Nancy Pelosi en Taiwán: el desafío de Estados Unidos a China
Las amenazas de China, tras la llegada a Taipéi de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, hacen saltar las alarmas. ¿Un nuevo conflicto armado? Analistas consideran que es poco probable.
María José Noriega Ramírez
Pararse en la plaza de Tiananmen, en Pekín, para sostener una pancarta en blanco y negro, en memoria de los cientos (o miles) de personas que murieron en la masacre de 1989, luego de que el Ejército chino abriera fuego contra una rebelión ciudadana que llevaba más de siete semanas protestando en nombre de la libertad y el fin de la corrupción, y hacerlo sosteniendo un letrero que decía: “A los que murieron por la democracia”. Encontrarse en el 2008 con el dalái lama en el complejo de templos en Dharamshala, al norte de la India, donde para entonces vivían varios tibetanos en el exilio, y, un año después, entregarle el galardón Tom Lantos por su trabajo por los derechos humanos, en medio de una conmemoración en su nombre en el Capitolio. En resumen, estar en medio de las más recientes tensiones entre China y Estados Unidos, mostrando sus críticas al Partido Comunista y su apoyo a las protestas prodemocráticas en Hong Kong, y hacerlo como presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense.
En varias ocasiones, Nancy Pelosi ha mostrado sus reparos a China, pero quizás ahora se ve más confrontacional, e incluso amenazante, frente a ella. En su gira por Asia, que incluye Singapur, Malasia, Corea del Sur y Japón, aterrizó en Taiwán, entre la incertidumbre y la especulación, a pesar de la oposición total de China y la preocupación de Joe Biden y de las Fuerzas Militares estadounidenses por el viaje, pues es la primera vez en veinticinco años que un funcionario en su cargo visita la nación insular, en medio de las altas tensiones entre Pekín y Washington. Permaneciendo hermética al respecto, sin dar declaraciones puntuales antes de su aterrizaje, aseguró desde suelo taiwanés: “La solidaridad de Estados Unidos con los 23 millones de habitantes de Taiwán es más importante hoy que nunca, ya que el mundo se enfrenta a una elección entre la autocracia y la democracia”.
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China reiteró, una y otra vez, su posición frente a que Pelosi llegara a Taipéi. El portavoz de la diplomacia, Zhao Lijian, dijo el lunes: “Si la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, visita Taiwán, China tomará contramedidas firmes y decididas para defender su soberanía e integridad territorial”. Por su parte, el canciller Wang Yi, horas antes de que la funcionaria de 82 años aterrizara en la capital de la isla, acusó a Estados Unidos de ser “el mayor destructor de paz”, catalogándolo como “traicionero”, y recordó que “el principio de una sola China es el consenso universal de la comunidad internacional y la base política para los intercambios con otros países”. De ahí que no sea una sorpresa que Pekín prometiera “acciones militares dirigidas” en respuesta a su visita. Y es que en una llamada que sostuvo Joe Biden con su homólogo chino, Xi Jinping, la semana pasada, salió a relucir la tensión alrededor de ello: mientras que el mandatario estadounidense dijo que la política no ha cambiado y sigue apoyando la autonomía de la región, oponiéndose a un movimiento unilateral que pudiera cambiar la situación actual de la isla (meses después de afirmar que si China ataca Taiwán, Estados Unidos intervendría militarmente), Xi pidió respetar el principio de una sola China y advirtió: “Quien juegue con fuego se quemará”.
“Esta es una movida provocativa y peligrosa, además de que representa un retroceso de cinco décadas en cuanto a la situación de Taiwán, luego de la firma, en 1972, del Comunicado de Shanghái”, comentó el docente e investigador de la Universidad Externado, David Castrillón-Kerrigan. “Es preocupante que una oficial, de manera unilateral y en contra de los mismos deseos de su gobierno, haga esta visita”, agregó el profesor, puntualizando, además, que nunca es un buen momento para hacerlo, pero justo ahora la situación parece ser más delicada: el Ejército Popular de Liberación acaba de celebrar su aniversario número 95, por lo que la visita de Pelosi “es una ofensa al honor chino. Estados Unidos está provocando acciones amenazantes en un escenario que, hasta ahora, está estable”.
En el fondo, según Castrillón-Kerrigan, hay cuestiones electorales. Estados Unidos está a tres meses de las elecciones de medio término, en las que los demócratas se juegan la mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes, al tiempo que Joe Biden podría perder su capacidad de gobierno y, “en un escenario de altísima fragmentación, China parece ser un punto de consenso”. Además, si en dos años de gobierno los demócratas no han podido avanzar en su agenda interna, pues no han llevado a cabo las reformas a la policía ni al sistema electoral, así como tampoco han podido limitar el acceso a las armas de la forma en la que lo quisieran hacer, la política exterior se ha convertido en un escenario para mostrar resultados sin restricciones, y Pelosi parece ser muestra de ello. “Ahora bien, aunque se está tratando de usar la política exterior como bandera, estamos viendo, por ejemplo, que la guerra en Ucrania no está saliendo como Washington quiere. Así, estamos viendo a un país a la deriva en su accionar internacional y a un gobierno que no sabe actuar en un mundo que ya cambió, donde Estados Unidos es una potencia más, entre muchas otras”, aseguró el docente.
