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Los ministros de Exteriores de los países de la Liga Árabe readmitieron hoy a Siria como miembro de pleno derecho de la organización, por lo que a partir de mañana podrá participar en todas las reuniones del ente, que celebrará su cumbre anual el próximo día 19 en Riad y a la que podría asistir el presidente sirio, Bachar al Asad, tras más de una década apartado.
En 2011, Siria fue excluido de este grupo de naciones debido a la represión que Bashar Al Asad dio como respuesta a la protesta social. Vale la pena recordar que, luego de este episodio, el país árabe se sumergió en un conflicto civil que hasta la actualidad sigue vigente.
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Esta decisión se produce en un contexto de reconciliación entre Arabia Saudita e Irán y en un momento en el que el presidente sirio, Bashar al Asad, necesita imperiosamente fondos para la reconstrucción del país.
“Las delegaciones del gobierno de la República Siria Árabe volverán a participar en las reuniones de la Liga Árabe”, indica el texto votado por todos los ministros en una reunión a puerta cerrada en la sede del organismo en El Cairo.
Aislado diplomáticamente desde 2011, el presidente sirio salió recientemente de su estatus de persona non grata y algunos observadores creen que podría incluso asistir el 19 de mayo en Arabia Saudita a la cumbre anual de los jefes de Estado de la Liga Árabe.
Al Asad es “el bienvenido si quiere” a la cumbre en Yeda, precisó el secretario general de la organización, Ahmed Aboul-Gheit.
Damasco indicó querer “dialogar” y “reforzar la cooperación” en una región que condenó al país al ostracismo a partir de 2011.
El conflicto en Siria dejó desde 2011 cerca de medio millón de muertos y millones de refugiados y desplazados.
“Victoria diplomática”
Si Siria acepta participar en la cumbre, se trataría de un regreso beneficioso, teniendo en cuenta que en 2013 la oposición llegó a ocupar el asiento de Damasco en una cumbre de la Liga Árabe en Catar.
Para el especialista en Siria, Fabrice Balanche, se trata de “una victoria diplomática” para Damasco. Ya no hay obstáculo “para la reapertura del conjunto de embajadas árabes en Siria”, indicó.
En noviembre de 2011, 18 de los 22 miembros de la Liga Árabe habían suspendido la participación del gobierno sirio en las reuniones, lo que fue aplaudido por los países occidentales y Turquía, y desaprobado por Rusia, Irán, Irak y Líbano.
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La organización panárabe impuso igualmente sanciones económicas al país.
Varias naciones árabes apoyaron a los rebeldes al inicio de la guerra, que sucesivamente se convirtió en terreno de juego para numerosas potencias extranjeras -incluidas Rusia e Irán, aliadas del gobierno de Asad- así como para grupos yihadistas, como el Estado Islámico.
El papel de la reconciliación entre Arabia e Irán
La normalización, que se anunciaba desde hacía meses, se vio favorecida por la solidaridad internacional ante los efectos del devastador sismo del 6° de febrero, que dejó más de 50.000 muertos entre Turquía y Siria.
Pero, a nivel diplomático, el gran catalizador fue la reconciliación en marzo entre Arabia Saudita, la gran potencia regional sunita, e Irán, potencia chiita, gracias a una mediación de Pekín.
Pocos días después, el 12° de abril, el canciller sirio realizó una visita sorpresa a Arabia Saudita, la primera desde el inicio del conflicto.
Fuera de la Liga Árabe, Turquía, otro país que prestó un apoyo importante a la oposición anti Asad desde 2011, se acercó también a Damasco, con una reunión entre los ministros turco y sirio de Defensa a fines de 2022 en Moscú.
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Damasco apuesta ahora por una plena normalización con los países árabes, en particular las ricas monarquías del Golfo, que antaño fueron aliadas de la oposición a Asad. Con ellas cuenta para poder financiar la costosa reconstrucción del país, devastado por más de diez años de contienda.
Con el tiempo y el apoyo fundamental de Rusia e Irán, el régimen de Asad logró recuperar la mayor parte del territorio perdido, aunque cuatro millones de personas siguen viviendo en el noroeste del país bajo control de grupos rebeldes y de yihadistas.
Por otro lado, y según una investigación publicada por AFP en noviembre, Siria logró mantenerse financieramente a flote gracias a la exportación del captagon, una droga que ha generado una industria ilegal de más de 10.000 millones de dólares, y convertido al país en un narcoestado.
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Condiciones para la reconciliación La resolución de la Liga establece la “toma de medidas prácticas y efectivas para avanzar gradualmente a la solución de la crisis”, un proceso que se desarrollará “paso a paso”, así como que Damasco permita la entrega de ayuda humanitaria “a todos los necesitados en Siria”, es decir, también en las zonas que no están bajo el control del Gobierno.
Además, estipula la creación de un comité de contacto ministerial compuesto por Egipto, Líbano, Irak, Arabia Saudí y Jordania para dar seguimiento a la ‘Declaración de Amán’ del pasado 1° de mayo, que define una serie de condiciones para reintegrar a Siria en la arena regional. Incluye, entre otros puntos, el regreso voluntario de los refugiados, la salida de fuerzas extranjeras “ilegales” en Siria, la lucha contra el narcotráfico o la reanudación del trabajo del Comité Constitucional para redactar una nueva Carta Magna en Siria, una tarea que la ONU lleva años intentando que se realice.
Readmisión, diferente a la normalización
El reingreso de Siria al organismo panárabe ha generado reacciones positivas por parte de actores regionales como el Parlamento Árabe, quien valoró la decisión como “un avance positivo” así como “un paso importante para mejorar la cooperación árabe para resolver la crisis siria”.
Sin embargo, el secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Abulgueit, dijo que esta readmisión “no es una decisión para establecer relaciones normales entre los países árabes y Siria, ya que esa es una decisión soberana de cada país”.
En este sentido, el secretario general aseguró que “el regreso de Siria a ocupar su asiento es el inicio de un movimiento, no el final de un camino”, cuestión en la que coincide uno de los portavoces de la Liga, Gamal Roshdy, quien dijo que “la reintegración de Siria es una medida muy simbólica, pero no significa que la crisis haya terminado”.
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