hospitales de campaña, pero la ciudad ya tenía cuatro hospitales en funcionamiento, por lo que el sistema no se vio abrumado. Sin embargo, mucho personal médico y de enfermería murió durante la inundación. Eso tiene un impacto, y muchos de ellos están de luto porque perdieron a sus familiares, pero al mismo tiempo hubo mucho personal médico voluntario del resto del país que vino a apoyar el sistema de salud, así que inmediatamente hubo muchos médicos en el sistema de atención primaria de salud. Fue un poco caótico, pero algunos de ellos aún están y se están organizando.
Hemos visto muchas donaciones de medicamentos, una gran movilización por parte de las autoridades libias y de organizaciones como Naciones Unidas y ONG.
En términos de acceso al agua, es cierto que parte del sistema quedó destruido; pero la red pública siguió funcionando parcialmente. La situación no es perfecta, pero hay acceso a agua para lavar y cocinar, y el ministro de Salud y el Centro para el Control de Enfermedades están haciendo pruebas al agua para ver si la situación está bien.
Por otro lado, incluso antes de las inundaciones, la costumbre de la gente aquí era beber en botellas de plástico. Esto ha seguido, por lo que sobre riesgo de diarrea o cualquier otro problema relacionado con el agua potable, por supuesto que puede ocurrir, pero creemos que la situación está contenida con base en los hábitos.
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En cuanto a salud mental: ¿qué tipo de atención están dando?
Por el momento, nos centramos en las personas sin hogar y los supervivientes; algunos de los que lo perdieron todo están en refugios. Estamos trabajando con ellos, realizando sesiones grupales o individuales, y esto es parte de nuestro objetivo principal en salud mental. El otro grupo es el personal de salud y los voluntarios que trabajan en la estructura de salud, porque estas personas perdieron a sus familiares, sus casas, y, además, todos los días están escuchando las historias de la comunidad, de la gente; entonces, estamos brindando apoyo de salud mental a este personal y voluntarios. Vamos a ampliar el servicio a todo aquel que lo quiera o lo necesite, pero este proceso de duelo puede llevar algún tiempo.
Usted menciona varias autoridades. ¿Qué tan difícil ha sido intervenir sabiendo que hay dos gobiernos peleando por el control en el país? ¿Esto ha tenido algún tipo de efecto práctico en su trabajo diario?
Desde el principio coordinamos con la autoridad médica a nivel local. Entonces fue bastante fácil. Llegamos entre las primeras organizaciones y les hicimos nuestra propuesta; a los pocos días, conseguimos un acuerdo para trabajar con ellas. Estábamos teniendo el mismo análisis sobre el trabajo en salud mental y apoyo psicosocial.
Históricamente, siempre ha sido difícil conseguir visas para entrar a Libia, por lo que la movilización de expertos internacionales se vio facilitada tras las inundaciones. Esta es una de las principales limitaciones, pero también tenemos que asegurarnos de contar con buenos psicólogos, que hablen árabe, si queremos que sean autónomos. Pero por el momento estamos trabajando bien.
También se trata de un país que ha estado en conflicto. ¿Hay alguna preocupación sobre la seguridad del personal o de los pacientes?
Es cierto que es necesario tener esto en cuenta. Por supuesto, escuchamos los consejos de las autoridades y de la población local. Está bajo nuestro radar y lo tomamos en consideración, pero hasta ahora hemos logrado movernos al centro de la ciudad y trabajar bastante bien. Tiene razón al mencionar esto, pero la guerra terminó hace unos años, aunque, por supuesto, es algo en el contexto que debemos tener en cuenta.
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¿Qué llamado haría a la comunidad internacional? Es que cuando suceden este tipo de desastres se suele prestar mucha atención al principio y luego se olvida. ¿Qué llamado hace o cómo se puede ayudar?
He visto una estimación de unos US$2.000 millones para la reconstrucción de las casas y del centro de la ciudad. Mientras hablamos, las autoridades libias ya lograron reconstruir un puente entre las dos partes de la ciudad. Entonces, veremos cuánto tiempo llevará que todo esté 100 % funcional, pero hay una gran inversión en la construcción de la ciudad. Esto llevará algún tiempo. Es la primera consideración.
La segunda: creo que en cuanto a salud mental, los problemas son diferentes inmediatamente, cuando estás en shock, y luego de un mes, cuando todos los que vinieron a apoyarte se van y todos vuelven a sus vidas “normales”, pueden ocurrir algunos síntomas diferentes, y esto puede durar algunos meses y cambiar con el transcurso del tiempo.
Y diría que el tercer punto es para la infraestructura sanitaria e hídrica. Creo que cualquier inversión a mediano plazo será bienvenida, porque ahora casi hemos vuelto a la situación de hace un mes, y esta situación en términos de suministro de agua y atención sanitaria siempre se puede mejorar. Cuanto más sólido sea el sistema en términos de atención médica, prevención, vacunación y personal médico, más rápida será la respuesta ante cualquier problema de salud pública. Es una buena oportunidad para apoyar a esta ciudad, que fue afectada e impactada de manera tan dramática.
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