Los apóstoles del negacionismo climático
Donald Trump, Javier Milei y Jair Bolsonaro solo son las caras más conocidas de un fenómeno más amplio: el negacionismo climático en la política.
Camilo Gómez Forero
El miércoles, el huracán Idalia tocó las costas de Florida, provocando marejadas ciclónicas de más de cuatro metros y vientos de más de 200 km/h. Ha sido el huracán más fuerte en azotar la llamada región del Big Bend en este estado en más de un siglo. Mientras tanto, casi 100.000 hectáreas de Grecia fueron arrasadas por el megaincendio más grande registrado en la Unión Europea, que obligó a la mayor operación de extinción desde que se fundó la comunidad.
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El miércoles, el huracán Idalia tocó las costas de Florida, provocando marejadas ciclónicas de más de cuatro metros y vientos de más de 200 km/h. Ha sido el huracán más fuerte en azotar la llamada región del Big Bend en este estado en más de un siglo. Mientras tanto, casi 100.000 hectáreas de Grecia fueron arrasadas por el megaincendio más grande registrado en la Unión Europea, que obligó a la mayor operación de extinción desde que se fundó la comunidad.
En las labores de apoyo a Grecia participaron los gobiernos de Francia e Italia, que a la vez debieron responder a las inundaciones por intensas lluvias en el sur y el norte de sus países, respectivamente. Asia no estuvo a salvo: el tifón Saola pasó por Filipinas y encendió los máximos niveles de alerta en Taiwán y China. Todo eso fue esta semana, por mencionar solo un par de casos.
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Estamos atravesando por un período de “rareza global”, como lo ha llamado la científica meteoróloga Katharine Hayhoe. Los fenómenos naturales ocurren cada vez con más frecuencia, mayor intensidad y causando más daños que antes. Para los científicos como Hayhoe, la actividad humana es la causante de esto al acelerar el cambio climático. Aunque toda la evidencia apunta a ello, “todavía hay algunos que niegan si el cambio climático tiene o no algo que ver con todo esto”, como señaló el presidente estadounidense, Joe Biden, al hablar sobre el huracán Idalia. ¿Por qué?
Hay tres grandes pilares que nos pueden ayudar a identificar por qué un político o una figura reconocida podría ser, a pesar de las pruebas, un negacionista del cambio climático. El primero es el negocio: una mezcla entre la política y el dinero detrás del negacionismo. Tomemos el caso de un negacionista reconocido: el expresidente Donald Trump, quien llamó al cambio climático “una broma” durante su campaña.
Poco después que Trump asumiera como presidente, la empresa Energy Transfer, del multimillonario petrolero Kelcy Warren, obtuvo la aprobación para seguir adelante con el controvertido oleoducto Dakota Access en Texas. Más tarde, los vínculos de la empresa con la administración Trump se fortalecieron, pues el entonces presidente nombró al exgobernador de Texas Rick Perry, quien había sido parte de la junta directiva de una subsidiaria de Energy Transfer, como su secretario de Energía.
Con Trump fueron cuatro años de desregulaciones que favorecían a la industria petrolera. Los favores llegaron por medio de Perry y otros funcionarios nombrados por el expresidente en cargos muy relevantes. Scott Pruitt, por ejemplo, se convirtió en el administrador de la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA, por su sigla en inglés).
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Pruitt es un afamado negacionista del cambio climático, al que acusa de ser “una mentira que amenazaba la economía y la libertad”. Pero también era un lobista que por años recibió dinero y viajes de las petroleras. Así que, cuando llegó al cargo, no fue sorpresa que defendiera a las petroleras y llamara el calentamiento global un engaño. Incluso citó la Biblia para defender a estas empresas.
“La visión bíblica del mundo con respecto a estos temas es que tenemos la responsabilidad de administrar, cultivar y cosechar los recursos naturales con los que hemos sido bendecidos para bendecir verdaderamente a nuestros semejantes”, dijo en una entrevista con CBN sobre el uso del petróleo y el carbón.
Eran nombramientos irónicos. ¿Cómo podía Rex Tillerson, quien se convirtió en el secretario de Estado, asumir la posición más distinguida para la defensa del cambio climático? Antes había sido director ejecutivo de ExxonMobil y tenía acciones en la compañía. Estos individuos, en secreto, se beneficiaban cuando no se tomaba la realidad del cambio climático en serio. Pero también Trump. En 2020, Kelcy Warren, el dueño de Energy Transfer, así como otros empresarios petroleros, organizaron eventos para recaudar fondos para la campaña de Trump a la Presidencia. Llenaron sus arcas con millones de dólares. Los conflictos de interés eran enormes, y estos son solo algunos casos.
El dinero del petróleo está por todos lados en el debate sobre negacionismo climático. También aparece financiando investigaciones que atacan los estudios e investigadores que alertan sobre el cambio climático. El sociólogo Robert Brulle de la Universidad de Brown encontró que tan solo entre 2003 y 2010, al menos 91 centros de pensamiento escépticos del calentamiento global recibieron ingresos por US$900 millones. ExxonMobil, por ejemplo, donó millones al Instituto Cato desde la década de los 90. Este último ha publicado reportajes defendiendo las posturas de la compañía desde entonces.
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Ligado al dinero encontramos nuestro segundo pilar: el lado ideológico y psicológico. Figuras como la del candidato presidencial Javier Milei en Argentina dicen que “el calentamiento global es otra de las mentiras del socialismo”. No es una sorpresa, teniendo en cuenta que el candidato de La Libertad Avanza es un defensor acérrimo del libre mercado.
