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Europa tiembla con el regreso del régimen talibán al poder en Afganistán, principalmente porque temen que se repita la crisis migratoria de 2015, cuando millones de sirios que huían de la guerra, además de afganos e iraquíes, desbordaron las fronteras y desataron la crisis migratoria más grave desde la Segunda Guerra Mundial.
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A finales de ese año, según datos del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur), más de 911.000 refugiados e inmigrantes habían llegado a las costas europeas por dos rutas: el peligroso Mediterráneo central -desde Libia a Italia- y otra aún más mortal -desde Turquía a las islas griegas, como la de Lesbos-. Estos caminos se convirtieron en cementerios: más de 3.550 migrantes perdieron la vida.
Con la caída de Kabul el domingo se incrementó el número de afganos que buscan salir del país, un desplazamiento que había comenzado semanas atrás, según denunció Naciones Unidas. Para finales de julio, cuando la campaña talibán avanzaba, se reportaron más de mil muertos y, según Acnur, 270.000 refugiados. La organización Save The Children indicó que 80.000 niños migraron en los últimos dos meses.
La marea humana parece imparable y por eso organizaciones humanitarias les piden a los países occidentales no abandonar a quienes les ayudaron durante dos décadas que los talibanes estuvieron fuera del poder. “Nos ayudaron y estamos dejándolos en la estacada, creo que eso está mal”, le dijo a la agencia France Press (AFP) el veterano Chad Fross. Estados Unidos implementó la visa de inmigrante especial (SIV), que cubre a afganos e iraquíes que trabajaron formalmente para el ejército de EE. UU. o en la embajada. Un máximo de 50 personas pueden solicitar visas a través del SIV cada año.
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“Afganistán es un país de entre 35 y 40 millones de habitantes. Kabul tiene 5 o 6 millones. Por lo tanto, la mayoría de la gente no puede salir literalmente por aire”, explicó en la Voz de América Joseph Azam, un miembro de la junta de la Fundación Afgano-Americana, que asevera que la mayoría de afganos no pueden llegar a Kabul.
¿A dónde irán los afganos?
Y es justo a esa mayoría a la que se les están cerrando las puertas en la cara. El ministro de Migración de Grecia, Notis Mitarachi, confesó que la “la UE no está preparada y no tiene capacidad para afrontar otra gran crisis migratoria”. Según declaró a la agencia Reuters, es partidario de enviar a los refugiados de vuelta a Afganistán, pues de lo contrario la UE estaría “mandando el mensaje equivocado” a los demás migrantes que pretendan asentarse en Europa. Mitarachi agregó que “sería una llamada para más gente que quiera venir a la UE”.
Austria, Bélgica y Dinamarca han apoyado a Mitarachi en su propuesta de deportar a los migrantes.
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¿Y Turquía? Hace cinco años ese país firmó un acuerdo migratorio con Europa para que un millón de refugiados se quedaran ahí. Turquía recibió una ayuda financiera de 6.000 millones de euros; hoy ese país tiene 5 millones de refugiados sirios viviendo dentro de sus fronteras y se niega a aceptar a los afganos-.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha dicho en varias oportunidades que cumplió con “abrir las fronteras” para los migrantes. Ilnur Cevik, asesor jefe del presidente, declaró en un programa de radio británico que ya existía una “corriente constante” de afganos llegando a Turquía por cientos. “Los refugiados sirios eran nuestros vecinos y estaban desesperados, pero el problema de Afganistán queda muy lejos de Turquía, por lo que la Unión Europea tendrá que actuar conjuntamente para resolverlo”.
Y concluyó: “No podemos acoger a nadie más”.
La situación es tan compleja, que el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, dijo que hablarán con los talibanes. “Ganaron la guerra, así que tendremos que hablar con ellos”. Aunque Borrell explicó que eso no significa que se vaya a reconocer su régimen, sí aceptó que “la UE abrirá un diálogo tan pronto como sea posible para prevenir un desastre humanitario y potencialmente migratorio”. Cifras oficiales: Turquía acoge a 120.000 refugiados afganos y a unos 300.000 migrantes afganos en situación irregular.
Mirar a la región
Las miradas se dirigen entonces hacia los países vecinos de Afganistán, pero tampoco hay allí muchas esperanzas. El pasado mes de julio, Pakistán dijo que no aceptaría más refugiados afganos, pues este país ya alberga 1,4 millones de refugiados registrados de ese país. “Estamos dispuestos a ayudar, pero no estamos en condiciones de recibir más refugiados, las fuerzas internacionales y la ONU deberían hacer arreglos dentro de Afganistán para ellos”, dijo Moeed Yusuf, asesor de seguridad paquistaní.
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Irán instaló tiendas de campaña en la frontera con Afganistán, esperando que cuando la situación mejore regresen a su país. Metin Corabatir, exportavoz en Turquía del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados explicó que Irán, un país situado entre Afganistán y Turquía, absorbía hasta ahora a una buena parte de los migrantes afganos. Así, la República Islámica “acogió a dos millones de afganos durante la invasión soviética (de Afganistán) en 1979”.
Pero, a raíz de las sanciones estadounidenses vinculadas al programa nuclear iraní, la economía del país se ha visto muy golpeada. “¿En qué medida podrá Irán ofrecer protección a los recién llegados? No lo sabemos aún”, agregó.
Por su parte Canadá dijo que aceptará hasta 20.000 refugiados afganos amenazados por los talibanes. Gran Bretaña está trabajando para evacuar a los ciudadanos de ese país que hayan trabajado para su gobierno durante los últimos 20 años.
Mientras muchos se tiran la pelota, en América Latina, Chile ya anunció que recibirá a al menos 10 familias afganas, en su mayoría conformadas por mujeres, que solicitaron refugio. El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, detalló que ya están analizando las primeras solicitudes de refugio de afganos, especialmente mujeres y niñas”.