África, ¿el nuevo patio de ejercicios de Rusia?
En la región del Sahel, hogar de las naciones más pobres del mundo, Moscú está experimentando con todos los instrumentos a su disposición para ganarle el pulso a Occidente.
Camilo Gómez Forero
A finales de enero, el embajador de Kenia ante las Naciones Unidas, Martin Kimani, citó un dicho africano que contiene tanto belleza como desolación: “Cuando los elefantes pelean, es la hierba la que sufre”, sentenció.
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A finales de enero, el embajador de Kenia ante las Naciones Unidas, Martin Kimani, citó un dicho africano que contiene tanto belleza como desolación: “Cuando los elefantes pelean, es la hierba la que sufre”, sentenció.
Con esta poderosa frase, poética y realista, el diplomático les recordaba a Rusia, Estados Unidos y los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) el sufrimiento que le causaron a África durante la Guerra Fría por sus disputas, a la vez que les pedía a las potencias mundiales en conflicto por Ucrania que resolvieran cuanto antes sus diferencias. Kimani no solo teme la posibilidad de una guerra en Europa del este por cuenta de la crisis ucraniana, sino que se espanta con la idea de que su continente vuelva a sufrir por peleas externas entre estos “elefantes” como en el pasado.
“Nuestras divisiones y fragilidades internas fueron armadas en el altar de la rivalidad geopolítica”, añadió Kimani en la ONU, recordando la era de la Guerra Fría.
La preocupación del keniano porque las fragilidades africanas sean aprovechadas de nuevo por las superpotencias no es descabellada. Y es que hay razones para considerar que el continente ya se convirtió, en un segundo plano, en una extensión del juego geopolítico entre Rusia y las potencias occidentales, por lo que se abre la posibilidad de futuras tensiones entre Moscú, Bruselas y, aunque en menor medida, también Washington.
Pero, ¿cómo fue que África volvió a ser el cuadrilátero de las superpotencias? Recordemos que en el pasado, Etiopía, República Democrática del Congo, Namibia e incluso Sudáfrica fueron escenarios de batallas enmarcadas dentro de la Guerra Fría.
Primero tenemos que ver el mapa. Es importante recordar que Francia ha sido la potencia colonial más importante en África occidental, dejando allí repartidas misiones militares en muchos países para “combatir el terrorismo y la delincuencia organizada”, como lo presenta el gobierno francés, pero que a la vez esconden el interés por mantener la influencia de París sobre el continente y proteger sus actividades económicas, como la explotación minera.
También es clave señalar que los aliados franceses consideran a París demasiado influyente en África Occidental como para desafiarlo, por lo que le han dejado actuar sin protesta. La región, ante el olvido de potencias como Estados Unidos, cayó de lleno en la órbita francesa.
Sin embargo, de unos años para acá esa esfera de influencia francesa se ha visto cada vez más reducida en el continente por los resentimientos con la dirigencia política que proviene de París y los recortes de presencia militar francesa en la región del Sahel, condiciones enmarcadas en un gran sentimiento antifrancés que se extiende por varias naciones africanas.
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En 2021 llegó el momento clave para resolver nuestra pregunta: Francia comenzó a retirar tropas de países como Malí, donde hace nueve años comenzó su Operación Barkhane, una misión antiterrorista al mejor estilo de la que llevó Estados Unidos con Afganistán, guardadas las proporciones. Y fue en medio del vacío que iba dejando Francia que las potencias como China y Rusia fueran adquiriendo más influencia en la región. Marc Bassets, corresponsal de El País, dijo ingeniosamente que Francia estaba “tratando de evitar su propio Afganistán”. Guardando las proporciones, de nuevo, la salida francesa de Malí lo puso en riesgo de una humillación tan significativa como la estadounidense de cara a las elecciones presidenciales, cabe destacar.
Ahora, tanto Moscú como Beijing desean forjar en el Sahel una importante red de influencia económica, política y militar en la que han venido trabajando desde hace años y con la que buscan contrastar a Occidente. El interés de Rusia por África no es nuevo, pero las maniobras para ganar poder sobre el continente se vieron extendidas ante ese vacío francés.