“El principal factor que determina si la gente acepta o rechaza la ciencia climática es su ideología personal”, explicó Stephan Lewandowsky, profesor de psicología de la Universidad de Bristol que investiga las actitudes hacia el cambio climático, a la agencia AFP.
Sobre el aspecto psicológico, Lewandowsky y su colega, Matthew Hornsey, de la Universidad de Queensland, detallan que existe un “razonamiento motivado” que también motiva a los negacionistas. Las personas deciden en qué creer, y luego buscan evidencia que respalde su opinión, mientras demuestran aversión a las soluciones para los problemas que implican sacrificios personales.
Finalmente, está el último pilar, que persigue la fama y la monetización por el negacionismo. John Cook, investigador de la Universidad Monash en Melbourne y fundador del sitio de explicación climática Skeptical Science, destacó en una de sus investigaciones que “el narcisismo maligno probablemente sea un gran impulsor (del negacionismo)”, le comentó a AFP.
Según Cook, “hay académicos que tuvieron una carrera extremadamente mediocre en el mejor de los casos y luego llegó el cambio climático y dijeron: ‘Oh, es un engaño’, y afirmaron tener cierta experiencia. Luego se vieron inundados por solicitudes de los medios. Estos tipos están motivados por la atención”. Y esa atención, que no obtuvieron por otras razones, no solo es egocéntrica, sino rentable. Un ejemplo es el del meteorólogo Anthony Watts, fundador del blog escéptico Watts Up With That.
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Jennie King, jefa de acción cívica del Instituto para el Diálogo Estratégico (ISD), un grupo de investigación digital con sede en Londres, explicó que estos individuos “se benefician de la economía de la indignación en línea y están explotando el actual modelo de negocio de las redes sociales, que les permite monetizar la negación y la desinformación climática. Al cultivar una marca como estos expertos intelectuales y contrarios a la Dark Web, ganan cada vez más prominencia en las plataformas de redes sociales”.
Las razones que pueden explicar el negacionismo climático de una figura pública son amplias, así como la lista de nombres que podemos identificar con estas posturas es cada vez más abultada. A Trump y Milei les podemos sumar a Jair Bolsonaro en Brasil, Giorgia Meloni en Italia, Santiago Abascal en España y otros populistas de derecha. El negacionismo también es la posición de partidos enteros, como Alternativa para Alemania, el Partido de los Finlandeses o el Partido de la Libertad de Austria. Es un conteo que parece interminable. Pero el problema es mucho más amplio. Estos líderes pueden ser el rostro del movimiento negacionista, pero, ¿qué hay en el medio?
Para 2021, 139 congresistas estadounidenses ponían en duda el consenso científico y se posicionaban del lado del negacionismo. Esos mismos recibieron al menos US$61 millones de las industrias del carbón y del petróleo para sus campañas, según el instituto independiente Center for American Progress. Con ello, el 63 % de los estadounidenses estaban representados por un negacionista del cambio climático en el Congreso. Ese es el equivalente a al menos unos 200 millones de personas en el país
La gran mayoría de estos negacionistas son republicanos, como Barry Loudermilk (representante del Distrito 11 de Georgia). Loudermilk, quien ha dicho que los congresistas no deberían escribir leyes porque estas se violarán de todas maneras, fue noticia esta semana en algunos medios porque por poco reconoce que el cambio climático hizo que el huracán Idalia se fortaleciera tanto.
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“Creo que hoy estamos en el aniversario de Katrina, una de las peores tormentas de la historia. Si fuera el cambio climático, si continúa empeorando, ¿no veríamos que esta tormenta empeora cada vez más?”, afirmó el congresista en Fox News.
En efecto: el calentamiento global hace que la situación empeore cada vez más. Los huracanes se fortalecen por la alta temperatura del océano, que es a la vez causada por el aumento de las temperaturas de la atmósfera de la Tierra producido por las acciones del ser humano. Loudermilk, sin embargo, respalda decisiones como la de Trump de sacar al país del Acuerdo de París y apunta a que el cambio climático es “una función de la naturaleza”.Estos son los funcionarios que, al final, terminan siendo responsables de aprobar los nombramientos polémicos y las medidas que favorecen a las industrias que impactan en el medio ambiente en cada país.
Lo esperanzador en este asunto es que el público general no está en sintonía con los políticos. En Estados Unidos, el 74 % cree que el calentamiento global está sucediendo, contra el 15 % que no, según una encuesta realizada por el Programa de la Universidad de Yale de Comunicación sobre el Cambio Climático y el Centro para la Comunicación sobre el Cambio Climático de la Universidad George Mason.
Por eso mismo, la ciudadanía debería impulsar reformas climáticas que respondan al problema, y que sean urgentes. Un enfoque que están adoptando algunos políticos, como el primer ministro de Reino Unido, Rishi Sunak, es el de la dilatación en lugar de la negación: acepta que el ser humano está causando el cambio climático, pero alarma al público sobre las consecuencias económicas que enfrentaría al atender el problema. Así, posterga las acciones indefinidamente. El asunto con esto es que se agota el tiempo para la humanidad. Se necesita acción. También exposición de los políticos que, como señala Greenpeace, obstaculizan el progreso. La próxima vez que se encuentre con un discurso negacionista, pregúntese qué hay detrás de esa posición. ¿Hay dinero u otras influencias de por medio?
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