¿Por qué el mundo desconfía de China (y ellos del mundo)?
Varios países comienzan a pedirle a Pekín que aclare las dudas sobre el origen de la pandemia. Una historia de desconfianza y usos políticos.
redacción internacional
Más allá de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, instrumentalice la crisis sanitaria por el coronavirus y a China, en plena campaña para su reelección en noviembre de este año, en varios países crece la desconfianza hacia el Gobierno chino, al que documentos internos y revelaciones de medios internacionales acusan de haber ocultado información sobre el coronavirus. Aunque el presidente Xi Jinping ha negado los hechos, las dudas no dejan de crecer.
Todas las miradas (sospechosas) se dirigen a China. Al pedido de Estados Unidos de comenzar una investigación para descubrir el origen del coronavirus se han sumado otras naciones como Alemania, Australia y Francia, que le piden al Gobierno de Xi Jinping aclarar las dudas que rodean al virus, el cual ha cobrado más de 247.503 muertos en 195 países, desde que apareció en Wuhan (China) en diciembre.
Le puede interesar: La estrategia de control social de China durante el coronavirus
Donald Trump y su secretario de Estado, Mike Pompeo, insisten en que el virus salió de un laboratorio en China, contradiciendo informes de inteligencia que señalan que no hay evidencia que acredite esa teoría. Un reporte de The New York Times señala que altos funcionarios estadounidenses han presionado a las agencias de espionaje para que busquen evidencia que respalde la teoría de Trump. La agencia Associated Press (AP) publicó un informe del Departamento de Seguridad Interior, según el cual, China “ocultó intencionalmente la gravedad del virus” mientras redoblaba las importaciones de material médico y reducía las exportaciones.
Hace dos días, según la agencia Reuters, la alianza de inteligencia Five Eyes (cinco ojos), integrada por EE. UU., Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda y Australia, encontró que China mintió en tres puntos claves: negar la transmisión del virus entre humanos, silenciar a los médicos que hablaron del coronavirus y destruir pruebas de laboratorio. Pero no encontraron nada sobre la creación del virus en un laboratorio.
El ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Heiko Mass, también busca explicaciones. “El mundo entero quiere que se aclare el origen exacto del virus. China puede demostrar lo transparente que quiere ser con el virus”, aseguró.
La versión oficial de Pekín es que el virus saltó a humanos en un mercado de animales salvajes de la ciudad de Wuhan, en el centro del país. Gao Xue, periodista del Grupo de Medios de China en Colombia, informa en un artículo que varios estudios científicos confirman que el coronavirus se originó en la naturaleza. La Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó el origen animal del coronavirus y refutó su creación en un laboratorio.
Sin embargo, se alzan más voces que piden transparencia: el primer ministro de Australia, Scott Morrison, informó que su país comenzaría una investigación “independiente” sobre el origen del virus en China y la respuesta a la emergencia sanitaria en ese país; a lo que China respondió con amenazas comerciales.
Le puede interesar: En Tik Tok no hay espacio para la política
Lo que la pandemia hizo fue intensificar un recelo de años de Occidente hacia la potencia asiática. En una entrevista sobre el tema en el periódico Financial Times, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, aseguró: “No seamos tan ingenuos, claramente pasaron cosas que desconocemos”; dudas respaldadas por el secretario de Defensa británico, Ben Wallace, quien señaló que China deberá “responder preguntas difíciles” una vez pase lo peor de esta crisis. Joseph Borrell, alto representante de la Unión Europea para la Política Exterior, reconoció en una entrevista sobre la pandemia que “hemos sido un poco ingenuos en el pasado”.
Tong Zhao, analista del centro de estudios Carnegie-Tsinghua, advierte sobre los riesgos de una batalla ideológica entre China y EE. UU., que se suma a las disputas comerciales y tecnológicas entre ambos. “Muchos países desconfían del sistema chino, ven que por naturaleza previene el libre flujo de información y promueve el control del discurso e incluso la propagación de desinformación. Esto está creando una brecha cada vez más grande que impide el entendimiento, aliena las relaciones y dificulta la cooperación o el hacer frente común a las amenazas”, agrega Tong Zhao.
