Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El gobierno francés se reunía este lunes con miembros de la oposición para buscar una salida a la crisis abierta por los "chalecos amarillos", un colectivo que protesta contra la política fiscal y social de Emmanuel Macron, tras las violentas protestas que sembraron el caos en París el pasado sábado.
El primer ministro Édouard Philippe, que canceló su viaje a Polonia donde debía asistir a la COP24, comenzó a recibir por la mañana a los jefes de los principales partidos de la oposición, incluyendo al conservador Laurent Wauquiez y a la ultraderechista Marine Le Pen.
El martes se reunirá con una delegación de los "chalecos amarillos" tras lo cual anunciará "medidas" para intentar encontrar una salida a la peor crisis a la que se enfrenta el gobierno de Emmanuel Macron desde que asumió el poder en mayo 2017.
Dos de cada tres franceses apoyan las protestas de los "chalecos amarillos" según dos encuestas publicadas este miércoles. Además, ocho de cada diez estiman que las medidas anunciadas por el presidente Emmanuel Macron para limitar el impacto de la subida de los precios de carburantes prevista para el 1 de enero son "insuficientes". El colectivo que protesta contra las políticas del mandatario francés ha logrado atraer la atención general y poner contra las cuerdas al presidente.
¿Quiénes son?
El movimiento de los "chalecos amarillos" nació en pocas semanas al margen de los sindicatos y los partidos políticos. Su detonante: el alza de los precios de los carburantes. Su nombre hace referencia a las prendas fosforescentes que debe utilizar todo automovilista en Francia en caso de incidente en una carretera para tener mayor visibilidad.
Respaldado principalmente por la gente que vive en la periferia, provincias o zonas rurales, se ha convertido en un movimiento más amplio contra la política tributaria del gobierno, que muchos consideran que favorece a los más ricos.
"El movimiento de los chalecos amarillos emerge en un momento en el que el sentimiento de injusticia fiscal es particularmente fuerte", explica Alexis Spire, director de investigación del CNRS. "No se está cuestionando el impuesto en si, sino la idea de que no está siendo repartido equitativamente", añade este analista.
Además de protestar contra el alza de los carburantes, las reivindicaciones de los "chalecos amarillos" son diversas. Algunos reclaman que se restablezca un impuesto a los más ricos, otros, medidas para aumentar el poder adquisitivo y los más radicales piden la renuncia de Macron. Lea también: Incidentes y disturbios en nueva protesta de "chalecos amarillos"
¿En qué se diferencia de otros movimientos?
Este movimiento se inscribe en la larga historia francesa de contestación social contra los impuestos. Algunos lo comparan con la revuelta de los "gorros rojos" bretones que obligaron al gobierno socialista de François Hollande (2012-2017) a eliminar un impuesto a los camiones para luchar contra la contaminación.
Pero para Danielle Tartakowsky, profesora de historia contemporánea, es "inédito" en varios aspectos. "Primero porque nació en las redes sociales [...] y segundo porque recurre a un nuevo modelo de organización", desligado de los cuerpos intermediarios. Y aunque tiene algunas similitudes con "Nuit Débout", la versión francesa de los "Indignados" del 15M en España, los analistas coinciden en que sociológicamente no se trata de las mismas bases.
Los "Indignados franceses" eran jóvenes urbanos, con diplomas, preocupados por la falta de oportunidades, mientras que los "chalecos amarillos" son obreros, empleados precarios, de zonas rurales o ciudades de tamaño medio, señala Jérôme Sainte-Marie, director del instituto de sondeos PollingVox.
"Estos territorios han sufrido una disminución de los servicios públicos en los últimos años. Sus habitantes se sienten abandonados por los poderes públicos e ignorados por los políticos", apunta Spire.
El sábado 17 de noviembre, en el primer día de acción nacional convocado por los "chalecos amarillos", unas 300.000 personas participaron en protestas en todo el país, con un balance de dos muertos y más de 600 heridos.
