Pakistán e Irán: otra posible escalada que acecha al Medio Oriente
Entre Irán y Pakistán existen unas relaciones estables, que están en riesgo tras los bombardeos que cada país hizo en territorio vecino. Una posible escalada, causada por un conflicto territorial que se remonta a mitad del siglo XX y uno étnico entre sunitas y chiítas, se sumaría a las crisis que se desarrollan en el Medio Oriente.
María José Barrios Figueroa
Este martes, la Guardia Revolucionaria de Irán anunció el ataque de misiles en Pakistán, Siria e Irak, dirigidos a objetivos relacionados con grupos terroristas como Jaish al-Adl y Estado Islámico (EI). Dos días después, el Gobierno pakistaní bombardeó “guaridas terroristas” en territorio iraní. Aunque los dos Estados han enfatizado que son operativos dirigidos a grupos armados ilegales, una posible escalada podría sumar otro conflicto a la lista de crisis que azotan el Medio Oriente.
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Este martes, la Guardia Revolucionaria de Irán anunció el ataque de misiles en Pakistán, Siria e Irak, dirigidos a objetivos relacionados con grupos terroristas como Jaish al-Adl y Estado Islámico (EI). Dos días después, el Gobierno pakistaní bombardeó “guaridas terroristas” en territorio iraní. Aunque los dos Estados han enfatizado que son operativos dirigidos a grupos armados ilegales, una posible escalada podría sumar otro conflicto a la lista de crisis que azotan el Medio Oriente.
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Históricamente, las relaciones entre los dos países, que comparten una frontera de 900 kilómetros, han sido estables: Irán fue el primer país en reconocer a Pakistán como un estado independiente y lo apoyó en la guerra contra la India. Ahora, esa estabilidad es frágil. En una entrevista con la BBC, Michael Kugelman, director para el Sur de Asia del Wilson Center, indicó que la fragmentación en las relaciones entre los dos Estados ocurrió después de la revolución islámica iraní en 1979, cuando Pakistán se acercó a Arabia Saudita, enemiga de Irán.
Teresa Aya, analista internacional y experta en Medio Oriente, añade que el debilitamiento en las relaciones podría ubicarse en “la guerra en Afganistán en los años 90, porque los talibanes son vistos por Irán como un gran enemigo a sus intereses de expansión de ese gran imperio islámico, porque ellos son sunitas y en Irán son chiitas. Los sunitas los ven siempre como un agresor, una amenaza, entonces no apoyaron a los talibanes. Para Pakistán, los talibanes son supremamente cercanos a sus intereses y su política”.
Desde los ataques del martes, Islamabad retiró a su embajador en Teherán. Después de los bombardeos de este jueves, el Gobierno iraní convocó al encargado de negocios pakistaní para “pedirle explicaciones”. Con esta situación, los conflictos étnicos entre sunitas y chiitas se mantienen al rojo vivo, agudizada por los enfrentamientos entre grupos armados separatistas y los Gobiernos en Baluchistán.
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Baluchistán, una región en conflicto
Irán y Pakistán comparten la región de Baluchistán, en la que pervive un conflicto desde 1948. Tres grupos armados se mueven en la frontera entre los dos países y su objetivo es la independización de la zona. Las tres organizaciones están proscritas por los Gobiernos pakistaní e iraní, que se acusan mutuamente de no tomar las acciones correspondientes para acabar con las actividades de los grupos armados.
El primero es Jaish al Adl (JAA), un grupo extremista sunita que se opone al Gobierno chiita iraní. Irán es donde concentran la mayor parte de sus actividades y el último ataque, citado por el Gobierno iraní como la razón para llevar a cabo el bombardeo en territorio pakistaní, ocurrió en la ciudad de Rask, a menos de 60 kilómetros de la frontera con Pakistán.
El segundo es el Ejército de Liberación de Baluchistán (BLA), que opera en el suroeste de Pakistán. El grupo ha denunciado la explotación injusta de los recursos naturales de la región y es conocido por sus ataques a la comunidades e instituciones chinas desde que se lanzó el Corredor Económico China-Pakistán en el 2013. En el 2006, el Gobierno pakistaní ilegalizó el grupo. Estados Unidos lo considera como una organización terrorista desde 2019.
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El tercero es el Frente de Liberación Baluchi (BLF), que también ha atacado el proyecto económico que China y Pakistán desarrollan en conjunto. Su principal lugar de operación es en territorio pakistaní. Estos tres grupos han sido el objetivo de los ataques militares de los Gobiernos, que no cederán la soberanía de su territorio.
“Lo interesante del conflicto en Baluchistán es que en el fondo tanto Irán como Pakistán están peleando por lo mismo, en contra de los separatistas que quieren crear una zona independiente”, afirma Aya. “¿Cuál es el problema? Para Irán, es que la zona autónoma sería sunita y eso va en contra de sus intereses. Para Pakistán es la cuestión territorial, la soberanía de un Estado no se cede ni por un metro”.
Por esa razón, la experta cree que no se trata tanto de una escalada, sino más bien de un “ojo por ojo”. Irán, asegura, es muy consciente de que Pakistán es el único país musulmán que cuenta con armas nucleares. A esto se suma que China es un gran aliado de los dos y ya ha pedido “evitar una escalada de tensiones”.
“Yo creo que, en el caso de Pakistán, China jugaría un papel importante y por ese lado no escalaría, pero sí podría escalar por otros lados, como Yemen”, finaliza Aya.
Las repercusiones en Gaza
Irán hace parte del “eje de la resistencia” anti Estados Unidos y anti-Israel, una alianza que conforma junto con Siria, Pakistán, Afganistán y milicias chiitas en Irak. A estos se añaden tres grupos: Hezbolá en el Líbano, los hutíes en Yemen y Hamás, que libran un conflicto contra Israel.
Como explica Aya, lo que lleva a cabo Irán es una “guerra en la sombra” contra las fuerzas israelíes, es decir, apoyar a grupos contrarios en sus combates contra Israel sin hacerlo ellos mismos de forma directa. Así, el ataque en Pakistán es [contra JAA], que “es lo que ellos llaman un grupo terrorista que va en contra de los intereses de Irán al ser sunita y que le ha ayudado a Occidente en la guerra contra ellos. Eso quiere decir que [JAA] les ha ayudado a los amigos de Israel, que son archienemigos de Irán”.
Mientras otros grupos hacen el “trabajo sucio” en sus conflictos contra Israel, Teherán ha dicho que no busca involucrarse, al menos directamente, en un enfrentamiento de gran envergadura. Sin embargo, las razones no faltarían. Una de ellas, el ataque suicida que dejó un saldo de 84 fallecidos en la conmemoración de la muerte del general Qasem Soleimani.
“Es un respiro para Israel que su rival esté ocupado con otras guerras. Incluso, ayudaría a debilitarlo más si consigue mantener su ofensiva en el Líbano a la par que Teherán consume sus recursos en ataques a lo largo de la región en medio de la reactivación del clivaje entre sunitas y chiitas”, indica Manuel Camilo González, profesor de Relaciones Internacionales en la Pontificia Universidad Javeriana.
El ministro iraní de Defensa, Mohammad Reza Ashtiani, dijo que no limitaría su respuesta si llegaran a atacar Irán. El Ministerio pakistaní de Relaciones Exteriores, advirtió sobre las “serias consecuencias” que podría tener otra violación a la soberanía de Pakistán. La situación, aunque tensa, podría estabilizarse y los aliados de los dos Estados piden prudencia.
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