Los israelíes están molestos con Netanyahu, pero es poco probable que se vaya
La popularidad de Benjamin Netanyahu, cuyo juicio por corrupción se reanuda este luens, nunca había sido tan baja ante el público israelí. Pese a esto, su salida del gobierno no se ve cerca.
Sheera Frenkel | The New York Times
Benjamín Netanyahu, el primer ministro de Israel con más tiempo en el cargo, ha sobrevivido muchas controversias, incluidas acusaciones de corrupción y, este año, señalamientos de que una polémica reforma del poder judicial del país fue un intento mal disfrazado para acumular más poder.
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Benjamín Netanyahu, el primer ministro de Israel con más tiempo en el cargo, ha sobrevivido muchas controversias, incluidas acusaciones de corrupción y, este año, señalamientos de que una polémica reforma del poder judicial del país fue un intento mal disfrazado para acumular más poder.
No obstante, ahora enfrenta la mayor crisis de su carrera política. Las reacciones negativas a los fracasos de su gobierno para impedir el ataque terrorista liderado por Hamás el 7 de octubre, en el cual 1200 personas fueron asesinadas y más de 240 fueron tomadas como rehenes, así como las críticas a su manejo de la guerra en la Franja de Gaza están en constante aumento.
Las personas dentro del gobierno de Netanyahu y aquellas que esperan verlo remplazado coinciden en que su popularidad nunca había sido tan baja ante el público israelí.
Aun así, debido a las complejidades del sistema parlamentario de Israel y los caprichos de la guerra, existen pocos caminos para que Netanyahu sea obligado pronto a dejar su cargo. Sin embargo, analistas afirman que sus perspectivas políticas a largo plazo y su legado dependen en gran medida de cómo maneje las cosas durante los próximos días.
En los últimos días y semanas, las vigilias por los israelíes asesinados se han convertido en protestas contra el liderazgo de Netanyahu. Los llamados a que asuma la responsabilidad por las fallas de inteligencia que precedieron al ataque de Hamás se han transformado en una campaña que busca su dimisión.
Un miembro de extrema derecha de su coalición de gobierno, Itamar Ben-Gvir, ha amenazado con derrocar al gobierno. Miembros del propio partido de Netanyahu, Likud, han hablado de desertar, según dos altos miembros del partido. Además, Estados Unidos, el aliado más cercano e importante de Israel, ha comenzado a presionar al primer ministro para que limite el número de muertes de civiles en Gaza.
Mientras la guerra entraba en una nueva fase el viernes tras el colapso de una tregua de siete días y el inicio de una renovada campaña aérea israelí, Netanyahu busca una solución (incluido el posible asesinato del máximo líder de Hamas en Gaza) que pueda apaciguar a su coalición, callar a sus críticos y satisfacer a una población que espera con desesperación que Netanyahu traiga a casa a los rehenes restantes en Gaza y derrote a Hamás.
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Existe un respaldo fuerte a la guerra en todo el espectro político y un partido de la oposición se ha unido a la coalición de Netanyahu para formar un gobierno de unidad de emergencia y un gabinete de guerra. El movimiento de unidad fue ampliamente celebrado por el público israelí como una señal de que los políticos estaban eliminando la burocracia para administrar el esfuerzo bélico. Sin embargo, Netanyahu aún debe manejar las diferencias entre dirigentes sobre las negociaciones en torno a los rehenes, la ayuda humanitaria y la conducción de la guerra. Por ejemplo, Ben-Gvir amenazó durante el alto al fuego con hacer caer al gobierno si la guerra no se reanudaba.
En una declaración a los periodistas el viernes, Netanyahu afirmó que estaba comprometido a “destruir a Hamás”. En privado, ha dicho a sus asistentes que está presionando para que los militares asesinen al líder de Hamas en Gaza, Yahya Sinwar, según un funcionario israelí actual y un exfuncionario que han hablado con el primer ministro en los últimos días.
Los funcionarios señalaron que Netanyahu cree que el asesinato de Sinwar, el presunto autor intelectual de los ataques del 7 de octubre, bastaría para convencer al público israelí de que se ha obtenido una gran victoria contra Hamás y que la guerra puede terminar.
Analistas políticos israelíes aseguraron que la muerte de Sinwar podría frenar, pero no revertir, la marea de ira pública contra Netanyahu.
Anshel Pfeffer, un columnista del periódico Haaretz y autor de “Bibi: The Turbulent Life and Times of Benjamin Netanyahu”, manifestó: “Si el Ejército israelí lograra asesinar a una figura importante de Hamás, considero que Netanyahu buscaría atribuirse el crédito”.
Pfeffer añadió que, a pesar de los numerosos escándalos que han sacudido en el pasado la reputación de Netanyahu, siempre ha logrado salvar su pellejo político.
Durante gran parte del año pasado, cientos de miles de israelíes salieron a las calles para protestar contra los planes de reforma judicial del primer ministro. Muchos israelíes consideran que los cambios están vinculados al juicio en curso de Netanyahu por cargos de corrupción, aunque él ha negado cualquier conexión entre ambas cosas.
En una encuesta del 7 de septiembre realizada por Kan, la emisora pública de Israel, el 75 por ciento de los participantes indicaron que creían que el gobierno de Netanyahu “no estaba funcionando bien”.
En las semanas transcurridas desde el inicio de la guerra, las cifras de Netanyahu han ido en caída constante. En una encuesta publicada el viernes por el periódico israelí Ma’ariv, el 30 por ciento de los encuestados señaló que Netanyahu era el mejor candidato para ocupar el cargo de primer ministro, mientras que el 49 por ciento prefería a su rival político más cercano, Benny Gantz, un exministro de Defensa.
La misma encuesta halló que el apoyo a Likud también había disminuido.
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En Israel, los gobiernos se forman a través de un sistema multipartidista basado en qué partido puede reunir una mayoría de al menos 61 escaños de los 120 que hay en el Parlamento.
La coalición de Netanyahu tiene actualmente 74 escaños. Para sacarlo, al menos 13 miembros del Parlamento tendrían que abandonar su coalición o se tendría que realizar una moción de censura en la legislatura y seleccionar a otro candidato para remplazar a Netanyahu.
Aviv Bushinsky, un exasesor político de Netanyahu, mencionó que ninguno de los dos casos era probable.
Bushinsky externó: “Casi todas las personas con las que hables hoy te dirán lo mismo: que Netanyahu debe dimitir de su cargo; que no puede seguir liderando este país. Y, sin embargo, al mismo tiempo, existe un escenario muy real en el que seguirá siendo primer ministro a pesar de su impopularidad debido a lo difícil que es remplazarlo o destituirlo”.
Bushinsky dijo que algunos miembros del partido Likud de Netanyahu habían hablado de dividirse para formar su propio partido, pero que era poco probable que lo hicieran en medio de una guerra.
“La gente solo va a actuar mientras sea oportuno. No se trata solo de que abandonen el Likud, se trata de que puedan formar su propia coalición de 61 personas que los apoye. Simplemente, no creo que una constelación política como esa funcione”, opinó Bushinsky.
El exasesor añadió que el sentimiento político israelí se ha desplazado hacia la derecha desde el 7 de octubre. Predijo que cualquier elección futura solo podría ser ganada por un candidato de derecha que fuera visto como un líder militar fuerte.
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