Era de esperarse que, con tanta volatilidad en la zona y el vacío que dejaba Francia, la presencia más fuerte de Moscú en África fuera inevitable. Como dijo Joseph Sany, vicepresidente del Centro de África del Instituto de la paz de EE. UU., en conversación con Vox, “si quieres saber a dónde irá Rusia a continuación, busca inestabilidad”. África Occidental resulta particularmente inestable: sus siete golpes o intentos de golpes en los últimos 18 meses lo prueban. Por esto, era una zona propicia para la estrategia de Moscú.
Hay informes que sugieren que una parte del rechazo a Francia en el Sahel proviene de la cada vez más poderosa influencia rusa. En el caso de Malí hay un hecho notable: el Grupo Wagner, una organización paramilitar fundada por Dmitry Utkin, exjefe de seguridad de Yevegeny Priogozhin, un importante aliado de Vladimir Putin, fue contratado por las autoridades de Malí para supuestamente llenar el vacío que dejó la retirada de tropas francesas en la lucha contra los yihadistas. Sin embargo, expertos como Joseph Siegle, director de investigación del Centro Africano de Estudios Estratégicos, creen que además de enfrentar el extremismo islamista en el Sahel, los militares golpistas de Malí buscan que los mercenarios rusos los ayuden a sostenerse en el poder.
“Tienes a un líder militar no electo e irresponsable sin apoyo político. Así que los golpistas le dan acceso a los minerales a quien les den cobertura política y militar (como el Grupo Wagner)”, le dijo Siegle a Vox.
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En Malí, los líderes de la junta militar que está en el poder dicen que solo están “cooperando” con los entrenamientos de las fuerzas armadas. La República Centroafricana, otra excolonia francesa, también está trabajando con la organización, así como en Guinea, donde también se presentó un golpe. Si bien Rusia ha tratado de desligarse de la compañía Wagner, la presencia de estos mercenarios en el Sahel no se puede esconder. ¿Por qué Rusia oculta su relación con los paramilitares?
“África es donde Rusia está experimentando, dando carta blanca a algún agente independiente en política exterior como el Grupo Wagner. Si algo sale completamente mal, pueden lavarse las manos y decir que es una empresa militar privada. ‘No sabíamos nada, no estuvimos involucrados’. Eso ya lo han hecho antes en Siria. Rusia puede distanciarse de Wagner, por lo que esta empresa es una herramienta bastante buena para probar una situación diferente y, por supuesto, si eso da como resultado una mayor capacidad de influencia para Rusia, mejor”, le dijo Kadri Liik, analista principal del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores especializada en Rusia, a la BBC.
Pero los grupos de mercenarios no son la única herramienta que ha usado Rusia para ganar terreno en la zona. Moscú también ha sido más directo con su influencia militar, firmando acuerdos de cooperación con Nigeria y Etiopía y negociando una base naval con Sudán. También ha mostrado interés por desplegar “agregados digitales” en las naciones africanas, los cuales estarían dedicados a “exportar soluciones digitales rusas” a África.
Esto preocupa a Estados Unidos, desde donde se ha advertido que Moscú ahora dirige sus campañas de desinformación a África Occidental y encuentra formas ingeniosas para evitar la detección, según el representante a la Cámara, Adam Schiff. Y no hay que olvidar el aspecto económico: el presidente Putin celebrará a finales de este año la segunda cumbre Rusia-África, con la que busca fortalecer las inversiones en el continente.
El lunes, con su visita al Kremlin, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se metió de lleno en la crisis ruso-ucraniana buscando que su homólogo ruso, Vladimir Putin, accediera a desescalar el conflicto en su frontera. Sin embargo, ese rol de líder diplomático de Macron en esta crisis no solo es fruto de haberse convertido en el líder de la Unión Europea tras la salida de la canciller alemana, Angela Merkel, por lo que tiene la tarea de resolver las crisis europeas. El mandatario francés reconoce que Rusia ha jugado un papel importante en la reducción de la influencia francesa en el continente africano, y se ha puesto en la tarea de contrarrestar esa fuerza cuanto antes.
El Sahel es un teatro donde los elefantes pelean, de nuevo, y más vale prestarle atención. Rusia no da espera para recuperar el espacio de influencia que se perdió con la caída de la Unión Soviética, y mientras el mundo está distraído con la crisis en Ucrania, sus acciones en el continente más olvidado son cada vez más atrevidas y pasan desapercibidas.
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