Naftalí Bennett, primer ministro de Israel: ¿un “traidor traicionado”?
El primer ministro de Israel tiene fe en su gobierno, pese a ser una coalición de ideologías variopintas que la dividen; tras varios golpes en el parlamento, ha perdido capacidad de gobernar.
José David Escobar Franco
Para ser primer ministro de Israel, Naftalí Bennett traicionó a su antiguo mentor Benjamin Netanyahu, quien fue premier por 12 años, es aún líder del partido de derecha Likud y ha sido el único primer ministro procesado por corrupción durante su mandato. Entre 2013 y 2020, Bennett ocupó cinco ministerios de Netanyahu y fue su jefe de gabinete y asistente principal. Pero su alianza estaba destinada a perecer.
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Para ser primer ministro de Israel, Naftalí Bennett traicionó a su antiguo mentor Benjamin Netanyahu, quien fue premier por 12 años, es aún líder del partido de derecha Likud y ha sido el único primer ministro procesado por corrupción durante su mandato. Entre 2013 y 2020, Bennett ocupó cinco ministerios de Netanyahu y fue su jefe de gabinete y asistente principal. Pero su alianza estaba destinada a perecer.
En 2019, Bennett logró un asiento en la Knesset, el parlamento israelí, con el partido Yamina. Netanyahu nombró a Bennett ministro de Defensa en noviembre de ese año. Ejerció ese cargo hasta mayo de 2020, cuando Yamina pasó del bando gobiernista a la oposición y la unión entre Bennett y Netanyahu se transformó en rivalidad.
Bennett es un conservador. Se enorgullece en decir que es más de derecha que su exjefe y afirma que la creación de un Estado palestino sería un suicidio para su país. Aun así, para llegar al gobierno formó en el parlamento una coalición que incluía partidos de derecha, centro, izquierda e, incluso, partidos árabes. Solo algo tenían en común: querían sacar a Netanyahu del poder. Y lo lograron.
En la Knesset, un parlamento unicameral de 120 escaños, Bennett consiguió 61. Dijo que la suya sería una coalición de gobierno de “unidad nacional” y se juramentó como jefe del gobierno el 13 de junio de 2021. Su mandato se pensó para durar dos años y, en 2023, intercambiar el cargo con Yair Lapid, un parlamentario de centro que ahora sirve como ministro de relaciones exteriores. Pero puede que este acuerdo no ocurra.
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Pasado exactamente un año del mandato de Bennett, su futuro como primer ministro está en entredicho. Solo tres días después de la posesión de Bennett, Benjamin Netanyahu, quien pasó a liderar la oposición, propuso una moción de censura contra el primer ministro y llamó a obstaculizar la gobernabilidad. Luego, en noviembre, los partidos ortodoxos Yahadut HaTorá y Shas propusieron otra moción. La ley israelí establece que para aprobar una moción de censura se requiere el voto favorable de toda la oposición y de al menos un integrante de los partidos de coalición. Ninguna de las mociones prosperó.
Sin embargo, en abril de 2022, la parlamentaria Idit Silman, de Yamina, decidió retirarse del grupo gobiernista y pasar a la oposición y, en mayo, la parlamentaria árabe-israelí Ghaida Rinawie Zoabi, integrante del partido izquierdista Meretz, renunció tras el asesinato de la periodista palestina Shireen Abu Akleh en territorio israelí, pero regresó tres días después. Así, los asientos quedaron 60-60.
Esto redujo el margen de maniobra de Bennett. El 6 de junio, por los votos negativos de dos miembros de Yamina, no se consiguieron suficientes votos a favor de renovar una ley que extiende la legislación israelí a las colonias de Cisjordania y que, tradicionalmente, se renovaba cada cinco años. El 7 de junio, Bennett tampoco consiguió mantener a Matan Kahana en el cargo de ministro de asuntos religiosos. En esa decisión, el voto que marcó la diferencia fue precisamente el de Idit Silman, quien no tuvo reparo en traicionar a su partido al dar un voto de no confianza a un copartidario.
Cuando AFP le preguntó sobre este escenario, Bennett dijo que no pierde la fe. El primer ministro considera que la diversidad de su coalición es un “antídoto contra la polarización” y cree que sus colegas son capaces de encontrar “compromisos” que los unan.
“Lo veo difícil”, dice sobre esto Mauricio Jaramillo Jassir, profesor de Relaciones Internacionales y magíster en Ciencia Política. “Cuando hay guerra, hay unidad. Netanyahu lo entendió y por eso cada vez que pudo lanzó ofensivas contra Palestina”. Los últimos años de gobierno de Netanyahu coincidieron con los de Donald Trump, lo que, según Jaramillo, le permitió proyectarse ante la ciudadanía como el líder de un país que tiene el respaldo pleno de Estados Unidos en su posición frente a Palestina. La coyuntura actual es distinta y el conflicto con Palestina es ahora un factor de división en la opinión pública israelí y en la coalición de Bennett.
En mayo, la oposición propuso de nuevo una moción de censura, aunque ahora, una vez más, no tuvo el apoyo suficiente. En el momento hipotético en que esta se vea venir, “es más viable que, para evitar el peso político de la moción, el primer ministro disuelva la Knesset y llame a nuevas elecciones”, afirma el internacionalista israelí Marcos Peckel. Esto no es nuevo. Entre 2019 y 2021 Israel vivió cuatro elecciones parlamentarias, pues Netanyahu fue incapaz de conseguir la aprobación del presupuesto nacional y conformar un gobierno. Si esto ocurre, habría una ventana de oportunidad para que el partido opositor Likud, en cabeza de Benjamin Netanyahu, regrese al poder.
Pero es precisamente la resistencia a Netanyahu lo que podría seguir uniendo a la deteriorada coalición y disuada a la mayoría de la Knesset de votar por la salida anticipada de Bennett. Aunque esto no garantiza el apoyo legislativo al gobierno. “Un escenario como este en un sistema parlamentario se suele tramitar ofreciéndole a la oposición que haga parte del gobierno, pero no veo que ningún partido opositor tenga esa voluntad, afirma Peckel. Es por eso que Mauricio Jaramillo Jassir le augura “inestabilidad constante” y “crisis prolongada” al gobierno de Bennett.
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