Los iraquíes se cansaron de esperar la llegada de un nuevo primer ministro
Tras una relativa calma, los manifestantes alzaron la voz en Irak contra unos políticos que desde hace días no han podido encontrar un nuevo primer ministro que contente a todas las partes, y también contra Irán, determinado a mantener su influencia en el país.
- Redacción Internacional con información de agencias
El ajedrez político en Irak es complicado, pues todas las partes buscan salir vencedoras y, por lo tanto, es difícil dejarlas satisfechas. Desde el martes, el presidente iraquí, Barham Saleh, y el jefe del Parlamento, Mohammed al Halbusi, no han dejado de prorrogar el plazo para nombrar al nuevo jefe de gobierno. Sin embargo, este domingo deberían someter al voto de los diputados el nombre de un candidato.
No obstante, los manifestantes decidieron no esperar a que se produjera ningún anuncio. Fueron miles los que salieron a las calles de Bagdad, sobre todo la plaza Tahrir, y de las ciudades del sur. "¡Halbusi, Bahram, ha llegado su hora!", gritaban, acusando a los hombres de "procrastinar" y de "violar la Constitución".
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Además de quejarse de los reiterados atrasos a la hora de decidirse sobre un nuevo líder del gobierno, los manifestantes denunciaban la influencia de Irán en el poder de Bagdad, temerosos de que el candidato que se perfila como ganador acabe siendo primer ministro.
Se trata de Qusai al Suheil, exministro de Educación Superior, que cuenta con el apoyo de Teherán y de los partidos proiraníes del Parlamento, según varios responsables políticos.
"Pero es justamente eso lo que rechazamos: el control iraní sobre nuestro país, que Qasem Soleimani dirija todo", recalcó Tahrir Hueida, una estudiante de 24 años. Y es que, en Irak, no han sido pocas las ocasiones en las que, cuando había que tomar una decisión importante, el poderoso general iraní Qasem Soleimani estaba detrás.
Un hombre "íntegro"
Para la formación del gobierno, el emisario de Teherán contó con la colaboración de un responsable del Hezbolá libanés para negociar con los partidos sunitas y kurdos, cuyo apoyo necesitan los chiitas para obtener la mayoría en el Parlamento. El puesto de primer ministro en Irak está reservado a los chiitas.
Aludiendo al presidente Saleh en Twitter, un diputado de la oposición lo instó a evitar "sumir al país en el caos sangriento eligiendo a una figura que el pueblo ya ha rechazado".
En la Asamblea, la más fragmentada de la historia reciente de Irak, algunos defendían que Saleh recurra al artículo 81 de la Constitución, que le autoriza a decretar el puesto de primer ministro vacante y a ocuparlo de facto.
Puede leer: Protestas en Irak: el primer ministro iraquí presentará su renuncia
"Han caído cientos de mártires y ellos siguen sin tener en cuenta nuestras reivindicaciones", declaró Muataz, estudiante de 21 años, en la plaza de Tahrir. "Queremos un primer ministro íntegro, pero nos traen a un corrupto como ellos, que va dejar que nos sigan robando", añadió.
Desde 2003, más de la mitad de los ingresos del petróleo iraquí acabaron dilapidados en casos de corrupción, según cifras oficiales. Por otro lado, en el sur, donde llevan semanas de desobediencia civil y se cerraron escuelas y otros edificios administrativos por "orden del pueblo", este domingo había carreteras cortadas por los manifestantes, como la que conduce al puerto de Um Kasar, cerca de Basora, vital para las importaciones.
En los últimos tres meses, esta revuelta de carácter espontáneo, dejó cerca de 460 muertos, 25.000 heridos y decenas de activistas asesinados o secuestrados por "milicias", según la ONU.
El ajedrez político en Irak es complicado, pues todas las partes buscan salir vencedoras y, por lo tanto, es difícil dejarlas satisfechas. Desde el martes, el presidente iraquí, Barham Saleh, y el jefe del Parlamento, Mohammed al Halbusi, no han dejado de prorrogar el plazo para nombrar al nuevo jefe de gobierno. Sin embargo, este domingo deberían someter al voto de los diputados el nombre de un candidato.
No obstante, los manifestantes decidieron no esperar a que se produjera ningún anuncio. Fueron miles los que salieron a las calles de Bagdad, sobre todo la plaza Tahrir, y de las ciudades del sur. "¡Halbusi, Bahram, ha llegado su hora!", gritaban, acusando a los hombres de "procrastinar" y de "violar la Constitución".
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Además de quejarse de los reiterados atrasos a la hora de decidirse sobre un nuevo líder del gobierno, los manifestantes denunciaban la influencia de Irán en el poder de Bagdad, temerosos de que el candidato que se perfila como ganador acabe siendo primer ministro.
Se trata de Qusai al Suheil, exministro de Educación Superior, que cuenta con el apoyo de Teherán y de los partidos proiraníes del Parlamento, según varios responsables políticos.
"Pero es justamente eso lo que rechazamos: el control iraní sobre nuestro país, que Qasem Soleimani dirija todo", recalcó Tahrir Hueida, una estudiante de 24 años. Y es que, en Irak, no han sido pocas las ocasiones en las que, cuando había que tomar una decisión importante, el poderoso general iraní Qasem Soleimani estaba detrás.
Un hombre "íntegro"
Para la formación del gobierno, el emisario de Teherán contó con la colaboración de un responsable del Hezbolá libanés para negociar con los partidos sunitas y kurdos, cuyo apoyo necesitan los chiitas para obtener la mayoría en el Parlamento. El puesto de primer ministro en Irak está reservado a los chiitas.
Aludiendo al presidente Saleh en Twitter, un diputado de la oposición lo instó a evitar "sumir al país en el caos sangriento eligiendo a una figura que el pueblo ya ha rechazado".
En la Asamblea, la más fragmentada de la historia reciente de Irak, algunos defendían que Saleh recurra al artículo 81 de la Constitución, que le autoriza a decretar el puesto de primer ministro vacante y a ocuparlo de facto.
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"Han caído cientos de mártires y ellos siguen sin tener en cuenta nuestras reivindicaciones", declaró Muataz, estudiante de 21 años, en la plaza de Tahrir. "Queremos un primer ministro íntegro, pero nos traen a un corrupto como ellos, que va dejar que nos sigan robando", añadió.
Desde 2003, más de la mitad de los ingresos del petróleo iraquí acabaron dilapidados en casos de corrupción, según cifras oficiales. Por otro lado, en el sur, donde llevan semanas de desobediencia civil y se cerraron escuelas y otros edificios administrativos por "orden del pueblo", este domingo había carreteras cortadas por los manifestantes, como la que conduce al puerto de Um Kasar, cerca de Basora, vital para las importaciones.
En los últimos tres meses, esta revuelta de carácter espontáneo, dejó cerca de 460 muertos, 25.000 heridos y decenas de activistas asesinados o secuestrados por "milicias", según la ONU.