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¿Obedecer o marcharse? El dilema que tienen las ONG en Afganistán

Ante la exclusión de las mujeres de la vida pública, incluyendo de las universidades y más recientemente de las organizaciones humanitarias, los talibanes están presionando a las ONG en Afganistán. El grupo que regresó al poder en agosto del 2021 las está llevando al extremo y ellas se están enfrentando al dilema de quedarse o de irse.

06 de enero de 2023 - 02:30 p. m.
Unas 1.260 ONG operan en Afganistán, según las últimas cifras suministradas por el Ministerio de Economía a la AFP, y emplean a miles de mujeres en puestos claves de sus programas de ayuda alimentaria, atención sanitaria, educación o saneamiento.
Unas 1.260 ONG operan en Afganistán, según las últimas cifras suministradas por el Ministerio de Economía a la AFP, y emplean a miles de mujeres en puestos claves de sus programas de ayuda alimentaria, atención sanitaria, educación o saneamiento.
Foto: AFP - AAMIR QURESHI

Los talibanes pusieron a las organizaciones humanitarias en Afganistán “entre la espada y la pared” al prohibirles emplear a las mujeres, dejando en el aire su trabajo en uno de los países más necesitados del mundo.

“Hemos tenido que tomar una decisión muy difícil sobre si tenemos que continuar o no sin nuestro personal femenino. Hemos llegado a la conclusión de que nos es imposible seguir nuestras actividades en el país sin ellas”, explica Samira Sayed-Rahman, responsable de comunicaciones del Comité Internacional de Rescate (IRC).

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El 24 de diciembre, el Ministerio de Economía anunció que las organizaciones no gubernamentales, locales e internacionales, tenían prohibido trabajar con mujeres afganas, debido a unas “quejas graves” por incumplir el uso del hiyab, que en Afganistán debe cubrir el cuerpo por completo, incluido el rostro. Desde el día siguiente, numerosas ONG, como IRC, que cuenta con 3.000 mujeres entre sus colaboradores, anunciaron que suspendían sus actividades y pidieron a los talibanes levantar el veto.

Unas 1.260 ONG operan en Afganistán, según las últimas cifras suministradas por el Ministerio de Economía a la AFP, y emplean a miles de mujeres en puestos claves de sus programas de ayuda alimentaria, atención sanitaria, educación o saneamiento. “Las trabajadoras humanitarias participan en la identificación de las mujeres beneficiarias, en su registro y su formación”, explica Reshma Amzi, responsable adjunta de CARE Afganistán, que contaba con un 38 % de mujeres en su plantilla.

“Obedecer o marchar”, el ultimátum de los talibanes

En este país, solo una mujer está autorizada a acercarse a una beneficiaria femenina. “Es muy difícil para un hombre entrar en contacto con una mujer si no tiene vínculo de parentesco con ella”, dice Azmi. Sin embargo, para los talibanes, la ayuda puede llegar a las familias a través de los hombres del hogar, con lo que justifican su decisión de prescindir de las empleadas mujeres.

Excluidas la misma semana de las universidades, también por supuestamente vulnerar el código de vestimenta, las mujeres están cada vez más aisladas en Afganistán. También fueron vetadas de numerosos empleos públicos y no pueden viajar si no están acompañadas de un pariente masculino. Las ONG eran para algunas de ellas una tabla de salvación y les permitían ganar un salario que sustentaba a sus familias.

“Los talibanes nos han arrinconado y nos han puesto entre la espada y la pared”, dice un responsable humanitario bajo anonimato. “Nos han dicho: ‘tenéis que escoger entre obedecer nuestras reglas o marchar’, y ver la situación empeorar”, agrega. Desde la retirada de las fuerzas extranjeras del país, la parálisis de la ayuda internacional, que representaba un 75 % del presupuesto nacional, ha hundido Afganistán en una profunda crisis humanitaria.

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Peligro de hambruna en Afganistán

Ceca de 22,8 millones de personas, más de la mitad de la población del país, se encuentran en situación de inseguridad alimentaria y tres millones de niños están en riesgo de malnutrición, según economistas. “En el invierno pasado, la ayuda humanitaria impidió una hambruna en el país”, dice Sayed-Rahman. “Si no somos capaces de renovar esta ayuda, nos enfrentaremos a una situación horrible”.

El anuncio cogió desprevenidas a las ONG que, incluso durante los 20 años de combates entre los talibanes y las fuerzas estadounidenses y sus aliados, pudieron trabajar con mujeres en las zonas bajo control islamista. “Había muchas negociaciones (con los talibanes locales), pero incluso en esa época teníamos mucho personal femenino”, dice un responsable de una organización.

Desde el regreso al poder de los talibanes, en agosto de 2021, “Acción contra el Hambre, como el resto de organizaciones humanitarias, respeta los valores, la tradición y la cultura en Afganistán, y ha aceptado implementar todas las peticiones” del poder, señala Samy Guessabi, director de esta ONG en el país asiático. En las oficinas, mujeres y hombres están separados, un ‘mahram’ (hombre de la familia) acompaña a las trabajadoras en sus desplazamientos y se respeta el uso del hiyab, asegura.

Además, desde el fin de la guerra, han tenido acceso a poblaciones aisladas antes “prácticamente inaccesibles, no solo para los actores humanitarios, sino también para el gobierno y los actores internacionales”, dice Sayed-Rahman.

Las asociaciones contactadas por AFP dicen que quieren priorizar el diálogo y esperan que los talibanes reconsideren su decisión. En caso contrario, evitan pronunciarse sobre una retirada definitiva del país. “Sea quien sea que está en el poder, nosotros somos neutros (...). El objetivo es llegar a las personas que lo necesitan y ningún otro”, dice Reshma Azmi.

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