“Lo grave es cuando se decide proteger al pederasta”: Joaquín Aguilar

Los casos de abusos de menores por parte de miembros de la Iglesia crecen: Joaquín Aguilar, fundador de la Red de Sobrevivientes de Abusados por Curas en México, habla de lo que pasa en Chile y la región.

Nicolás Marín Navas
02 de junio de 2018 - 02:00 a. m.
El papa Francisco pidió otra vez perdón por no haber abordado la pederastia en la Iglesia a tiempo.  / AFP
El papa Francisco pidió otra vez perdón por no haber abordado la pederastia en la Iglesia a tiempo. / AFP

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La Iglesia católica atraviesa uno de sus peores momentos en décadas. Los escándalos sobre abusos sexuales por parte de miembros de la institución que comienzan a salir a la luz pública han dañado profundamente su nombre. Y aunque el papa Francisco está tomando medidas para abordar el asunto, no será fácil controlar un monstruo que creció durante años en total impunidad.

Chile, en donde el escándalo comienza a hacerse público, una investigación reveló que en los últimos 15 años, 80 sacerdotes (cuatro obispos, 66 sacerdotes, un diácono, dos consagrados y seis hermanos maristas, según el diario La Tercera) han sido acusados por abuso sexual. La crisis es tan grave que el papa admitió haber incurrido en “graves equivocaciones de valoración” y recriminó a los obispos por el manejo de las denuncias de abusos. Francisco, quien comenzó una profunda reestructuración de la Iglesia chilena, se reunió con siete curas y dos laicos víctimas de abuso.

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Pero el problema es mucho mayor: en Estados Unidos, Australia, Irlanda y Alemania, entre otros países, cientos de curas han sido acusados de pederastia. La región no es ajena a este pecado mortal: Colombia, Chile, Perú, Argentina y México son algunos de los países en donde más se han recibido denuncias por abusos sexuales por parte de miembros de la Iglesia. La Red de Sobrevivientes de Abusados por Curas (SNAP, por sus siglas en inglés) se ha encargado de tomar la bandera del acompañamiento de las víctimas. El Espectador habló con Joaquín Aguilar, fundador y director del SNAP en México, cuya sede recibe denuncias de todo el continente.

¿Cómo ve la posición de la Iglesia frente a lo que está sucediendo?

En mi caso, la Iglesia hasta el momento no ha hecho mucho. Con esa política de encubrimiento no han tenido control ni han creado una política eficaz para lograr reparar a nivel jurídico a las víctimas que han estado involucradas. Yo creo que ha habido muy poca colaboración por parte de ellos. Hay miembros de la institución que sí han colaborado; otros, en cambio, siguen encubriendo a los involucrados, a pesar de los años y de que se ha demostrado el daño que han hecho en este tipo de acciones. Contra eso no se ha podido hacer mucho.

¿Cuál es la magnitud del problema en América Latina?

Creo que la cultura que tenemos en el continente de respeto a la tradición, a los valores con los que nacimos, es un gran problema. Hay poblaciones en donde la autoridad eclesiástica está incluso sobre la autoridad civil. Es importante reiterar que la única forma de solucionar el problema es realizar un trabajo en conjunto entre las víctimas con la misma institución y lograr que estos casos no se repitan. Los obispos que renunciaron en Chile salen, piden disculpas a las víctimas, pero ¿qué más? No queremos simplemente sus disculpas. Hay que demostrar que esto no puede volver a pasar.

¿Qué debe hacer la institución con las víctimas para repararlas?

Cada proceso es diferente. Yo comparo el abuso sexual eclesiástico como si te quitaran el aire. A nosotros nos han enseñado que Dios nos habla a través de los sacerdotes. Cuando eres un niño y te enfrentas a esto, entras en una etapa de confusiones graves porque significa negar que Dios hizo eso. Entonces empiezas a conflictuarte de una forma que refleja la gravedad de las consecuencias. Algunos no logran salir y terminan suicidándose, otros terminan en problemas, en un círculo vicioso y dañino del cual no se tiene salida. Cuando hablas empieza el proceso de reparación para que los miembros de la institución actúen conforme lo crean, que fue lo que sucedió en Chile. Lo grave es cuando se decide proteger al pederasta antes que a las víctimas.

¿Hay casos que lo hayan conmovido?

En general son historias muy difíciles y complejas. Las consecuencias son diversas y dependen mucho de la historia y la fortaleza de la persona para que pueda hablarlo. No hay una regla para individualizar casos. Por ejemplo, he tenido uno en el que una persona tardó casi sesenta años en hablar. Creo que también depende del ambiente en el cual se desarrolla la víctima y en el cual lo puedes ayudar a generar una confesión. La familia siempre es un gran apoyo para las víctimas. Uno de los miedos que tienen es que no les van a creer lo que les sucedió o que van a pensar en una posible homosexualidad. Son diversos factores que juegan al momento de adelantar una denuncia.

(Lea: Víctimas de abusos por parte de sacerdotes revelan detalles de su encuentro con el papa)

¿Ha habido un cambio a partir de la llegada del papa Francisco?

Al final del día, creo que lo único que sirve es ir más allá del discurso. Hay que encontrar la solución para que haya un punto de equilibrio en el cual a nosotros, como víctimas, se nos repare y que a la vez no siga sucediendo. Tiene que ser una actuación integral de diversas políticas, protocolos y el perdón al que nosotros como víctimas tenemos derecho. Yo creo que Francisco va bien y que, por ejemplo, lo que sucedió con Chile es histórico. Hay que darle el reconocimiento, pero creo que sigue faltando elaborar las políticas pertinentes.

¿A qué tipo de políticas se refiere?

Una de ellas es la reparación de la víctima, la no repetición del acto, crear políticas públicas, cosa que no se ve, y crear protocolos para ver qué se puede hacer y qué no como miembro de la institución. Finalmente, ver cómo se puede colaborar con la justicia, no encubrir. Eso es lo único. Cuando hay un caso en el que se demuestra que una persona es culpable, se tiene que entregar, no es tan complejo. Simplemente no lo han querido hacer.

Hablando de la situación de México, ¿qué ha pasado en el país en cuanto a abusos?

México fue protagonista de uno de los casos más graves. El caso del fundador de los Legionarios de Cristo, el padre Marcial Maciel, relevado en 2006 del sacerdocio por abuso de menores. Hace poco salió un comunicado de los Legionarios de Cristo dizque por parte de su superior diciendo que se van a entrevistar con las víctimas.

¿Cómo se juzga a un miembro de la Iglesia?

En teoría se tiene que tratar tanto en los estrados judiciales como dentro de la propia institución para que sea retirado, pero cada caso tiene sus vertientes, en donde muchas veces no los retiran del sacerdocio y en muy pocas ocasiones los han juzgado. Aquí en México apenas hay dos sentencias por delitos sexuales a menores cometidos por los curas. Después de tanta pelea, los resultados a ese nivel han sido muy pocos.

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¿El SNAP ha llevado alguno de esos casos a la justicia ordinaria?

Sí. Hemos estado acompañando a las víctimas en estos procedimientos. Es complejo.

¿Cómo es enfrentar a la Iglesia en un proceso de estos?

Yo los he denunciado y no les gustó y no lo aceptaron. También soy víctima de un cura y eso fue lo que me llevo a crear el SNAP en México.

Por Nicolás Marín Navas

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