Mali, entre golpes de Estado, inestabilidad y ataques terroristas
La historia de este país africano está plagada de golpes de Estado: el de ayer es el cuarto. Esta era la situación de esta excolonia francesa desde el último levantamiento golpista en 2012: ataques terroristas, violencia e inestabilidad política.
Mali ha vivido siempre al borde del abismo. Desde 1960 cuando dejó de ser una colonia francesa, el país ha estado entre golpes de Estado y ataques de grupos terroristas, particularmente al norte en donde se asientan varios grupos yihadistas.
Un reciente informe del International Crisis Group (ICG), un centro de pensamiento con sede en Bruselas, señaló que “Mali es tan inestable que todos los escenarios son posibles, incluyente un nuevo golpe militar y un brote de violencia. Si las autoridades transicionales no logran imponer el orden y reconquistar el norte, el caos permitirá que el extremismo religioso se extienda y que la violencia terrorista sobrepase las fronteras de Mali”.
Ver más: Mali, al borde del abismo
El análisis se hizo realidad y este martes el país fue escenario de un golpe d Estado: militares malienses tomaron el poder tras disolver la Asamblea Nacional, forzar la renuncia del presidente Ibrahim Boubacar Keita (IBK) y de su Gobierno y crear un “Comité Nacional para la Salvación del Pueblo”.
Cinco uniformados comparecieron esta mañana ante la televisión pública maliense ORTM y leyeron un comunicado en el que confirmaron el derrocamiento del régimen de IBK y prometieron una transición hacia unas elecciones "en un plazo razonable" que no precisaron.
El comunicado fue leído por el teniente coronel Ismael Waghe, que fue presentado como "portavoz", pero no está claro quién de los cinco es el que encabezará el poder, siendo los nombres de los coroneles Sadiou Camara y Malick Diaw los que suenan con más fuerza.
Cuarto golpe
El de ayer es el cuarto golpe de Estado en la corta historia de Mali, independizado de Francia en 1960, pues los militares se han amotinado y hecho con el poder en 1968, 1991 y 2012, siendo este último golpe el que abrió las puertas del país a los grupos yihadistas, una de las mayores amenazas actuales.
En todos los casos, han sido los militares de las Fuerzas Armadas Malienses los que se han erigido en salvadores de la patria y han declarado que su único fin era garantizar la estabilidad y la cohesión de un país que ya nació con grandes tensiones étnicas, protagonizadas sobre todo por la minoría tuareg establecida en el noreste.
El golpe de ayer, pese a la condena internacional, contó en sus primeras horas con un gran apoyo popular, a juzgar por las escenas festivas observadas en las calles de Bamako y los aplausos que las muchedumbres dedicaban a los convoyes militares.
Ver más: Confusión en Mali por intentona golpista
Además, se ha producido sin el menor derramamiento de sangre, pues rápidamente el grueso de las fuerzas armadas se puso del lado de los golpistas y no hubo enfrentamientos salvo unos tiroteos aislados en la base militar de Kati, donde empezó la asonada.
Se cree que los miembros del Gobierno están en manos de los militares golpistas, pero hasta ahora solo el presidente Boubacar Keita ha aparecido en público para leer una carta de dimisión, justificada "para evitar todo derramamiento de sangre".
El golpe de 2012 y aislamiento
Este fue el golpe que desató la situación más grave y que abrió las puertas a las constantes amenazas de seguridad. El ejército vienen denunciando desde entonces que no cuentan con los recursos necesarios para enfrentar a los rebeldes.
La Comunidad Económica de Estados de África del Oeste (CEDEAO) suspendió la participación de Mali en todos sus órganos de decisión, pidió a sus miembros que adoptara sanciones contra los golpistas y solicitó la "activación de la fuerza de la CEDEAO", amenaza velada de una intervención militar.
Una delegación de la CEDEAO, que ha tenido un importante papel de mediación en la profunda crisis que vive Mali desde las pasadas elecciones legislativas de abril -contestadas por la oposición como fraudulentas- era esperada hoy en Bamako, pero su visita se descarta por el momento y queda por ver si podrá jugar algún papel negociador.
Por el momento, los golpistas han tratado de calmar a la opinión pública internacional subrayando la validez de los Acuerdos de Argel de 2015, que han servido como frágil base de reconciliación nacional en los últimos años pero no han conseguido ni desarmar las numerosas milicias ni terminar con la violencia, que se ha extendido desde el noreste hacia casi todo el país.
Ver más: Así renunció el presidente de Mali, tras golpe de Estado
También han querido los golpistas tender la mano a los que llamaron "socios" de las tres fuerzas militares internacionales presentes en Mali: la misión de la ONU Minusma, la fuerza francesa Berkhane (concebida como una misión antiterrorista) y el G5, alianza militar formada por cinco países del Sahel (Mali, Mauritania, Burkina Faso, Níger y Chad).