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Para Camilo Defelipe, especialista en China de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, hay una pregunta central en todo esto: “¿China va a hacer algo diferente a los ejercicios militares que desde hace años viene realizando como forma de disuadir simbólicamente a Estados Unidos y sus aliados en Asia-Pacífico?”. Según cree, estas tácticas podrían ser más frecuentes, más intensas, con un mayor despliegue de agresividad y, probablemente, podrían cruzar ciertas líneas geográficas, por ejemplo, acercándose más a la isla o haciendo algún desembarco en algún territorio cercano a Taiwán, al tiempo que en la China continental se desplegarían las alarmas en todas las áreas de defensa. Sin embargo, no cree que se desencadene un conflicto bélico, menos cuando la guerra en Ucrania ha mostrado las consecuencias globales que algo así traería y cuando, dentro de la filosofía de la defensa china, la guerra es el último recurso.
A su parecer, Pelosi le dio a Pekín una ventana de oportunidad para trabajar en su proyecto de reunificación pacífica, que podría poner en práctica tomando herramientas aplicadas en Hong Kong, como situar tomadores de decisión a favor de la China continental. Pero, mientras eso sucede, lo cierto es que su presencia en Taiwán ha generado tal nerviosismo internacional que varias bolsas europeas cerraron en rojo y 21 aviones militares chinos incursionaron en el espacio aéreo de la isla, según el Ministerio de Defensa taiwanés, además de que se espera que entre el 4 y el 7 de agosto China lleve a cabo ejercicios militares en seis áreas que rodean a la isla. Por su lado, la Armada de Estados Unidos tiene operando cerca de Taiwán al portaaviones USS Ronald Reagan y al barco anfibio USS Tripoli, con cazabombarderos F-35 y, según USNI News Fleet and Marine Tracker, la embarcación USS America va en camino desde el puerto de Sasebo, en Japón. Ahora bien, citando a un portavoz del Pentágono, el portal informó que esos barcos estadounidenses operan con normalidad en la región, aunque no ahondó en los detalles sobre las medidas de protección adoptadas por la visita de Pelosi a Taiwán.
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Pararse en la plaza de Tiananmen, en Pekín, para sostener una pancarta en blanco y negro, en memoria de los cientos (o miles) de personas que murieron en la masacre de 1989, luego de que el Ejército chino abriera fuego contra una rebelión ciudadana que llevaba más de siete semanas protestando en nombre de la libertad y el fin de la corrupción, y hacerlo sosteniendo un letrero que decía: “A los que murieron por la democracia”. Encontrarse en el 2008 con el dalái lama en el complejo de templos en Dharamshala, al norte de la India, donde para entonces vivían varios tibetanos en el exilio, y, un año después, entregarle el galardón Tom Lantos por su trabajo por los derechos humanos, en medio de una conmemoración en su nombre en el Capitolio. En resumen, estar en medio de las más recientes tensiones entre China y Estados Unidos, mostrando sus críticas al Partido Comunista y su apoyo a las protestas prodemocráticas en Hong Kong, y hacerlo como presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense.
En varias ocasiones, Nancy Pelosi ha mostrado sus reparos a China, pero quizás ahora se ve más confrontacional, e incluso amenazante, frente a ella. En su gira por Asia, que incluye Singapur, Malasia, Corea del Sur y Japón, aterrizó en Taiwán, entre la incertidumbre y la especulación, a pesar de la oposición total de China y la preocupación de Joe Biden y de las Fuerzas Militares estadounidenses por el viaje, pues es la primera vez en veinticinco años que un funcionario en su cargo visita la nación insular, en medio de las altas tensiones entre Pekín y Washington. Permaneciendo hermética al respecto, sin dar declaraciones puntuales antes de su aterrizaje, aseguró desde suelo taiwanés: “La solidaridad de Estados Unidos con los 23 millones de habitantes de Taiwán es más importante hoy que nunca, ya que el mundo se enfrenta a una elección entre la autocracia y la democracia”.
