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Wael Al-Dahdouh es el rostro del calvario que viven decenas de periodistas que cubren la guerra en Gaza. El jefe de la oficina árabe de Al Jazeera en la Franja se enteró este miércoles de la muerte de su esposa, su hija y su hijo tras un bombardeo israelí al campamento de Al Nuseirat en el centro del enclave palestino. Su familia había sido evacuada para refugiarse de los ataques de Israel.
“Ésta es la zona ‘segura’ de la que hablaba el ejército de ocupación”, dijo el reportero.
Obligados a huir de los bombardeos israelíes en la ciudad de Gaza, cientos de periodistas palestinos cubren la guerra entre el movimiento islamista Hamás e Israel en condiciones terribles y arriesgando sus vidas.
Algunos trabajan para medios locales y otros para la prensa internacional. Pero todos sufren el mismo calvario para ejercer su profesión.
Las redacciones están ahora en carpas montadas en el patio de un hospital. De noche se transforman en cuartos de descanso.
De acuerdo con su sindicato, al menos 22 periodistas murieron en la Franja de Gaza desde el inicio de la guerra, desencadenada por un ataque sin precedentes en Israel lanzado por Hamás el 7 de octubre desde este estrecho territorio.
Al inicio del conflicto, los medios presentes en la Franja trabajaban en oficinas situadas en la ciudad de Gaza. Pero los intensos bombardeos israelíes los obligaron a desplazarse hacia el sur, aunque los ataques aéreos golpean el territorio entero.
Varios cientos de periodistas, entre ellos el equipo de la AFP, se instalaron en el patio del hospital Nasser, en la ciudad de Jan Yunes.
Sin condiciones para vivir
Hombres y mujeres ataviados con cascos de protección van y vienen sin parar, luciendo la palabra “Press” (“prensa”, en inglés) en sus chalecos antibalas.
Hamás afirmó el miércoles que más de 6.500 personas, la mayoría civiles, murieron desde el inicio de los bombardeos israelíes en la Franja, lanzados en respuesta al sangriento ataque de Hamás, que dejó más de 1.400 muertos en Israel, según las autoridades.
Los reporteros comparten el patio con más de 30.000 palestinos desplazados por la guerra. Gracias a los generadores del hospital, aún tienen electricidad para cargar sus celulares, computadoras y cámaras.
Las condiciones de higiene, en cambio, son básicas. El agua corriente se interrumpe continuamente y muchos se lavan con pulverizadores en los baños.
En las tiendas de campaña, algunos duermen directamente en el piso. Para tener más intimidad, algunas mujeres deciden dormir en sus vehículos.
“Llevamos dos semanas trabajando desde el hospital Nasser. Dormimos en el coche. Bebo muy poca agua para no tener que ir al baño”, explica a la AFP Wissam Yassin, corresponsal de la cadena estadounidense en lengua árabe Al-Hurra.
“Los bombardeos no cesan a nuestro alrededor. En varias ocasiones nos vimos obligados a abandonar nuestras cámaras y no salir al aire para transmitir en directo”, añade. “Para ducharme, me fui a casa de una familia que no conocía, al lado del hospital”, relata.
No es la primera ofensiva israelí que Yassin cubre en Gaza. Pero nunca vivió “condiciones tan difíciles”, asegura.
“A veces dudo en atender las llamadas de mi hija Bana, de nueve años, porque no soporto su llanto y me siento impotente para calmarla”, cuenta.
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“Hacer mi trabajo”
Huda Hiyazi, de 25 años, creció en España antes de instalarse en Gaza hace cinco años, donde trabaja como corresponsal de una cadena española. Convive con los otros reporteros instalados en el patio del hospital.
“Es la primera vez que cubro una guerra de esta envergadura. La situación es trágica y hace quince días que no veo a mi familia. Pienso en ellos todo el tiempo y eso me pone más presión”, suspira.
Hiyazi también ostenta la nacionalidad española y, en teoría, podrá salir de la Franja si se abre el puesto de Rafah, en la frontera con Egipto.
Ella ha decidido que se quedará “para hacer [su] trabajo”. Pero no tiene dudas de que sacará a su familia, que se ha quedado en la ciudad de Gaza.
Mohamad Daher, corresponsal de la cadena jordana Roya, de 34 años, evacuó a su familia de Gaza hacia Nuseirat, en el centro.
Y Nizar Sadawi, de 36 años y corresponsal de la cadena turca TRT World, lamenta que los problemas de telecomunicación causados por los bombardeos complican la posibilidad de hablar con sus familiares.
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