Los movimientos separatistas activos en todo el mundo
El sentimiento separatista vuelve a visitar Europa con los recientes pedidos de una nueva votación sobre la independencia de Escocia para 2023. Estos son otros movimientos que están activos.
Desde la Patagonia hasta el Tíbet: el mundo está lleno de movimientos separatistas, independentistas o secesionistas. Algunos grupos conformados por minorías religiosas o étnicas buscan naciones independientes para dejar de ser oprimidos. Otros movimientos buscan responder a guerras pasadas o delimitaciones de fronteras con las que no estaban de acuerdo. Hay cuestiones culturales e históricas, pero sobre todo inconformismo con los gobiernos centrales y sus políticas económicas. Las regiones más ricas suelen sentir que aportan más de lo que reciben, y que no reciben beneficios de manera proporcionada a los que acceden las regiones pobres.
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Desde la Patagonia hasta el Tíbet: el mundo está lleno de movimientos separatistas, independentistas o secesionistas. Algunos grupos conformados por minorías religiosas o étnicas buscan naciones independientes para dejar de ser oprimidos. Otros movimientos buscan responder a guerras pasadas o delimitaciones de fronteras con las que no estaban de acuerdo. Hay cuestiones culturales e históricas, pero sobre todo inconformismo con los gobiernos centrales y sus políticas económicas. Las regiones más ricas suelen sentir que aportan más de lo que reciben, y que no reciben beneficios de manera proporcionada a los que acceden las regiones pobres.
En la actualidad, hay docenas de movimientos en todos los continentes, excepto en la Antártida. Algunos son más violentos que otros. Hay quienes ya llevan persiguiendo su causa por décadas y otros que recién empiezan la lucha por su autonomía. Este es un recuento de los casos activos de mayor renombre. Si algo demostró la salida de Reino Unido de la Unión Europea es que un movimiento tiene el potencial de cambiar el equilibrio mundial. Sin importar cuál sea su probabilidad de éxito, estos no deben ser ignorados.
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Es clave prestarles atención a estas ideas, porque son el reflejo de que algo marcha muy mal con la democracia, especialmente con sus participantes.
“(Cuando un grupo de personas quiere separarse) está diciendo, básicamente, ‘no puedo llevarme bien con ustedes. No podemos encontrar una manera de conciliar nuestros intereses o hacer políticas que estén en el interés del bien público más amplio de nuestro estado. Así que nos convertiremos en nuestra propia entidad’. Eso básicamente es admitir que no hay forma de que nos curemos, lo cual es muy triste”, señaló la politóloga Katherine J. Cramer a la revista U.S. News.
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Cramer dice que las condiciones actuales están haciendo que esta sea una opción considerada por más regiones porque los líderes políticos la alimentan al dibujar a quienes están del otro lado como el enemigo. La polarización está fortaleciendo la desconfianza hacia el otro, al punto de considerar opciones que antes se pensaban imposibles. Para William Gale y Darrell West, expertos del Instituto Brookings, “hablar de soluciones radicales indica un profundo descontento con el statu quo y la voluntad de considerar acciones fuera de la caja. Las acciones extremas se están convirtiendo en la corriente principal de maneras que son bastante arriesgadas. Durante una época de megacambio no debemos ignorar este tipo de ideas radicales”.
En especial cuando, si llegan a ejecutarse, estas ideas podrían conducir a más conflictos, según la experta Tanisha Fazal. “Encontrar mejores formas de lidiar con el secesionismo es un problema tanto para los principales países y organizaciones internacionales como para los propios secesionistas”, dice en la revista Foreign Affairs.
Cada caso es diferente y no podemos meter a todos los grupos secesionistas en la misma bolsa. Sin embargo, hay características que comparten, como el disgusto con el gobierno central y el desagrado por pagar más impuestos que otras regiones sin tener mayor representación o beneficios a cambio. Para Tanh Hengjun, quien se desempeñó como miembro principal del Consejo Atlántico en Washington, D. C., la cura a estas ideas es la democracia y los valores políticos. Como él, expertos concluyen que el criterio para determinar si un movimiento separatista en particular se desarrollará pacíficamente, o se convertirá en un conflicto sangriento de larga data, es el nivel de democracia. En consecuencia, como pide Hengjun, hay que trabajar por los principios democráticos para la interacción con estos grupos y recordarles que, si no les gustan las condiciones actuales del país, pueden cambiarlas en democracia.
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