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El presidente chino, Xi Jinping, dijo el viernes al secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, de visita en Pekín, que las dos potencias económicas deberían ser “socios, no rivales”, advirtiendo de que quedan “muchos problemas” por resolver en sus relaciones bilaterales.
En una muestra de la importancia que ambos países otorgan a su relación, el líder chino recibió en el Gran Salón del Pueblo de Pekín al jefe de la diplomacia de Estados Unidos, que efectúa desde el miércoles su segunda visita a China en menos de un año.
Xi reconoció que los dos países han “realizado algunos progresos positivos” desde que se reunió con el presidente estadounidense, Joe Biden, a finales del año pasado, según el canal estatal chino CCTV.
Pero “todavía hay muchos problemas que deben resolverse, y aún hay margen para seguir esforzándose”, agregó.
“Propuse tres grandes principios: respeto mutuo, coexistencia pacífica y cooperación beneficiosa para todos”, aseguró. “La Tierra es suficientemente grande como para albergar el desarrollo común y (...) la prosperidad de China y Estados Unidos”, insistió el presidente chino.
“Cuando se resuelva este problema fundamental (...) las relaciones podrán realmente estabilizarse, mejorar y avanzar”, dijo Xi.
Blinken también se reunió con su homólogo chino, Wang Yi, con quien aseguró haber mantenido conversaciones “extensas y constructivas” durante más de cinco horas.
Según un responsable estadounidense, el secretario de Estado expresó entre otras cuestiones la preocupación de su país por el apoyo que el gigante asiático da a la Rusia de Vladimir Putin.
Wang advirtió por su parte que las múltiples presiones ejercidas por Washington pueden provocar una degradación en las relaciones bilaterales.
Las autoridades chinas están molestas con la presión económica de la administración Biden, que vetó las exportaciones de semiconductores al país asiático y amenaza con prohibir la plataforma TikTok si no corta lazos con su matriz china.
Wang reconoció que las relaciones entre ambos países “estaban empezando a estabilizarse” tras la reunión en noviembre en San Francisco entre sus presidentes.
“Pero al mismo tiempo, se están creando y aumentando los factores negativos en la relación”, advirtió.
El canciller aseguró que China siempre “aboga por el respeto de los intereses fundamentales de cada parte” y pidió que Estados Unidos “no rebase la línea roja” de Pekín sobre soberanía, seguridad y desarrollo.
“Responsabilidad compartida”
A pesar de la contundencia de Wang, responsables estadounidenses y expertos creen que la prioridad de Xi es controlar las dificultades económicas que atraviesa el país y que, al menos a corto plazo, quiere evitar la confrontación con Occidente.
Blinken instó a que ambas partes gestionen “responsablemente” su relación.
Los dos países deben ser lo “más claros posibles sobre las áreas en las que mantenemos diferencias, al menos para evitar malentendidos y errores de cálculo”, defendió.
“Eso es realmente una responsabilidad compartida que tenemos no solo hacia nuestros pueblos, sino hacia la gente en todo el mundo”, afirmó.
Según su equipo, Blinken también debía reclamar a China moderación ante la investidura en mayo de un nuevo presidente en Taiwán (la isla de gobierno autónomo reivindicada por Pekín) y pedir que use su influencia sobre Irán para intentar contener la amenaza de un conflicto abierto con Israel.
Biden, que recientemente habló por teléfono con Xi, se enfrenta a una dura batalla para las presidenciales de noviembre contra su predecesor republicano Donald Trump, que imprimió una política beligerante hacia China durante su mandato.
La administración demócrata estadounidense ha destacado los progresos obtenidos gracias a su acercamiento diplomático a China, como el compromiso de Pekín de imponer un mayor control a la exportación de los precursores químicos del fentanilo, un opioide responsable de una epidemia de adicciones en Estados Unidos.
Pero al mismo tiempo, en algunas áreas Biden ha ejercido una presión sobre China incluso mayor a la de Trump.
Un ejemplo es la reciente ley votada por el Congreso y avalada por Biden para forzar la venta de TikTok, propiedad de la empresa china ByteDance, o arriesgarse a una prohibición en Estados Unidos.
Responsables estadounidenses alegan preocupaciones por la seguridad y la privacidad vinculadas a la aplicación, muy popular entre la juventud del país.
ByteDance, que niega estas acusaciones, reiteró el jueves que no tiene ninguna intención de vender la plataforma de videos.
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