¿Por qué tenemos que seguir hablando del genocidio tutsi de Ruanda?
El asesinato de casi un millón de personas al otro lado del mundo parece lejano, pero visto de otra forma nos da lecciones importantes que se pueden aprender como humanidad. Le damos la bienvenida de nuevo a este espacio semanal, en donde digerimos los hechos más recientes y damos algunas recomendaciones.
Hugo Santiago Caro
Hola, les damos la bienvenida una vez más a este espacio semanal. Este domingo comenzó la conmemoración por los 30 años del genocidio en Ruanda, y aunque pueda sonar lejano, el asesinato sistemático de más de 800.000 personas y la forma en que el país pudo seguir adelante después de la barbarie nos da muchas claves para pensar como sociedad y evitar que eventos tan siniestros se repitan.
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Hola, les damos la bienvenida una vez más a este espacio semanal. Este domingo comenzó la conmemoración por los 30 años del genocidio en Ruanda, y aunque pueda sonar lejano, el asesinato sistemático de más de 800.000 personas y la forma en que el país pudo seguir adelante después de la barbarie nos da muchas claves para pensar como sociedad y evitar que eventos tan siniestros se repitan.
La pregunta con la que iniciamos este texto me la vengo planteando desde hace varias semanas, y es la premisa con la que desarrollamos el especial “Genocidio tutsi en Ruanda: la reconstrucción tras 30 años de la barbarie”, una serie de contenidos que tratan de abordar desde diferentes perspectivas lo que ha sido de Ruanda y sus habitantes después de un momento tan complicado.
Para responderla sin mucho preámbulo me quedo con esta respuesta de Dorothée Munyaneza, artista ruandesa que vive en Ruanda y una de las voces consultadas para este especial: “Creo que es necesario hablar sobre Ruanda y el genocidio contra los tutsis porque hay genocidios ocurriendo en todo el mundo. Hablar sobre Ruanda es recordarnos la capacidad que tiene la humanidad para exterminar a sus propios hijos, la capacidad que tienen los humanos para erradicar a su gente o a la gente de otros que son parientes, se parecen a nosotros, respiran el mismo aire, sangran la misma sangre, tienen el mismo corazón latiendo. Así que hablar sobre Ruanda es, nuevamente, tratar de abrir nuestros ojos, nuestros corazones y decir basta ya, tenemos que detener este ciclo de violencia. Tenemos que dejar de matar a personas por lo que son o dónde nacieron o en qué creen”.
Munyaneza respondió que hablar hoy de Ruanda, 30 años después, es también la oportunidad de ver cuánto han avanzado como sociedad y en eso tienen razón. En Genocidio en Ruanda: la identidad nacional después del odio, Dorothée y otras tres mujeres ruandesas nos contaron de la experiencia de rehacerse identitariamente después del genocidio. Ya no había más tutsis, ni hutus, solamente ruandeses, y aprender esto era fundamental para poder superar el odio que llevó a la matanza. Mención especial para el gran trabajo de Camila Granados, de nuestra unidad de video, quien se encargó de recopilar todo el material y montar el video que les presentamos.
Es un tema pesado, complicado. Varias de las entrevistadas son víctimas y perdieron padres, hermanos o, de seguro, alguien cercano. Sin embargo, para terminar de comprender el panorama completo abordamos cómo a nivel político y estructural Ruanda se repuso. ¿Cómo reinventar un país? El objetivo de no regresar jamás al punto que los llevó al genocidio era una premisa primordial y bajo ella se fundó de nuevo Ruanda. Reformas políticas y constitucionales fueron algunas de las medidas adoptadas para reparar la sociedad. Eso sí, ha sido un proceso entre luces y sombras. Para eso hicimos estos dos textos: Lecciones del genocidio tutsi en Ruanda: lo aprendido y lo pendiente y Kagame, el hombre que convirtió a Ruanda en una controvertida potencia africana.
Espero que esta serie de contenidos sean herramientas para entender mejor la dimensión que implicó este genocidio contra los tutsis y, por encima de todo, para comprender que el odio no es el camino, nunca.
👀 Una invitación
Si están en Bogotá les puede interesar la invitación a un Diálogo del Magazín, un espacio habitual del Magazín Cultural, que se realiza en el Gimnasio Moderno y que en esta oportunidad nos abrió las puertas para seguir hablando de Ruanda. Allí tendremos la visita de Dydine Umunyana, sobreviviente y autora de “Abrazar la vida: así sobreviví al genocidio tutsi en Ruanda”, sus memorias con base en esa experiencia. Junto a la editora Alejandra Soriano, estaremos conversando el 10 de abril sobre el rol de narrar la memoria y la violencia a través de la literatura.
Si quieren asistir, pueden registrarse a través de este enlace. También pueden seguirlo en vivo en todas las plataformas de El Espectador.
🌍 No es el fin del mundo…
Estados Unidos deberá dar albergue seguro y saludable a los niños migrantes que cruzan de forma irregular al país y no dejarlos en lugares al aire libre, determinó una jueza federal en una demanda que busca dar protección a los menores que ingresan con sus familias al país.
En su fallo entregado la semana pasada, la jueza Dolly M. Gee, del Tribunal de Distrito de California Central, apoyó en gran parte a los abogados que defienden el llamado ‘acuerdo Flores’, que obliga desde hace décadas al Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés) a brindar protección a los menores que cruzan la frontera solos, pero exime a aquellos que viajan acompañados.
La magistrada estableció que todos los niños migrantes tienen derechos incluso si están esperando ser procesados por los agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, sigla en inglés).
📚 Lo que leemos
A propósito de los seis meses de la guerra en Gaza, María José Noriega escribió sobre el panorama de lo que ha pasado en el Estado judío, entre las manifestaciones contra Netanyahu, el riesgo de ataques de países vecinos y el clamor por la liberación de los rehenes, además de la situación en Gaza, que está en riesgo de hambruna y donde han fallecido más de 33.000 personas desde el 7 de octubre.
Léanla en este enlace.
🎧 Lo que escuchamos
No hace falta hacerles mucho eco a las buenas historias de Radio Ambulante, hablan por sí mismas. Sin embargo, su último episodio puede complementar nuestra experiencia con Ruanda. Ya hablamos de transitar el dolor y recoger los pedazos, cualesquiera que sean. Pero ¿cómo es esta experiencia para la familia de un victimario? En este episodio, Radio Ambulante trae la historia de Olinda Ruiz, una paraguaya que descubrió que sus dos abuelos estuvieron involucrados en los horrores cometidos por la dictadura militar que vivió su país. La forma en que esta mujer transformó este descubrimiento en algo que sirviera para reparar el daño de la dictadura es algo que vale la pena contar.
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