Sudán: una guerra en la que no hay respeto por nada
Mónica Camacho, representante humanitaria de Médicos Sin Fronteras en África del Este, da su parte sobre el recrudecimiento de la violencia en Sudán a causa de los combates entre el ejército y los paramilitares. El fuego cruzado no respeta a los civiles ni la labor humanitaria.
Desde Nairobi, donde está radicada, la representante humanitaria de Médicos Sin Fronteras (MSF) en África del Este, la colombiana Mónica Camacho, habló con El Espectador sobre la violencia en Sudán, un sitio que, como ella lo explica, “produce refugiados, recibe refugiados, pero además tiene una población interna que se desplaza”.
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Desde Nairobi, donde está radicada, la representante humanitaria de Médicos Sin Fronteras (MSF) en África del Este, la colombiana Mónica Camacho, habló con El Espectador sobre la violencia en Sudán, un sitio que, como ella lo explica, “produce refugiados, recibe refugiados, pero además tiene una población interna que se desplaza”.
La razón más reciente: los combates entre el ejército y los paramilitares que tratan de imponerse en un país de 45 millones de habitantes, uno de los más pobres de África y que busca rehacerse tras 30 años del régimen de Omar Hasan Ahmad al Bashir, derrocado en 2019.
Ni los civiles ni el personal humanitario están a salvo, y tampoco se han respetado las treguas. El Ministerio de Salud calcula que al menos 512 personas han muerto y 4.193 han resultado heridas, un balance que seguramente es y será mayor. La labor del personal de salud resulta, pues, esencial, pero casi imposible dadas las condiciones.
¿Cómo está la situación ahora en Sudán?
Han pasado 13 días de combates entre las dos fuerzas del ejército sudanés, una es el ejército sudanés como tal (liderado por el general Abdel Fatah al Burhan) y la otra es una fuerza paramilitar que se creó hace años, llamada Fuerzas de Apoyo Rápido (lideradas por el general Mohamed Hamdan Daglo). Hay que recordar que los dos generales, uno es la cabeza de Estado y el otro es el segundo al mando, hicieron un golpe de Estado en 2021. Echando para atrás, en 2019, tras las protestas de la población civil se logra derrocar a Al Bashir, quien estuvo más de 30 años en el poder, con un Estado bastante represivo. Fueron justamente estos dos generales quienes derrocaron a su jefe. Desde el golpe de Estado están las tres fuerzas, es decir, estos dos generales y los civiles intentando formar un gobierno. Los militares no quieren dejarles espacio a los civiles y los civiles no quieren que los militares estén en el gobierno, entonces tienen que hacer acuerdos de coexistencia que no han funcionado, no han logrado ponerse de acuerdo.
Las tensiones de los últimos meses han sido entre los dos militares por un tema de desmovilización y de reinserción. El ejército paramilitar tiene que desmovilizarse y reintegrarse, pero es una fuerza de 100.000 hombres, mientras que el ejército regular se calcula en 200.000 hombres. Entonces es una fuerza masiva para ser reincorporada, reintegrada, y ha habido discrepancias por el tiempo. El ejército regular pide que se integraran rápido, y hablaba de cinco años, mientras que la fuerza paramilitar extendía el proceso, hablaban de 20 años. Estaban en esa negociación, la tensión subía, cuando el sábado pasado los dos empezaron a confrontarse.
Se están atacando en las bases militares, en posiciones estratégicas. El conflicto comenzó en la capital, Jartum, la fuerza paramilitar intenta tomarse posiciones estratégicas, y los otros, el ejército regular, intenta defender. En Jartum hay bombardeos y combates en las calles, la población civil no ha tenido oportunidad de salir. No hay servicios básicos, agua o luz; la gente no ha podido salir a buscar comida porque es absolutamente inseguro. Además de Jartum, se ha extendido a Darfur, la parte más occidental del país, una zona que ya había tenido conflicto a principios de 2000, donde este ejército paramilitar es bastante fuerte.
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¿Cuál es la presencia actual de MSF en Sudán?