Dudas viejas
“Pensaría que la desconfianza es el resultado de un régimen político autoritario”, señala el historiador español Miguel Benito. Por su parte, Pío García, profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales de la U. Externado de Colombia, explica que detrás de las sospechas hacia China hay fuertes motivaciones políticas y aclara que el mundo desconfía de China tanto como los chinos desconfían del mundo.
“China tiene argumentos que se remontan a las guerras del opio para denunciar los embates de extranjeros (empezando por los ingleses) para destruirlos. Más recientemente, la ofensiva de la administración Trump es vista como una medida desesperada para detener el posicionamiento internacional chino”, señala.
Diana Andrea Gómez, Ph. D. y profesora del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia, señala que China ha tenido que lidiar desde hace décadas con la sinofobia, en parte por el gran desconocimiento existente en países de Occidente sobre la realidad china, sumado a un sistema tradicionalmente autoritario.
Ver más: Los centros de reeducación que China quiere esconder
“La ‘democracia’ es una palabra importada al universo chino, porque los referentes históricos, políticos y filosóficos son otros; la introducción de nuevas tendencias a su mundo ha implicado hacerlo en función de su propia experiencia histórica y de su forma de pensar. Entre tanto, Occidente ha vivido largo tiempo aislado del mundo oriental, del continente euroasiático, y sigue muy enfocado en sí mismo, lo cual le dificulta leer las realidades lejanas, incomprensibles a sus ojos”, explica.
Una verdadera encrucijada para el Gobierno de Xi Jinping que, justo antes de la Asamblea Nacional Popular china, el 22 de mayo, deberá defender su gestión de la crisis, revivir la economía y convencer al mundo de su transparencia.
“China se está encontrando con obstáculos por su política asertiva sobre algunos temas fuertemente ideologizados. Esto debilita su capacidad para mantener buenas relaciones con otros países”, le dijo Tong Zhao a EFE.
Más allá de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, instrumentalice la crisis sanitaria por el coronavirus y a China, en plena campaña para su reelección en noviembre de este año, en varios países crece la desconfianza hacia el Gobierno chino, al que documentos internos y revelaciones de medios internacionales acusan de haber ocultado información sobre el coronavirus. Aunque el presidente Xi Jinping ha negado los hechos, las dudas no dejan de crecer.
Todas las miradas (sospechosas) se dirigen a China. Al pedido de Estados Unidos de comenzar una investigación para descubrir el origen del coronavirus se han sumado otras naciones como Alemania, Australia y Francia, que le piden al Gobierno de Xi Jinping aclarar las dudas que rodean al virus, el cual ha cobrado más de 247.503 muertos en 195 países, desde que apareció en Wuhan (China) en diciembre.
Le puede interesar: La estrategia de control social de China durante el coronavirus
Donald Trump y su secretario de Estado, Mike Pompeo, insisten en que el virus salió de un laboratorio en China, contradiciendo informes de inteligencia que señalan que no hay evidencia que acredite esa teoría. Un reporte de The New York Times señala que altos funcionarios estadounidenses han presionado a las agencias de espionaje para que busquen evidencia que respalde la teoría de Trump. La agencia Associated Press (AP) publicó un informe del Departamento de Seguridad Interior, según el cual, China “ocultó intencionalmente la gravedad del virus” mientras redoblaba las importaciones de material médico y reducía las exportaciones.
Hace dos días, según la agencia Reuters, la alianza de inteligencia Five Eyes (cinco ojos), integrada por EE. UU., Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda y Australia, encontró que China mintió en tres puntos claves: negar la transmisión del virus entre humanos, silenciar a los médicos que hablaron del coronavirus y destruir pruebas de laboratorio. Pero no encontraron nada sobre la creación del virus en un laboratorio.
El ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Heiko Mass, también busca explicaciones. “El mundo entero quiere que se aclare el origen exacto del virus. China puede demostrar lo transparente que quiere ser con el virus”, aseguró.
La versión oficial de Pekín es que el virus saltó a humanos en un mercado de animales salvajes de la ciudad de Wuhan, en el centro del país. Gao Xue, periodista del Grupo de Medios de China en Colombia, informa en un artículo que varios estudios científicos confirman que el coronavirus se originó en la naturaleza. La Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó el origen animal del coronavirus y refutó su creación en un laboratorio.
Sin embargo, se alzan más voces que piden transparencia: el primer ministro de Australia, Scott Morrison, informó que su país comenzaría una investigación “independiente” sobre el origen del virus en China y la respuesta a la emergencia sanitaria en ese país; a lo que China respondió con amenazas comerciales.
Le puede interesar: En Tik Tok no hay espacio para la política
Lo que la pandemia hizo fue intensificar un recelo de años de Occidente hacia la potencia asiática. En una entrevista sobre el tema en el periódico Financial Times, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, aseguró: “No seamos tan ingenuos, claramente pasaron cosas que desconocemos”; dudas respaldadas por el secretario de Defensa británico, Ben Wallace, quien señaló que China deberá “responder preguntas difíciles” una vez pase lo peor de esta crisis. Joseph Borrell, alto representante de la Unión Europea para la Política Exterior, reconoció en una entrevista sobre la pandemia que “hemos sido un poco ingenuos en el pasado”.
Tong Zhao, analista del centro de estudios Carnegie-Tsinghua, advierte sobre los riesgos de una batalla ideológica entre China y EE. UU., que se suma a las disputas comerciales y tecnológicas entre ambos. “Muchos países desconfían del sistema chino, ven que por naturaleza previene el libre flujo de información y promueve el control del discurso e incluso la propagación de desinformación. Esto está creando una brecha cada vez más grande que impide el entendimiento, aliena las relaciones y dificulta la cooperación o el hacer frente común a las amenazas”, agrega Tong Zhao.
Dudas viejas
“Pensaría que la desconfianza es el resultado de un régimen político autoritario”, señala el historiador español Miguel Benito. Por su parte, Pío García, profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales de la U. Externado de Colombia, explica que detrás de las sospechas hacia China hay fuertes motivaciones políticas y aclara que el mundo desconfía de China tanto como los chinos desconfían del mundo.
“China tiene argumentos que se remontan a las guerras del opio para denunciar los embates de extranjeros (empezando por los ingleses) para destruirlos. Más recientemente, la ofensiva de la administración Trump es vista como una medida desesperada para detener el posicionamiento internacional chino”, señala.
Diana Andrea Gómez, Ph. D. y profesora del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia, señala que China ha tenido que lidiar desde hace décadas con la sinofobia, en parte por el gran desconocimiento existente en países de Occidente sobre la realidad china, sumado a un sistema tradicionalmente autoritario.
Ver más: Los centros de reeducación que China quiere esconder
“La ‘democracia’ es una palabra importada al universo chino, porque los referentes históricos, políticos y filosóficos son otros; la introducción de nuevas tendencias a su mundo ha implicado hacerlo en función de su propia experiencia histórica y de su forma de pensar. Entre tanto, Occidente ha vivido largo tiempo aislado del mundo oriental, del continente euroasiático, y sigue muy enfocado en sí mismo, lo cual le dificulta leer las realidades lejanas, incomprensibles a sus ojos”, explica.
Una verdadera encrucijada para el Gobierno de Xi Jinping que, justo antes de la Asamblea Nacional Popular china, el 22 de mayo, deberá defender su gestión de la crisis, revivir la economía y convencer al mundo de su transparencia.
“China se está encontrando con obstáculos por su política asertiva sobre algunos temas fuertemente ideologizados. Esto debilita su capacidad para mantener buenas relaciones con otros países”, le dijo Tong Zhao a EFE.