Las protestas en Kazajistán, antigua república soviética, han dejado 164 muertos y cerca de 2.000 heridos, según medios estatales en ese país, que citaron al Ministerio de Salud. Unas 6.000 personas vinculadas con las revueltas han sido detenidas.
Hace una semana Kazajistán, el país más grande de Asia Central, con 19 millones de habitantes y responsable de cerca del 60 % de la economía de esa región, se convirtió en el escenario de un levantamiento popular movido por el alza en los precios de la energía, la inflación en general y la corrupción estatal.
De los fallecidos, 103 se habrían registrado en Almaty, capital económica. El último reporte que se tenía de víctimas mortales hablaba de 26 manifestantes, “delincuentes armados” les denominó el gobierno, y 16 agentes de las fuerzas de seguridad.
De acuerdo con la AFP, el domingo por la tarde el comunicado con esas cifras desapareció del canal de Telegram del gobierno; el Ministerio de Salud indicó a los medios kazajos y rusos que la información había sido publicada por error. Sin embargo, no se produjo ningún desmentido de la información ni se aportaron nuevas cifras.
Reportes de esa agencia de noticias hablaban de una “tensa calma” en el país, mientras los disturbios parecían haber menguado. Algunos supermercados reabrieron el domingo, mientras que el aeropuerto seguirá cerrado.
El sábado, por otro lado, fue arrestado el exdirector de los servicios de inteligencia de Kazajistán, Karim Massimov, acusado de “alta traición”. Masimov había sido despedido de su cargo después de que manifestantes penetraran en edificios gubernamentales de Almaty.
La respuesta a los disturbios, vale la pena recordar, incluyó la llegada de tropas rusas y de otros países aliados el jueves pasado. Los presidentes Vladimir Putin y Kassym Jomart Tokayev “intercambiaron opiniones sobre las medidas para restaurar el orden en Kazajistán”, dijo el sábado el Kremlin sobre la conversación de los mandatarios, añadiendo que ambos acordaron seguir en contacto “permanente”.
Tokayev había dado la orden de “disparar a matar sin previo aviso” con el fin de disuadir y ponerles fin a las protestas. El mandato ha sido criticado por voces como la del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken. “Es algo que rechazo absolutamente. La orden de disparar a matar, así como está planteada, está mal y debe ser rescindida”, dijo el jefe de la diplomacia del presidente Joe Biden al programa dominical de entrevistas de la cadena ABC “This Week”, citado por la agencia francesa de noticias.
El viernes, Blinken se había referido, además, a la llegada de las tropas rusas a territorio kazajo. “Una lección de la historia reciente es que una vez que los rusos están en tu casa, a veces es muy difícil lograr que se vayan”, dijo el secretario de Estado en rueda de prensa en Washington.
Según la AFP, aunque representantes estadounidenses y rusos se reunirán este domingo de noche en Ginebra para conversar sobre Ucrania y Europa, Moscú descarta toda discusión con Washington sobre Kazajistán. “Este asunto no le concierne en absoluto”, subrayó este domingo el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov.
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