Tenemos presencia de largo tiempo. Sudán del Sur antes era parte de Sudán. Desde que empieza la guerra civil con el sur estábamos trabajando. Cuando empieza el conflicto en Darfur, también trabajamos allí, eso fue 2003. Así que trabajamos tanto en Sudán del Sur como en Darfur, que solían ser Sudán. El conflicto en Darfur se calmó, si se quiere, pero la población desplazada sigue sin ser atendida. Hay unos campos enormes de desplazados, allí estábamos trabajando, y hace dos años con el conflicto en Etiopía, que es el país vecino, en la zona de Tigray, hay una entrada masiva de refugiados etíopes en Sudán, lo cual hace también que tengamos que intervenir. Así que trabajamos en la parte oriental del país, que es frontera con Etiopía, y en la parte más occidental, que es frontera con Chad, en la zona de Darfur. Y dado que somos una organización médica humanitaria y trabajamos en momentos de emergencia, si, por ejemplo, hay conflictos en Sudán del Sur y hay desplazamiento hacia el norte, también trabajamos en esa frontera.
¿En este momento están pudiendo desarrollar el trabajo o cómo están sorteando la situación?
Los equipos de coordinación estaban basados en Jartum, las bases principales de apoyo logístico están todos en esa ciudad. Hasta este fin de semana la situación son equipos guardados en su casa, escondidos, intentando salvar su vida, porque con el nivel de violencia, de fuego cruzado, con francotiradores, la posibilidad de tener a alguien moviéndose es cero. Ha habido cuatro acuerdos de cese al fuego que no han sido respetados, entonces nadie puede salir a comprar, nadie abre su tienda, no hay agua, no hay luz, la gente ya no está teniendo comida. Hay más o menos una hora de calma en la que gente sale a ver quién está vivo, hay una cantidad de cuerpos en la calle, nadie los está recogiendo, hay mucho pillaje, mucho vandalismo. El ejército paramilitar es una fuerza no regular, no entrenada, es gente joven sin formación, entonces hay cero respeto por los derechos humanos, por normas básicas de Derecho Internacional Humanitario, respeto por los civiles o instalaciones médicas.
El fin de semana logramos sacar a parte del equipo de Jartum, de los otros proyectos algunos logran seguir operando, pero esa funcionalidad está limitada porque no hay dinero en el país, no hay bancos, no hay cómo pagar salarios, no hay combustible y todo funciona con generador, por ejemplo la cadena de frío. Es cuestión de días para no tener medicamentos, no hay transporte, no hay aviones en un país enorme, nadie se puede mover por carretera.
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¿El personal médico está a salvo o ha habido heridos o fallecidos?
De nosotros no, pero la gente está afectada porque están perdiendo su propiedad, tienen miedo. Muy al inicio del conflicto hubo tres trabajadores del Programa Mundial de Alimentos que murieron, y la OMS está haciendo cálculos del personal sanitario que ha muerto. No es que los civiles sean el blanco, pero el fuego cruzado es absolutamente indiscriminado. Los hospitales han sido muy atacados.
Hemos visto las evacuaciones de las embajadas, de los ciudadanos de otros países… ¿Cómo afecta el trabajo humanitario quedarse sin representantes de la comunidad internacional?
Nos afecta porque es una comunidad internacional que no está siendo testigo de lo que pasa. Esas voces se han apagado. Por otro lado, toda la familia humanitaria está también bastante afectada, hay mucha gente que ha tenido que evacuar. La prioridad en los primeros días fue darse cuenta de dónde estaba el staff y mantenerlos a salvo. Por eso se pide que las partes hagan un cese de hostilidades para poder hacer corredores y sacar a todo este personal internacional, y no ha funcionado. Nosotros igual hicimos un desplazamiento importante de personal el domingo, hacia las afueras de Jartum, y algo de este personal ya ha salido a países vecinos. Tenemos personal adentro, listo para trabajar, pero en un nivel de cansancio, de estrés, de agotamiento importante.
Estamos negociando con las autoridades posibilidades de traer material, de entrar personal para poder no solo recuperar lo que estábamos haciendo, sino para atender las nuevas necesidades.
¿Qué llamado hace a la comunidad internacional?
Poner a Sudán de nuevo en las prioridades, alertar que toda la parte política está negociando por cese de hostilidades. De nuestra parte el llamado es respeto a la población civil, a la acción humanitaria y a la acción médica, a hospitales, ambulancias, personal de salud. Es un llamado urgente porque nadie está respetando. Y un llamado a toda la comunidad humanitaria y a los donantes para hacer un rápido incremento de recursos, y a la parte política poder negociar corredores para los trabajadores humanitarios. Aún no tenemos visibilidad de las necesidades, de cuánta población es o dónde está, porque nadie se ha podido mover. Hay países vecinos reportando que están entrando por Egipto, por Etiopía, por Chad, por Sudán del Sur, pero adentro el volumen de desplazamiento no es posible calcularlo. Es un llamado al gobierno y a las partes en conflicto para permitir acceso y que se pueda ver el volumen de las necesidades para poder actuar.
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