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Los combates del grupo rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23) contra las posiciones del Ejército de la República Democrática del Congo (RDC) en el este del país han obligado a más de 150.000 personas (más de la mitad, niños) a abandonar sus hogares desde el pasado 2 de febrero, informó la ONG Save the Children.
La ONG Médicos Sin Fronteras (MSF), por su parte, ha informado de un grave aumento del flujo de heridos de guerra, la mayoría civiles.
El país, además, se encuentra afectado por inundaciones desde hace por lo menos dos meses, con graves implicaciones sanitarias.
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"Las familias han buscado refugio en campos de desplazados, iglesias, escuelas y familias de acogida, y miles de personas están en las carreteras buscando seguridad en la ciudad de Goma", capital de la provincia de Kivu del norte, indicó la ONG en un comunicado.
Este éxodo se ha sumado a la enorme cifra de desplazados internos que existe en el país, lamentó Save de Children.
Solo en Kivu del Norte, donde lucha el M23, más de 2,4 millones de personas habían dejado sus casas a finales de 2023.
“Los niños de la RDC no solo son testigos de los horrores del conflicto, sino que también están siendo reclutados por los grupos armados. Es imperativo adoptar medidas urgentes para romper el ciclo de sufrimiento de estas vidas inocentes”, señaló el director de Save the Childen en el país, Greg Ramm.
La organización humanitaria afirmó, además, que "muchos niños han sido separados de sus familiares" por culpa de la violencia y la huida precipitada de miles de personas al mismo tiempo, aunque aún se desconoce el número de menores perdidos.
El coordinador de proyecto de MSF Çaglar Tahiroglu señaló que la situación es “extremadamente preocupante” en el hospital de la localidad de Mweso, donde se han sucedido los enfrentamientos por su control.
Aunque muchas personas han podido huir a otros lugares más seguros, allí aún permanecen más de 2.500 personas, incluidos niños cuyos padres han muerto.
“El hospital está desbordado, con miles de personas hacinadas en su interior, tratando de protegerse de los combates. Con el Ministerio de Salud estamos haciendo todo lo posible para brindar atención médica, pero no tenemos material suficiente y hay una falta acuciante de alimentos”, dijo Tahiroglu.
Además, dado que las carreteras que conectan Goma, la capital de la provincia de Kivu del Norte, con el resto del país han caído bajo el control del M23, muchas personas están siendo derivados a los centros de salud de la vecina Kivu del Sur, sobrecargados de pacientes, incluido un número cada vez mayor de supervivientes de violencia sexual.
El M23 reactivó sus combates el pasado 1 de octubre, después de meses de calma relativa.
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Desde entonces, ha avanzado por varios frentes hasta situarse a unos veinte kilómetros de la ciudad de Goma, que ocupó durante diez días en 2012, antes de retirarse por la presión de la comunidad internacional.
Los insurgentes han tomado el control de las carreteras principales que unen el resto del país con esa estratégica capital provincial, de más de un millón de habitantes y base de numerosas ONG internacionales e instituciones de las Naciones Unidas.
La ONU pidió el miércoles a los rebeldes un cese “inmediato” de su ofensiva.
Sus combates también han desencadenado tensiones entre la RDC y Ruanda por la presunta colaboración de Kigali con el M23, un extremo que las autoridades ruandesas siempre han negado, pese a haber sido confirmado por la ONU.
A su vez, Ruanda y el M23 acusan al Ejército congoleño de cooperar con las rebeldes Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), fundadas en 2000 por cabecillas del genocidio de 1994 y otros ruandeses (hutus) exiliados en RDC para recuperar el poder político en su país.
Esa colaboración también ha sido confirmada por la ONU.
Desde 1998, el este de la RDC está sumido en un conflicto alimentado por milicias rebeldes y el Ejército, a pesar de la presencia de la misión de paz de la ONU en el país (Monusco).
Ayuda de la UE por inundaciones
La Unión Europea aprobó el viernes entregar 1,5 millones de euros a la República Democrática del Congo (RDC) para asistir a más de dos millones de personas (el 60 %, niños) necesitadas de ayuda humanitaria por las graves inundaciones de los últimos dos meses.
“Alrededor de 100.000 viviendas han sido destruidas y más de 500.000 personas han sido desplazadas por las inundaciones, aunque se espera que estas cifras crezcan a medida que se disponga de más información de las zonas afectadas”, señaló la UE en un comunicado.
“Además, la epidemia de cólera en el país y el conflicto en algunas zonas afectadas agravan la situación humanitaria de millones de personas”, añadió el documento.
Las inundaciones han golpeado sobre todo a las provincias de Maniema, Kivu del Sur, Tanganica, Kongo-Central y Chopo.
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El río Congo, el tercero más caudaloso del mundo, ha alcanzado niveles no vistos en más de sesenta años por las lluvias excepcionalmente intensas en dieciocho de las veintiséis provincias de este país, el más grande de África subsahariana.
Según la ONU, las inundaciones también han destruido o dañado más de 1.300 escuelas y 260 centros de salud, además de dejar muchos campos anegados, una circunstancia que aumenta la posibilidad de escasez de alimentos en algunos lugares.
“Los niños de la República Democrática del Congo se enfrentan a las peores inundaciones en décadas y al peor brote de cólera en años. La crecida del agua daña sus hogares y amplifica la amenaza de enfermedades transmitidas por el agua, poniéndolos en mayor riesgo”, manifestó este jueves el representante de Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en la RDC, Grant Leaity.
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