Saleh al Aruri, o el riesgo de una guerra entre Israel y Hezbolá, con Irán detrás
El gobierno de Netanyahu no se ha atribuido la autoría del bombardeo en el que falleció el funcionario de Hamás en Beirut. El Ejército israelí se limitó a decir que estaba preparado para cualquier escenario, aunque no dio indicios de querer extender los enfrentamientos. Las preocupaciones están puestas en los rehenes que permanecen en Gaza y en lo que puede suceder tras las explosiones ocurridas en Irán.
Saleh al Aruri, el número dos de Hamás que murió en un bombardeo atribuido a las fuerzas israelíes, pasó por Siria y Turquía antes de radicarse en el Líbano, donde afianzó las relaciones entre el grupo islamista palestino y Hezbolá, un lazo respaldado por Irán. Su fallecimiento fue condenado por todos ellos: el movimiento chiita libanés prometió venganza y calificó la muerte como un grave ataque contra el Líbano, cuyo primer ministro cree que con ello se “busca arrastrar al país” a la guerra.
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Saleh al Aruri, el número dos de Hamás que murió en un bombardeo atribuido a las fuerzas israelíes, pasó por Siria y Turquía antes de radicarse en el Líbano, donde afianzó las relaciones entre el grupo islamista palestino y Hezbolá, un lazo respaldado por Irán. Su fallecimiento fue condenado por todos ellos: el movimiento chiita libanés prometió venganza y calificó la muerte como un grave ataque contra el Líbano, cuyo primer ministro cree que con ello se “busca arrastrar al país” a la guerra.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Hosein Amir-Abdollahian, calificó el ataque de “operación terrorista cobarde” y, finalmente, Hasan Nasrallah, líder de Hezbolá, en medio de un discurso en el que habló del difunto comandante iraní Qassem Suleimani, que, según él, impulsó la unión de distintas fuerzas en contra de Israel en el Líbano, Palestina, Siria, Irak y Yemen, cuyo cuarto aniversario de fallecido transcurrió en medio de dos explosiones fatales que dejaron cerca de 100 muertos en la ciudad de Kermán, advirtió: “Es una flagrante agresión israelí (...). Lo sucedido desde el 7 de octubre y lo que sucederá en el futuro debilita a Israel”. Advirtió que si ese país opta por la guerra con Hezbolá “será muy costoso”.
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Tras lo sucedido, el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, prometió el miércoles una “dura respuesta” a los “malvados y criminales enemigos de la nación”. Por su parte, el gobierno de Benjamín Netanyahu no se ha atribuido la autoría del ataque en el que murió el líder de la organización palestina. El portavoz del Ejército, Daniel Hagari, sin hacer comentarios directos sobre el asesinato, enfatizó en que la institución está en “un alto estado de preparación en todos los ámbitos, en defensa y ataque. Estamos altamente preparados para cualquier escenario”. Hizo, a su vez, hincapié en que el Estado judío está “centrado en luchar contra Hamás”, algo que unos analistas israelíes interpretaron como una sugerencia de que no buscaba una guerra más amplia, ante el temor de que se abriera un nuevo frente de batalla en Medio Oriente.
De hecho, hay quienes creen que esto debilita a la organización palestina, pero otros, como Imad Alsoos, investigador de Gaza en el centro MECAM de la Universidad de Túnez, citado por The New York Times, no lo ven tan así. Él considera que la pérdida de Al-Aruri no paralizaría a Hamás: “Allí siempre hay una cierta jerarquía y el reemplazo es muy fluido. Dentro del grupo, la personalidad no es la fuente de poder”. En contraposición, Emile Hokayem, director de seguridad regional del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, le dijo al diario estadounidense que “Hamás sufrirá porque perdió a uno de sus estrategas clave. Era alguien que manejaba bien las relaciones políticas de alto nivel y también tenía credibilidad como comandante”. Reconstruir sus capacidades militares, añadió, “será el problema en la siguiente fase, y probablemente dependerá más del apoyo extranjero”.
Al respecto, Manuel Camilo González, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, cree que la muerte de Al-Aruri se verá como un motivo legítimo por parte de Hamás y Hezbolá para responder a Israel, que sigue con su objetivo de eliminar físicamente al grupo islamista palestino. Sin embargo, “las preguntas sobre si se va a expandir el conflicto pasan por comprender si hay recursos para librar dicha guerra contra el Estado judío. Ahí, creo, vemos que ninguno de los dos grupos tiene los recursos suficientes para ampliar el conflicto, e Irán y otros países no se involucrarían directamente en él”. Además, “Israel ha jugado a atacar limitadamente, es decir, a destruir, neutralizar y devolverse a sus cuarteles; realiza operaciones selectivas y no a gran escala, precisamente para evitar que el conflicto abra más frentes de los que puede controlar”.
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Ahora bien, el asesinato de Al Aruri podría retrasar las conversaciones, al menos temporalmente, para llegar a un acuerdo sobre una pausa a corto plazo en los combates, para así permitir más intercambios de rehenes retenidos por Hamás en Gaza, según un funcionario estadounidense que habló bajo anonimato para el Times: “Yahya Sinwar, líder de Hamás en la Franja, está sintiendo que la soga se aprieta y no sé si estará dispuesto a continuar con lo que se estaba negociando”. Algo similar escribió el columnista Nachum Barnea en el periódico israelí Yediot Ahronoth: “De todas las posibles reacciones que puede tener Hamás, la más desconcertante es la que se refiere a los rehenes. El argumento de que el asesinato suavizará la posición de Sinwar es solo una historia que nos contamos a nosotros mismos”. El asesinato probablemente “retrasará, incluso torpedeará, las negociaciones”.
Y aunque Netanyahu prometió que todos los secuestrados regresarán a sus casas, como lo hizo el martes en la noche, cuando delante de algunos familiares aseguró que los esfuerzos de liberación continuaban, “que los contactos no se han cortado”, el escepticismo reina entre ellos. “Por supuesto que no ayuda, duele”, le dijo a The New York Times Lior Peri, cuyo padre, Chaim, de 79 años, fue secuestrado en el kibutz Nir Oz. “No sé quién está a cargo y da la orden, pero definitivamente no están pensando en los rehenes”.
González menciona que “el debilitamiento de uno de los bandos casi siempre termina por acelerar las treguas y, eventualmente, procesos de negociación. Sin embargo, el papel de Al-Aruri en la tregua temporal tensa la cuerda porque demuestra que Israel no distingue entre sus objetivos militares y no-militares en su retórica y su comportamiento. Por tanto, su intransigencia puede jugar a favor de una mayor radicalización de las milicias y de los Estados adversos a Israel, e incluso del rechazo de varios países alrededor del mundo. La pregunta que define todo es: ¿tienen los recursos necesarios para responder a los israelíes de manera que eviten nuevos comportamientos como el ataque en Beirut? Seguramente, las respuestas serán las que ya conocemos: ataques con misiles desde el sur del Líbano, más llamamientos a una nueva intifada, reprensión desde el vecindario árabe y amenazas de retrotraer los acuerdos de reconocimiento hacia Israel”.
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