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Rafael Correa parece una estrella de rock. A finales de septiembre, cuando pasó por Bogotá para hacer alarde de los resultados de su administración en materia educativa, la multitud que lo abrazaba y le seguía gritando “¡presidente!”, cuatro meses después del fin de su mandato su mandato, llenaba de nerviosismo a los guardaespaldas del ex mandatario que, por su parte, no parecía prestarle mucha atención a su personal de seguridad porque estaba muy ocupado tratando de sonreír bien en las selfies.
La imagen de Correa, al menos en los círculos políticos de Ecuador, no parece ser tan positiva. Aunque Alianza PAIS, el partido del exmandatario, logró poner a Lenín Moreno en la Presidencia, los enfrentamientos verbales de los últimos meses fueron abriendo una brecha insalvable entre Correa y su sucesor, que hoy, con la autoridad que le da la banda presidencial, convoca una consulta popular con la que busca, entre otras cosas, eliminar la posibilidad de que Correa regrese a la presidencia.
En 2008, cuando Correa estaba empezando el primero de sus tres sus mandatos, impulsó la redacción de una nueva Constitución en la que se estipuló que el presidente de la República solo podría ser reelecto en una ocasión.
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En el partido de gobierno parecen haber cambiado de opinión cuando Correa se acercaba al final de sus diez años como presidente y, en 2015, optaron por cambiar las reglas. El 4 de diciembre de ese año, la Asamblea Nacional de Ecuador aprobó un paquete de dieciséis enmiendas constitucionales entre las cuales estaba la que eliminaba el límite de veces que una persona podía aspirar a un cargo de elección popular.
“Ahora, a prepararnos para la victoria del 2017. Tenemos grandes compañeros, que sabrán hacerlo mucho mejor de lo que nosotros pudimos” celebró entonces Rafael Correa, a sabiendas de que la reforma no le permitiría presentarse a las elecciones de 2017, pero sí a los comicios de 2021 y todos los que vinieran después, si así lo deseara.
La opinión del actual presidente Moreno frente a la reelección indefinida no podría ser más clara: “Desde mi concepción y, creo, desde la ética política, es una aberración”, dijo Lenín Moreno quien además hace unos meses abrió una convocatoria para que fueran los ciudadanos quienes propusieran las preguntas de la consulta popular.
Las autoridades dejaron de recibir propuestas el pasado 26 de septiembre y las preguntas que entraron en la consulta se conocerán hoy y, más adelante, buscarán la aprobación de la Corte Constitucional antes de ser puestas en consideración de los ecuatorianos.
-Correa después del poder-
Desde que terminó, los escándalos que empañan la administración de Rafael Correa no han parado de salir a flote. Uno de los más sonados es el de Jorge Glas, el actual vicepresidente, a quien el presidente Lenín Moreno le quitó todas sus funciones no solo por criticar su gestión con el mismo lenguaje vehemente con el que lo hace Correa — “Yo veo una contrarrevolución, un retorno a la mediocridad”, se le oye decir al exmandatario— sino también por estar bajo la lupa de la justicia ecuatoriana por, presuntamente, haber recibido dádivas de la constructora brasilera Odebrecht.
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La administración de Correa, que durante años mantuvo una fuerte batalla contra los medios de comunicación y llegó a abrir 900 procesos judiciales en su contra, ahora no para de llegar a los titulares.
Además de la corrupción relacionada con Odebrecht, se investiga la adjudicación ilegal de concesiones petroleras en la región amazónica y el detrimento patrimonial que estaría relacionado con el mal estado de algunas obras entregadas por el expresidente. Ese es el caso de al menos cinco edificios de la Universidad Yachay, la joya de las reformas educativas que impulsó Correa y que, sin embargo, están abandonadas por fallas estructurales que requerirían una inversión adicional de USD$50 millones.
"Es terrible, es tremendamente doloroso, tremendamente ingrato, tremendamente injusto. Esta gente está aplicando el programa de la oposición, nos está persiguiendo, nos está haciendo quedar como corruptos, como inútiles” dijo Correa en una entrevista para la AFP, donde también prometió que, si Moreno seguía gobernando con lo que el insiste en llamar el “programa de la oposición” tendría que regresar a Ecuador desde Bélgica para impulsar una Asamblea Nacional Constituyente, un mecanismo que recuerda al que Nicolás Maduro utilizó para instaurar un supra poder ilegítimo con el que logró deshacerse del parlamento contralado por la oposición.
La propuesta de reescribir la Constitución que él mismo impulsó y que se había convertido en un emblema de su “Revolución Ciudadana” vino acompañada de un escándalo mayor. A mediados de septiembre, Lenín Moreno denunció enfurecido que había encontrado una cámara oculta en su despacho. Según el mandatario, ni su predecesor ni su equipo de seguridad le habían dicho sobre la existencia del dispositivo que, según él, transmitía imágenes que podían ser vistas a través de un teléfono celular.
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Aunque Correa desmintió los hechos y los calificó como una “cantinflada”, no son descabellados. Según el Diario el Expreso, los documentos de la Secretaría Nacional de Inteligencia de Ecuador demuestran que dicho organismo “espió en la Asamblea Nacional, mantuvo bajo vigilancia el entorno (personal, familiar y de negocios) de los opositores más destacados, rutinariamente emitía informes sobre alianzas y estrategias de la oposición, provincia por provincia y pudo jugar un papel importante en la estrategia electora del movimiento PAIS durante la campaña de 2013”.
Según el diario ecuatoriano, las interceptaciones de teléfonos, correos electrónicos y dispositivos móviles llegaron a costar USD$44.4 millones entre 2010 y 2014.
Si bien la consulta popular también incluirá otro tipo de preguntas, como si se realizan reformas para ajustar las funciones de la figura del vicepresidente, está claro que el principal objetivo del presidente Moreno es cerrarle el paso a una cuarta reelección de Rafael Correa y a su permanencia indefinida en el poder.