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La vacuna Sputnik V no solo fue la primera registrada contra el Covid-19, sino que también posee una de las más llamativas estrategias de divulgación en redes sociales. El medio de comunicación financiado por el gobierno ruso RT reportó, al mejor estilo de un storytime propio de un influencer, como sus periodistas más populares fueron vacunados con el objetivo de demostrar su efectividad y mitigar el escepticismo que la rodea. Para la audiencia angloparlante fueron voluntarios la corresponsal de guerra María Finóshina y el documentalista Konstantín Rozhkov. Para Latinoamérica fue Inna Afinogenova, quien es la presentadora del popular canal de YouTube Ahí les va. Ellos se encargaron de mostrarle al mundo su experiencia después de ser inoculados a través de internet.
No es fortuito el desarrollo de esta estrategia propagandística digital de la vacuna. De hecho, algunos expertos consideran que hace parte de la Diplomacia de las vacunas y/o poder blando, el cual consiste en usar este desarrollo científico, tanto su distribución geográfica como el empleo de los medios de comunicación afiliados a Rusia, para mejorar su imagen e influencia en países extranjeros. Sin embargo, algunos más escépticos consideran que esta estrategia es sólo una herramienta más de la desinformación producida por el Kremlin para inundar con contenido falso, conspirativo y propagandístico las redes sociales y, así desestabilizar las democracias globalmente.
La vacuna del laboratorio ruso Gamaleya cuenta con una eficacia del 91,6 % contra el virus sintomático del covid-19 según la revista médica británica The Lancet Regional Health Americas. Estos resultados han sido recibidos con escepticismo por países europeos, los Estados Unidos y la OMS debido a su rápida creación y a prácticas poco éticas como la falta de transparencia en la información y en el proceso de manufactura. Pese a ello, la vacuna ha sido empleada en 11 países de la región, entre ellos están Antigua y Barbuda, Argentina, Bolivia, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, San Vicente y Granadinas y, Venezuela de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
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Esto podría ser una confirmación del llamado retorno del Kremlin a América Latina, en el que Rusia busca posicionarse como un nuevo aliado para el desarrollo económico y social, desmarcándose levemente del enfoque militar que lo ha caracterizado históricamente.
Propaganda, periodismo e influencers
La estrategia de divulgación digital de la Sputnik V tiene dos componentes esenciales: la página web y el contenido de los presentadores en redes sociales. La web se creó en agosto del 2020 y está disponible en 9 idiomas, ruso, inglés, mandarín, árabe estándar moderno, español, portugués, francés, tagalo y malayo. Además, cuenta sus respectivas redes sociales en Twitter, Facebook, Instagram y YouTube.
Incluso tiene una sección bastante llamativa denominada medios de comunicación, en la que se encuentra un gran número de notas de prensa que se han producido sobre el fármaco en el mundo. Allí hay medios de la región como Prensa Latina de Cuba, Télam de Argentina y Canal 4 de Uruguay. En otras palabras, el contenido de este sitio y sus redes se convirtieron en la fuente oficial de información sobre el fármaco que busca disipar la desconfianza existente alrededor de él.
El segundo componente de la estrategia es el contenido producido por la periodista más popular de RT en la región: Inna Afinogenova, quien en Twitter cuenta con 306,668 seguidores y recientemente llegó a un millón de suscriptores en YouTube. Con el fin de generar más confianza entre los hispanohablantes, la periodista fue voluntaria de la fase III del fármaco y compartió su experiencia en sus redes sociales –Facebook, Twitter, Telegram e Instagram–. En septiembre de 2020 anunció su participación en dicho proceso que duraría 180 días a través de un trino que superó los diez mil “me gusta”. Luego, realizó un conjunto de publicaciones resaltando la efectividad de la vacuna, de los cuales tres aparecen entre el top 10 más retuiteados en cuentas con geolocalización en Colombia según una investigación de Linterna Verde.
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El 23 de septiembre de 2020 publicó en su canal de YouTube un video en el que relata, en un formato de video-blog, cómo fue su experiencia personal al ser inoculada. Este video obtuvo más de 400 mil vistas y más de cinco mil comentarios. Estos últimos fueron creados por usuarios desde diferentes países como Argentina, Colombia, Cuba, México, Venezuela, entre otros, quienes reiteradamente la felicitan y le agradecen su valentía en este proceso para acabar con la pandemia. Incluso, algunos de ellos mencionan que considerarían un honor ser voluntarios para los ensayos de este fármaco. En los meses siguientes, Inna continuó publicando contenido analizando la recepción de la Sputnik V en la región a través de YouTube, así como sugiriendo que las críticas contra la vacuna son una campaña de desinformación en contra Rusia.
¿Manipulación o éxito en internet?
Recientemente muchos analistas y periodistas se han cuestionado el éxito digital de RT en América Latina, pues sugieren que los datos de las métricas e interacciones no son confiables, ya que son producidas por presuntos bots –cuentas semiautomatizadas– que se encargan de hacer viral este tipo de contenido. Frente a esto, las investigaciones, al menos en Latinoamérica, siguen siendo inconclusas. Por lo tanto, la academia y organizaciones de la sociedad civil deben continuar monitoreando el comportamiento de estos medios afiliados y sus seguidores para obtener resultados contundentes.
Lo cierto es que la estrategia de divulgación de la Sputnik V es una muestra de la acertada adaptación de los medios de comunicación rusos y sus corresponsales en las redes sociales. Inna es un excelente ejemplo de ello, pues a través de sus redes ha divulgado e intentado desmitificar el escepticismo sobre esta vacuna. Además, ha empleado estas plataformas digitales para llegar a nuevas audiencias, en especial a los jóvenes, con un formato fresco y un lenguaje ciertamente sarcástico que ha logrado posicionarla en la región.
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*Gustavo A. Rivero es profesor adjunto en la Universidad de la Salle, Colombia. Máster en Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes. Seleccionado por el Programa de Formación 360/Digital Sherlocks (DFRLab) del Consejo Atlántico para combatir la desinformación.
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