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China reiteró, una y otra vez, su posición frente a que Pelosi llegara a Taipéi. El portavoz de la diplomacia, Zhao Lijian, dijo el lunes: “Si la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, visita Taiwán, China tomará contramedidas firmes y decididas para defender su soberanía e integridad territorial”. Por su parte, el canciller Wang Yi, horas antes de que la funcionaria de 82 años aterrizara en la capital de la isla, acusó a Estados Unidos de ser “el mayor destructor de paz”, catalogándolo como “traicionero”, y recordó que “el principio de una sola China es el consenso universal de la comunidad internacional y la base política para los intercambios con otros países”. De ahí que no sea una sorpresa que Pekín prometiera “acciones militares dirigidas” en respuesta a su visita. Y es que en una llamada que sostuvo Joe Biden con su homólogo chino, Xi Jinping, la semana pasada, salió a relucir la tensión alrededor de ello: mientras que el mandatario estadounidense dijo que la política no ha cambiado y sigue apoyando la autonomía de la región, oponiéndose a un movimiento unilateral que pudiera cambiar la situación actual de la isla (meses después de afirmar que si China ataca Taiwán, Estados Unidos intervendría militarmente), Xi pidió respetar el principio de una sola China y advirtió: “Quien juegue con fuego se quemará”.
“Esta es una movida provocativa y peligrosa, además de que representa un retroceso de cinco décadas en cuanto a la situación de Taiwán, luego de la firma, en 1972, del Comunicado de Shanghái”, comentó el docente e investigador de la Universidad Externado, David Castrillón-Kerrigan. “Es preocupante que una oficial, de manera unilateral y en contra de los mismos deseos de su gobierno, haga esta visita”, agregó el profesor, puntualizando, además, que nunca es un buen momento para hacerlo, pero justo ahora la situación parece ser más delicada: el Ejército Popular de Liberación acaba de celebrar su aniversario número 95, por lo que la visita de Pelosi “es una ofensa al honor chino. Estados Unidos está provocando acciones amenazantes en un escenario que, hasta ahora, está estable”.
En el fondo, según Castrillón-Kerrigan, hay cuestiones electorales. Estados Unidos está a tres meses de las elecciones de medio término, en las que los demócratas se juegan la mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes, al tiempo que Joe Biden podría perder su capacidad de gobierno y, “en un escenario de altísima fragmentación, China parece ser un punto de consenso”. Además, si en dos años de gobierno los demócratas no han podido avanzar en su agenda interna, pues no han llevado a cabo las reformas a la policía ni al sistema electoral, así como tampoco han podido limitar el acceso a las armas de la forma en la que lo quisieran hacer, la política exterior se ha convertido en un escenario para mostrar resultados sin restricciones, y Pelosi parece ser muestra de ello. “Ahora bien, aunque se está tratando de usar la política exterior como bandera, estamos viendo, por ejemplo, que la guerra en Ucrania no está saliendo como Washington quiere. Así, estamos viendo a un país a la deriva en su accionar internacional y a un gobierno que no sabe actuar en un mundo que ya cambió, donde Estados Unidos es una potencia más, entre muchas otras”, aseguró el docente.
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Para Camilo Defelipe, especialista en China de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, hay una pregunta central en todo esto: “¿China va a hacer algo diferente a los ejercicios militares que desde hace años viene realizando como forma de disuadir simbólicamente a Estados Unidos y sus aliados en Asia-Pacífico?”. Según cree, estas tácticas podrían ser más frecuentes, más intensas, con un mayor despliegue de agresividad y, probablemente, podrían cruzar ciertas líneas geográficas, por ejemplo, acercándose más a la isla o haciendo algún desembarco en algún territorio cercano a Taiwán, al tiempo que en la China continental se desplegarían las alarmas en todas las áreas de defensa. Sin embargo, no cree que se desencadene un conflicto bélico, menos cuando la guerra en Ucrania ha mostrado las consecuencias globales que algo así traería y cuando, dentro de la filosofía de la defensa china, la guerra es el último recurso.
A su parecer, Pelosi le dio a Pekín una ventana de oportunidad para trabajar en su proyecto de reunificación pacífica, que podría poner en práctica tomando herramientas aplicadas en Hong Kong, como situar tomadores de decisión a favor de la China continental. Pero, mientras eso sucede, lo cierto es que su presencia en Taiwán ha generado tal nerviosismo internacional que varias bolsas europeas cerraron en rojo y 21 aviones militares chinos incursionaron en el espacio aéreo de la isla, según el Ministerio de Defensa taiwanés, además de que se espera que entre el 4 y el 7 de agosto China lleve a cabo ejercicios militares en seis áreas que rodean a la isla. Por su lado, la Armada de Estados Unidos tiene operando cerca de Taiwán al portaaviones USS Ronald Reagan y al barco anfibio USS Tripoli, con cazabombarderos F-35 y, según USNI News Fleet and Marine Tracker, la embarcación USS America va en camino desde el puerto de Sasebo, en Japón. Ahora bien, citando a un portavoz del Pentágono, el portal informó que esos barcos estadounidenses operan con normalidad en la región, aunque no ahondó en los detalles sobre las medidas de protección adoptadas por la visita de Pelosi a Taiwán.
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