Más de un millón de desplazados en Líbano huyen de la crisis

“Acabo de trasladarme a un lugar más seguro desde que el lunes (23 de septiembre) se intensificaron los bombardeos en los alrededores de Beirut y en todo el país”, contó, mientras huía en un coche, Maryam, responsable de comunicación de Médicos sin Fronteras en Beirut (Líbano).

“Acabo de trasladarme a un lugar más seguro desde que el lunes (23 de septiembre) se intensificaron los bombardeos en los alrededores de Beirut y en todo el país”, contó, mientras huía en un coche, Maryam, responsable de comunicación de Médicos sin Fronteras en Beirut (Líbano).

“Vi a docenas y docenas de personas caminando por las calles llevando lo que podían: bolsas de plástico, mochilas o nada”, continuó. Se estima que cerca de un millón de personas podrían haber sido desplazadas en la última semana por los bombardeos israelíes contra Hezbolá en Líbano.

La frontera entre estos países ha sido escenario de intercambio de fuego casi diario desde que Hezbolá abrió un frente en apoyo de su aliado palestino Hamás tras el estallido de la guerra en Gaza, hace casi un año. Pero las hostilidades aumentaron el lunes, después de que Israel incluyera al movimiento libanés en sus objetivos de guerra en un intento por recuperar las zonas evacuadas del norte de Israel.

Entre los bombardeos a “decenas de blancos terroristas” de Hezbolá, el viernes 27 de septiembre, uno causó la muerte del jefe del grupo, Hasán Nasralá, y otros 20 militantes, entre ellos el comandante de la unidad de seguridad de Hezbolá, Nabil Qauq, y Ali Karaki, director de las operaciones del grupo en el sur del Líbano desde 1982.

El primer ministro libanés, Najib Mikati, indicó a la prensa que cerca de un millón de personas podrían haber sido desplazadas por estos ataques, en lo que podría ser el mayor desplazamiento de población de la historia del país. Más de 50.000 personas han huido hacia Siria y otras 200.000 están desplazadas dentro del país, según la ONU.

“La gestión de este desplazamiento no solo depende de encontrar refugio y comida a estas personas, sino que hay otras cosas, como garantizar un servicio sanitario en estos centros de acogida para evitar la propagación de enfermedades o el problema de la acumulación de basura”, detalló Mikati, que ordenó eliminar los impuestos a las donaciones desde el extranjero y que estas sean entregadas directamente al Estado, para una administración más eficiente de la ayuda.

Para responder a la crisis, el director del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas para Líbano, Matthew Hollingworth, pidió a la comunidad internacional una asistencia financiera de US$105 millones.

Maryam tuvo que huir de dos locaciones antes de encontrar un lugar seguro. “Condujimos durante un par de horas antes de averiguar adónde ir. Tuvimos mucha suerte de marcharnos cuando lo hicimos porque los incendios tras los ataques aéreos seguían causando estragos donde habíamos estado. Solo necesitábamos un lugar para descansar un poco, para ver adónde ir después. Algunas personas siguen en los coches”, relató.

Ella trabaja para una ONG y tiene los recursos para escapar, pero ¿qué pasará con los más de 50.000 sirios que eran refugiados en Líbano y tuvieron que huir de nuevo?

Según el último informe publicado por Líbano, 116.100 de los desplazados internos están alojados en 777 centros y colegios habilitados por las autoridades, de los que más de 500 han llegado a su aforo máximo. El domingo 29 de septiembre se abrieron otras 120 escuelas para acoger a las familias.

Diversas ONG han denunciado falta de servicios básicos en los albergues y tal escasez de espacio, que en algunos casos obliga a alojar a varias familias un aula. Además, según detalló Mauricio Jaramillo, profesor de Relaciones Internacionales y Seguridad, el principal reto para los trabajadores, igual que en Gaza, es que se proteja su vida. “Israel ejerce una violencia indiscriminada donde no respeta el derecho internacional humanitario”, explicó el analista y aseguró que ningún Estado de la región está preparado para enfrentar un éxodo como el que vendrá.

“Hay que recordar que, en el pasado reciente, a Jordania y Líbano llegaron desplazados de la guerra civil en Siria y palestinos por la guerra árabe-israelí. Entonces, el desplazamiento masivo de personas en Estados con muchos problemas económicos y estructurales es un escenario catastrófico”, explicó Jaramillo.

Mientras se resuelve la crisis, ABC News informó que un alto funcionario de EE.UU. dijo que Israel está preparando una operación en el sur del Líbano que, en caso de ser llevada a cabo, sería la cuarta invasión israelí al país en los últimos 50 años. Con este asalto que, podría ser en zonas densamente pobladas, los civiles afirman que es difícil hacer caso a las advertencias de los militares israelíes de evitar los lugares donde opera Hezbolá, porque el grupo es sumamente secreto. Las advertencias suelen llegar minutos antes de que se ataque un edificio.

El primer ministro libanés, Najib Mikati, dijo que su país no tiene “otra opción que la diplomacia. Desde el inicio hemos pedido la aplicación completa de la resolución 1701 (del Consejo de Seguridad de la ONU) y el Gobierno se compromete a ello”, afirmó, en referencia a una resolución de agosto de 2006, apoyada por Líbano, que exigía el fin de las hostilidades entre Israel y Hezbolá. “El Líbano tiene fe en la comunidad internacional, en la legitimidad internacional y en la ONU, y no cree en la ley del más fuerte”, puntualizó.

Pero Israel desdibujó completamente el concepto de legítima defensa, dijo Jaramillo. “Toda esta idea de la guerra preventiva ya había pervertido la legitima defensa, sobre todo de las grandes potencias de Occidente, que lo habían acomodado a su manera. Ahora va a ser muy difícil para la comunidad internacional restablecer el concepto de legítima defensa”, apuntó.

La muerte del jefe de Hezbolá, Hasán Nasralá, el viernes 27 de septiembre, considerado el hombre más poderoso de Líbano, corre el riesgo de desestabilizar a ese país y a todo Medio Oriente. Fue “una medida de justicia por sus numerosas víctimas, entre ellas miles de civiles estadounidenses, israelíes y libaneses”, dijo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

Por su parte, el ministro de Exteriores de Egipto, Badr Ahmed Mohamed Abdelaty, acusó ante la ONU a Israel de llevar a la región “al borde del abismo” y atribuyó únicamente a ese Gobierno el hecho de que no se llegue a un acuerdo de alto el fuego en Gaza pese a que varios países (Estados Unidos, Egipto y Catar) llevan meses trabajando conjuntamente por conseguirlo.

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