Sudán y la comunidad internacional ante una guerra civil en ciernes
La disputa por el poder entre el Ejército y paramilitares ya ha empezado a permear en otros sectores del país africano. Aunque el llamado de las autoridades internacionales consista en detener la violencia, analistas coinciden en que se está viviendo la antesala de una guerra civil.
En los cielos de Sudán se escuchan las trompetas de la guerra. Mientras el Ejército Nacional y los paramilitares completan 10 días de agresiones y combates para definir quién será el próximo grupo en ostentar el poder, el país africano se aproxima cada vez más al borde del precipicio. Así lo aseguró Antonio Guterres, el secretario general de la ONU, que insiste en que el sonido de los fusiles podría generar una espiral que repercuta en “toda la región y más allá”.
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En los cielos de Sudán se escuchan las trompetas de la guerra. Mientras el Ejército Nacional y los paramilitares completan 10 días de agresiones y combates para definir quién será el próximo grupo en ostentar el poder, el país africano se aproxima cada vez más al borde del precipicio. Así lo aseguró Antonio Guterres, el secretario general de la ONU, que insiste en que el sonido de los fusiles podría generar una espiral que repercuta en “toda la región y más allá”.
Las agresiones entre el Ejército y los paramilitares comenzaron el pasado 15 de abril. Ambos grupos, liderados por Abdel Fatah al Burhan y Mohamed Hamdan Daglo, buscan asegurarse con el poder desde que Omar al-Bashir, presidente que duró cerca de 30 años en la presidencia, fuera derrocado. Desde ese momento ni el Ejército, que actualmente gobierna a través de una cúpula militar, ni los paramilitares, han logrado encontrar la forma de llevar a cabo una transición hacia la democracia.
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Para algunos expertos, la situación de Sudán no es únicamente una antesala de guerra civil. Es más, sus efectos podrían tener repercusiones en el tablero geopolítico y social de gran parte de África e incluso Europa.
El riesgo de la guerra
Para que un conflicto entre dos partes pueda considerarse una guerra civil se necesitan varios factores sobre la mesa. Una de las condiciones es que las agresiones militares se den dentro de un mismo país. Otra, por ejemplo, es que el “umbral de muertes […] se cifre en más de 1.000 anuales”, según describen David Singer y Melvin Small, autores del libro Wages of War. En Sudán, este número parece muy próximo a superarse en tan solo 10 días de conflicto.
La Organización Mundial de la Salud detalló que hay más de 400 ciudadanos muertos producto de los combates. Además, los centros médicos han reportado más de 3.700 heridos. Para Mauricio Jaramillo, internacionalista de la Universidad del Rosario, lo que se vive en Sudán no solo es un preludio “casi seguro” de una guerra civil; es una “transición fallida a la democracia en el que la población civil está en el fuego cruzado”.
En los últimos días la comunidad internacional se ha enfocado en hacer llamados de paz en Sudán. En el Consejo de Seguridad de la ONU se hizo un pedido especial para ejercer la “máxima presión sobre las partes para poner fin a la violencia, restablecer el orden y volver a la senda de la transición democrática”. Sin embargo, por más peticiones de paz y de cesar el fuego, los combates se han prolongado en Jartum, la capital, y Darfour.
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Especialmente en Sudán y sus vecinos, Etiopía y Libia, se vive una situación de inestabilidad y volatilidad desde hace años. El Banco Mundial viene alertando desde 2015 el “desafío” de África de enfrentarse a sistemas políticos débiles y una economía “difícil”. Añadido a esto, el riesgo de guerra que ahora vive en Sudán ya ha generado una ola migratoria que puede tener efectos no solo en el continente africano sino en Europa.
Por ejemplo, hace dos años la ACNUR registró que el conflicto en Etiopía causó más de 100.000 personas desplazadas. Migrantes que, según la organización, buscan la manera de llegar a lugares más seguros escapando de la guerra, entre ellos el norte de África o el sur europeo, como es el caso de España o Italia. De acuerdo con el diario El País, este tipo de flujos migratorios podrían tener “proporciones históricas comparables al de la ruptura de Yugoslavia”.
En Sudán se avecina “una ola migratoria que va a tener que ser asumida por los países de la zona lo quieran o no”, asegura Jaramillo. Tan solo en los últimos días, más de 2.000 personas de diferentes nacionalidades han sido evacuadas y repatriadas. Algo que para el analista se debe a la intención de la comunidad internacional de “evitar episodios como lo que pasó en Ruanda. […] Que haya toma de rehenes de diplomáticos. El mundo se está preparando para una guerra total, desafortunadamente, en el país”.
No obstante, este intento de parte de la comunidad internacional no ha tenido el efecto esperado. Un funcionario de la organización Internacional para las Migraciones fue asesinado hace dos días. Y este lunes, el Ejército sudanés afirmó que un agregado militar egipcio murió por el “fuego de las milicias rebeldes”. Esto generaría que haya un “aislamiento total de Sudán” de parte de la comunidad internacional, asegura Jaramillo.
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Sin embargo, las consecuencias de la violencia en Sudán son una constante para Europa desde hace ya varios años. Un ejemplo de ello son los constantes naufragios de migrantes que se dan en las costas italianas, la mayoría de ellos con ciudadanos africanos y en especial sudaneses. Debido a esto, Giorgia Meloni, primera ministra italiana, ha endurecido la política migratoria debido a que su país es “incapaz” de recibir a los migrantes. Por este motivo la jefa de Gobierno decretó estado de emergencia migratoria en su país.
La comunidad internacional
La retirada de personal diplomático en Sudán ha sido otro factor que llama la atención de Jaramillo. Un ejemplo es el de Francia, que a través de un comunicado de su Cancillería aseguró que su embajada en el país africano se cerrará “hasta nueva orden”. Esto dificultaría la ayuda que otros países externos puedan brindar al intentar solucionar el conflicto.
Aunque este martes se realice un nuevo consejo de seguridad de la ONU para “abordar la crisis”, el experto explica que “el cierre de embajadas significa dejar a Sudán a su suerte”. Jaramillo considera que aunque la Unión Africana, que es el bloque continental que intenta media los conflictos, puede intervenir, “el problema de Sudán viene desde adentro. Si no hay paz entre el Ejército y los paramilitares va a ser muy difícil que supere este ciclo de violencia”.
Para el analista, hay dos factores que actualmente está valorando la comunidad internacional. Por un lado, que este conflicto pueda tener un viraje o “hacia una guerra civil o hacia un autoritarismo peor que el de Omar al-Bashir”, lo cual tendría efectos en Egipto, Etiopía, Sudan del Sur. Lo cual a nadie la interesa”.
Mientras que no haya condiciones propicias para un cese al fuego o hacia una transición democrática es muy difícil pensar en un futuro de paz para Sudán. Sin embargo, considera que, “aunque el Ejército y los paramilitares crean que puedan ganar, la mediación de la comunidad internacional puede cambiar la situación”.
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