Las protestas esporádicas continuaron a lo largo de la semana, con bloqueos de carreteras y de depósitos de combustibles. El sábado pasado solo participaron un poco más de 100.000 personas en manifestaciones en toda Francia, 8.000 de ellas en París.
La atención se focalizó en la capital francesa, en donde se produjeron disturbios entre manifestantes y la policía en la famosa avenida de los Campos Elíseos, con un saldo de 103 detenidos. Le puede interesar: Pese a protestas, Macron persiste en aumento de impuestos
¿Qué dice Macron?
Pese a que según los sondeos la mayoría de los franceses apoya el movimiento, Emmanuel Macron anunció el martes que no renunciará a subir esta tasa frente a la "alarma medioambiental".
"Fin del mundo o fin del mes, debemos tratar los dos" temas, señaló el mandatario, haciendo hincapié en la necesidad de conciliar las exigencias sociales y la urgencia medioambiental.
No obstante, anunció que el impuesto a la gasolina y el diésel será adaptado en función de las fluctuaciones del precio del barril del petróleo. Concretamente, si el precio sube, el gobierno podría decidir suspender o reducir este incremento. Pero por el momento se mantiene como planeado y entrará en vigor el 1 de enero de 2019.
Anunció también una "gran consulta" sobre "la transición ecológica y social", un paquete de medidas para alentar a los franceses a adoptar modos de vida y de transporte menos contaminantes, con la que justifica el alza de los combustibles.
Y pidió a su ministro de Transición Ecológica, François de Rugy, que reciba a miembros de los "chalecos amarillos" el martes por la tarde en el Elíseo.
Por ahora, los "chalecos amarillos" gozan de un amplio apoyo público. Un sondeo realizado la semana pasada mostró que alrededor del 70% de los encuestados consideraba justificadas las protestas. Pero la caída de la participación en las manifestaciones sugiere que el movimiento de los "chalecos amarillos" está decayendo.
"El movimiento podría desaparecer por desgaste", advierte Jérôme Sainte-Marie.
"Si el próximo sábado solo salen 50.000 personas a la calle podría ser su fin", predijo. "Pero lo que hizo que aflorara el movimiento --el rechazo a la política de Macron-- no desaparecerá tan fácilmente", concluyó. Vea también: 200 protestas contra la política social de Macron en Francia
Aunque inicialmente se centró en un rechazo al aumento de la fiscalidad de los carburantes, el movimiento de los "chalecos amarillos" se ha extendido hasta convertirse en un movimiento contra la pérdida del poder adquisitivo, los impuestos considerados excesivos y las pensiones insuficientes.
Las violentas protestas del pasado fin de semana en los Campos Elíseos de París dieron la vuelta al mundo, con choques entre manifestantes y la policía, gases lacrimógenos, granadas sonoras y barricadas en llamas.
Dos portavoces del movimiento fueron recibidos el martes por la noche por el ministro de Transición Ecológica, François de Rugy, a pedido de Macron. Pero uno de ellos, decepcionado por la respuesta del presidente, llamó a una nueva manifestación el sábado en la famosa avenida parisina.
"Los franceses no se han quedado convencidos para nada" con los anuncios de Macron, aseguró este representante.
En un intento por apaciguar otro frente, la ministra francesa de Ultramar Annick Girardin viajó este miércoles a La Reunión, donde las protestas de los "chalecos amarillos" han paralizado parcialmente esta isla paradisíaca en el océano Índico.
"Tienen razón de gritar su cólera, estoy aquí para escucharlos", dijo la ministra que se reunió con unos 2.000 miembros del movimiento que bloquean una rotonda de la esta isla de un poco menos de un millón de habitantes.
Dijo ser consciente del "hartazgo general" y del "sufrimiento de la gente" pero les pidió "sentarse todos juntos a dialogar" para "encontrar una salida a esta crisis".