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La suerte de Gloria Narváez, la monja colombiana secuestrada en el sur de Malí, tiene en vilo a su congregación, las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada de Colombia, que temen por su vida.
"Es todo muy incierto y muy terrible", dijo este miércoles a la AFP la Madre Noemí Quesada, superiora general de esa orden religiosa de origen suizo nacida en 1893 en Colombia y con presencia en 17 países.
La Madre Noemí lidera los rezos por Sor Gloria, la religiosa de 56 años que desde hace seis vive en Malí como misionera, y la noche del martes fue raptada por hombres armados en una aldea a unos 400 kilómetros al este de Bamako, la capital del país.
"Estamos en cadena de oración, pidiéndole a Dios un milagro", agregó. "Si son yihadistas no va a salir con vida; eso tememos, porque ellos dijeron que tenían la orden de matar cuando se la llevaron".
Oriunda de Pasto (Nariño), Gloria Narváez desarrollaba su trabajo misionero junto a otras tres hermanas "muy jóvenes": Sor Sofía, de Tumaco (Nariño), Sor Clara, de Medellín, y Sor Adelaide, de Burkina-Faso, contó.
"Estamos en contacto con las hermanas de África y no han tenido ninguna llamada de nadie", añadió desde la sede general de la congregación en Bogotá.
La cancillería colombiana informó que el secuestro se produjo en la aldea de Karangasso, en Malí, y que coordina con las autoridades locales "las labores pertinentes para lograr la segura y pronta liberación de la religiosa".
Por el momento el secuestro no ha sido reivindicado.
Según el relato de la Madre Noemí, en el momento del secuestro Sor Sofía logró encerrarse en una habitación.
A Sor Adelaide, que se refugió en el puesto de salud, "podrían haberla matado pero no lo hicieron" y por Sor Clara preguntaron "cuánto dinero darían por ella", dijo.
"Ante eso, Sor Gloria intercedió 'Somos misioneras y no tenemos plata para eso', les dijo, y exigió que dejaran a la joven. Entonces, la obligaron a tomar la ambulancia y se la llevaron solo a ella", agregó.
La Madre Noemí destacó el trabajo de Sor Gloria, educadora de profesión, para "la promoción de la mujer, el acompañamiento de niños huérfanos, la alfabetización y la evangelización", no solo en Malí, sino también en Benín, donde estuvo seis años antes.
"Desde que ha llegado al África su vida es eso, es una mujer entregada", dijo sobre esta monja que también ha trabajado en Colombia y ha sido misionera en México y Suiza.