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                                                                                                                                  Más allá de cortar cabezas

                                                                                                                                  No se puede reducir a este grupo a sus acciones desde junio de 2014. Se debe revisar el contexto histórico y político de su origen.

                                                                                                                                  Víctor de Currea-Lugo

                                                                                                                                  Manifestaciones en Jordania, luego del video en que se ve al Estado Islámico quemando vivo al piloto de ese país. / Archivo
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Primero, los crímenes. Decapitar, quemar personas vivas, cortar manos, arrojar homosexuales desde los edificios, lapidar hasta la muerte, son prácticas que aplica el Estado Islámico. Dichos actos son criminales e injustificables, pero no es la única agenda de derechos humanos en el mundo. Y la doble moral de subrayar estos crímenes y al tiempo callar sobre otros (torturas hasta la muerte en las cárceles de Siria, bombardeo de civiles en Afganistán, asesinatos en Gaza, etc.), es una hipocresía.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Tercero, sus víctimas. Las víctimas son principal y abrumadoramente otros musulmanes: lo son los chiíes de Irak que han logrado expulsarlos de la provincia de Diyala; lo son la mayoría de kurdos y sirios que los echaron de Kobane; lo son casi todos los Peshmerga que preparan una ofensiva contra ellos en Mosul. No es una guerra contra Occidente.

                                                                                                                                  Cuarto, sus militantes. La definición del “buen creyente”, según el Estado Islámico, no aplica a la inmensa mayoría de los 1.300 millones de musulmanes: el buen musulmán es el que les sigue, y el otro (sea suní, chií, druso, cristiano o ateo) es un infiel que merece la muerte. El Estado Islámico tampoco ha dudado en ejecutar a sus propios militantes ante un potencial desvío.

                                                                                                                                  Quinto, su aparato propagandístico: excelente; una estructura de comunicación comparable a la del nazismo y del sionismo. El Estado Islámico hace uso de todas las tecnologías, pero su daño no es virtual: es real y se mide en muertos. Y ejecutan en inglés para que se entere el mundo.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  La narrativa de las masacres buenas, de las víctimas necesarias, del mal menor que se expresa en los bombardeos de Afganistán, las masacres en Irak, Guantánamo, la cárcel de Abu Ghraib, no sirve para derrotar al Estado Islámico sino para alimentarlo, pero la arrogancia del poder imperial no les deja ver esto.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Dicen que cuando un sabio señala la luna, el tonto se queda mirando el dedo, sin sugerir sabiduría la metáfora sirve: cuando el Estado Islámico muestra un propósito amenazante (primeramente para los musulmanes), Washington se queda mirando la decapitación.

                                                                                                                                   

                                                                                                                                  Manifestaciones en Jordania, luego del video en que se ve al Estado Islámico quemando vivo al piloto de ese país. / Archivo
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Primero, los crímenes. Decapitar, quemar personas vivas, cortar manos, arrojar homosexuales desde los edificios, lapidar hasta la muerte, son prácticas que aplica el Estado Islámico. Dichos actos son criminales e injustificables, pero no es la única agenda de derechos humanos en el mundo. Y la doble moral de subrayar estos crímenes y al tiempo callar sobre otros (torturas hasta la muerte en las cárceles de Siria, bombardeo de civiles en Afganistán, asesinatos en Gaza, etc.), es una hipocresía.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Tercero, sus víctimas. Las víctimas son principal y abrumadoramente otros musulmanes: lo son los chiíes de Irak que han logrado expulsarlos de la provincia de Diyala; lo son la mayoría de kurdos y sirios que los echaron de Kobane; lo son casi todos los Peshmerga que preparan una ofensiva contra ellos en Mosul. No es una guerra contra Occidente.

                                                                                                                                  Cuarto, sus militantes. La definición del “buen creyente”, según el Estado Islámico, no aplica a la inmensa mayoría de los 1.300 millones de musulmanes: el buen musulmán es el que les sigue, y el otro (sea suní, chií, druso, cristiano o ateo) es un infiel que merece la muerte. El Estado Islámico tampoco ha dudado en ejecutar a sus propios militantes ante un potencial desvío.

                                                                                                                                  Quinto, su aparato propagandístico: excelente; una estructura de comunicación comparable a la del nazismo y del sionismo. El Estado Islámico hace uso de todas las tecnologías, pero su daño no es virtual: es real y se mide en muertos. Y ejecutan en inglés para que se entere el mundo.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  La narrativa de las masacres buenas, de las víctimas necesarias, del mal menor que se expresa en los bombardeos de Afganistán, las masacres en Irak, Guantánamo, la cárcel de Abu Ghraib, no sirve para derrotar al Estado Islámico sino para alimentarlo, pero la arrogancia del poder imperial no les deja ver esto.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Dicen que cuando un sabio señala la luna, el tonto se queda mirando el dedo, sin sugerir sabiduría la metáfora sirve: cuando el Estado Islámico muestra un propósito amenazante (primeramente para los musulmanes), Washington se queda mirando la decapitación.

                                                                                                                                   

                                                                                                                                  Por Víctor de Currea-Lugo

                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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