Sin embargo, no ha habido una sola voz en la comunidad internacional que haya aplaudido el golpe, y las condenas en los términos más enérgicos han venido del secretario general de la ONU, la Unión Europea, la Unión Africana, Estados Unidos o Francia (antigua potencia colonial), por citar a los actores con mayor influencia y presencia en Mali.
Mali ha vivido siempre al borde del abismo. Desde 1960 cuando dejó de ser una colonia francesa, el país ha estado entre golpes de Estado y ataques de grupos terroristas, particularmente al norte en donde se asientan varios grupos yihadistas.
Un reciente informe del International Crisis Group (ICG), un centro de pensamiento con sede en Bruselas, señaló que “Mali es tan inestable que todos los escenarios son posibles, incluyente un nuevo golpe militar y un brote de violencia. Si las autoridades transicionales no logran imponer el orden y reconquistar el norte, el caos permitirá que el extremismo religioso se extienda y que la violencia terrorista sobrepase las fronteras de Mali”.
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El análisis se hizo realidad y este martes el país fue escenario de un golpe d Estado: militares malienses tomaron el poder tras disolver la Asamblea Nacional, forzar la renuncia del presidente Ibrahim Boubacar Keita (IBK) y de su Gobierno y crear un “Comité Nacional para la Salvación del Pueblo”.
Cinco uniformados comparecieron esta mañana ante la televisión pública maliense ORTM y leyeron un comunicado en el que confirmaron el derrocamiento del régimen de IBK y prometieron una transición hacia unas elecciones "en un plazo razonable" que no precisaron.
El comunicado fue leído por el teniente coronel Ismael Waghe, que fue presentado como "portavoz", pero no está claro quién de los cinco es el que encabezará el poder, siendo los nombres de los coroneles Sadiou Camara y Malick Diaw los que suenan con más fuerza.
Cuarto golpe
El de ayer es el cuarto golpe de Estado en la corta historia de Mali, independizado de Francia en 1960, pues los militares se han amotinado y hecho con el poder en 1968, 1991 y 2012, siendo este último golpe el que abrió las puertas del país a los grupos yihadistas, una de las mayores amenazas actuales.
En todos los casos, han sido los militares de las Fuerzas Armadas Malienses los que se han erigido en salvadores de la patria y han declarado que su único fin era garantizar la estabilidad y la cohesión de un país que ya nació con grandes tensiones étnicas, protagonizadas sobre todo por la minoría tuareg establecida en el noreste.
El golpe de ayer, pese a la condena internacional, contó en sus primeras horas con un gran apoyo popular, a juzgar por las escenas festivas observadas en las calles de Bamako y los aplausos que las muchedumbres dedicaban a los convoyes militares.
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Además, se ha producido sin el menor derramamiento de sangre, pues rápidamente el grueso de las fuerzas armadas se puso del lado de los golpistas y no hubo enfrentamientos salvo unos tiroteos aislados en la base militar de Kati, donde empezó la asonada.
Se cree que los miembros del Gobierno están en manos de los militares golpistas, pero hasta ahora solo el presidente Boubacar Keita ha aparecido en público para leer una carta de dimisión, justificada "para evitar todo derramamiento de sangre".
El golpe de 2012 y aislamiento
Este fue el golpe que desató la situación más grave y que abrió las puertas a las constantes amenazas de seguridad. El ejército vienen denunciando desde entonces que no cuentan con los recursos necesarios para enfrentar a los rebeldes.
La Comunidad Económica de Estados de África del Oeste (CEDEAO) suspendió la participación de Mali en todos sus órganos de decisión, pidió a sus miembros que adoptara sanciones contra los golpistas y solicitó la "activación de la fuerza de la CEDEAO", amenaza velada de una intervención militar.
Una delegación de la CEDEAO, que ha tenido un importante papel de mediación en la profunda crisis que vive Mali desde las pasadas elecciones legislativas de abril -contestadas por la oposición como fraudulentas- era esperada hoy en Bamako, pero su visita se descarta por el momento y queda por ver si podrá jugar algún papel negociador.
Por el momento, los golpistas han tratado de calmar a la opinión pública internacional subrayando la validez de los Acuerdos de Argel de 2015, que han servido como frágil base de reconciliación nacional en los últimos años pero no han conseguido ni desarmar las numerosas milicias ni terminar con la violencia, que se ha extendido desde el noreste hacia casi todo el país.
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También han querido los golpistas tender la mano a los que llamaron "socios" de las tres fuerzas militares internacionales presentes en Mali: la misión de la ONU Minusma, la fuerza francesa Berkhane (concebida como una misión antiterrorista) y el G5, alianza militar formada por cinco países del Sahel (Mali, Mauritania, Burkina Faso, Níger y Chad).
Sin embargo, no ha habido una sola voz en la comunidad internacional que haya aplaudido el golpe, y las condenas en los términos más enérgicos han venido del secretario general de la ONU, la Unión Europea, la Unión Africana, Estados Unidos o Francia (antigua potencia colonial), por citar a los actores con mayor influencia y presencia en Mali.