Suecia en la OTAN: las peticiones de Turquía y lo que implica para la guerra
A horas de que se inicie la cumbre de la organización en Lituania, se anunció que Turquía levantó el veto para la adhesión del país nórdico. La lucha antiterrorista y el ingreso de Ankara a la Unión Europea, los temas que gravitan alrededor.
La cantidad de preguntas sin respuesta con las que la OTAN iba a llegar a su cumbre de jefes de estado y de Gobierno empezó a reducirse a pocas horas de que se inaugurara el encuentro en Vilnius, Lituania. Una de las más esperadas era si Suecia lograría la luz verde para su adhesión, más de un año después de que ese país y Finlandia (que ya fue admitido en la organización) hicieran la solicitud de ingreso como consecuencia de la invasión rusa en Ucrania.
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La cantidad de preguntas sin respuesta con las que la OTAN iba a llegar a su cumbre de jefes de estado y de Gobierno empezó a reducirse a pocas horas de que se inaugurara el encuentro en Vilnius, Lituania. Una de las más esperadas era si Suecia lograría la luz verde para su adhesión, más de un año después de que ese país y Finlandia (que ya fue admitido en la organización) hicieran la solicitud de ingreso como consecuencia de la invasión rusa en Ucrania.
El lunes, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció que Turquía, que venía bloqueando la admisión, se había comprometido a votar a favor del ingreso del país nórdico a la alianza atlántica, en la que las decisiones se toman por unanimidad. Aunque Budapest también venía poniendo el palo en la rueda, había hecho saber que, si Ankara levantaba el veto, Hungría no se quedaría sola en la barrera.
El anuncio cayó de sorpresa luego de que esa misma mañana Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, afirmara que el avance de la adhesión de Estocolmo estaba, en pocas palabras, supeditado al ingreso de Ankara a la Unión Europea (UE), un proceso de negociación iniciado en 2005, pero que se encuentra estancado desde hace varios años. A las pocas horas, Estados Unidos rechazó que Erdogan estuviera vinculando ambas cosas.
Sin embargo, la reunión de Erdogan, quien ganó las elecciones en su país por un estrecho margen en segunda vuelta el pasado 28 de mayo, con Stoltenberg, el primer ministro sueco (Ulf Kristersson) y el presidente del Consejo Europeo (Charles Michel) parece haber rendido frutos. Michel, por ejemplo, dijo al término del encuentro que había hablado con Erdogan sobre formas para “revitalizar” las relaciones entre la UE y Turquía.
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Para Jesús Agreda Rudenko, profesor de la Universidad Javeriana y de la Universidad del Rosario, si bien fue “inesperado” que Erdogan pusiera de nuevo sobre la agenda el proceso de negociación con la Unión Europea teniendo en cuenta el liderazgo regional individual que venía persiguiendo, se podría entender precisamente a partir de “las dificultades económicas que vive el país [con una de las inflaciones más altas del mundo] y la pérdida de apoyo popular”.
Mientras que el proceso entre Ankara y la Unión Europea viene estancado “en parte porque la UE no reconocía que Turquía tuviera las condiciones [para integrarse al bloque], pero por otro lado porque Turquía también parecía haber perdido interés en el proyecto”, el veto a Suecia por parte de Erdogan había estado fundamentado en un supuesto apoyo al terrorismo. Ankara ha señalado a Estocolmo por acoger a militantes y simpatizantes kurdos que considera terroristas.
Stoltenberg, en ese sentido, recordó que en este proceso el país nórdico adoptó una reforma constitucional, así como leyes y medidas antiterroristas. Con todo, el noruego anunció que por el acuerdo alcanzado este lunes Erdogan enviará “el Protocolo de Adhesión de Suecia a la Gran Asamblea Nacional tan pronto como sea posible, y trabajará junto a la Asamblea para garantizar la ratificación”.
¿Qué implica para la guerra?
Fue a pocos días de iniciada la invasión rusa a Ucrania que Finlandia y Suecia, países con largas tradiciones de no alineamiento, anunciaron su intención de formar parte de la OTAN como medida de precaución ante una posible agresión por parte de Moscú. Finlandia lo logró oficialmente en abril de este año, y una vez Turquía apruebe el protocolo, el proceso de ingreso para Suecia no debería demorar mucho más.
“En términos prácticos la entrada de Suecia claro que le daría al país una garantía de seguridad muy sólida que implica el artículo 5″, dice Agreda Rudenko en referencia al principio según el cual un ataque a un miembro de la organización equivale a un ataque a todas las naciones que la componen. Además, “podríamos ver incluso el despliegue de tropas de la OTAN en el país”, agrega el analista.
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Esto, al igual que se dijo con el caso finlandés (que comparte con Rusia una frontera de 1.340 kilómetros), puede ser leído como un tiro por la culata para Putin: mientras que la invasión a Ucrania fue justificada por él en gran parte como un intento de frenar la influencia de la OTAN en el continente europeo, al final lo que ha resultado es un fortalecimiento de la alianza atlántica.
Por lo mismo, no obstante, es esperable que haya “discursos condenatorios, que Moscú reivindique que la OTAN efectivamente está tratando de rodear al país y que es una organización agresiva e imperialista, por lo que no tiene otra opción que seguir luchando la guerra, incluso fortalecer sus capacidades militares en las fronteras y seguramente reiterar que tiene armas nucleares para su defensa”, señala el analista.
Terminada la jornada del lunes, Moscú todavía no se había pronunciado públicamente sobre el anunciado levantamiento del veto por parte de Ankara.
Apoyo a Ucrania
En este contexto, la cumbre en Vilnius, que se llevará a cabo este martes y miércoles, por supuesto, tendrá a Ucrania en el centro de la discusión. Mientras que la adhesión de este país a la alianza atlántica parece poco probable en el corto plazo, dada la resistencia de países como Estados Unidos y Alemania, es una opción cada vez menos descabellada al contar con el respaldo de varios de sus vecinos exsoviéticos.
En ese sentido, como lo explica The New York Times, uno de los puntos que más expectativa generan son las promesas que se le harán a Ucrania. Aunque la adhesión de Kiev a la organización no se descarta de tajo, el asunto está en discutir cuándo ocurrirá.
Por el momento, unos de los temas que pueden dejar en evidencia fracturas entre los miembros de la OTAN es el envío de bombas de racimo anunciado por Estados Unidos en días pasados. Se trata de un arma utilizada por Rusia, cuyo uso ha sido condenado internacionalmente, pero que ahora Washington mandará al frente de guerra.
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“Sin duda es una situación muy compleja y aleja a Estados Unidos de sus aliados, por lo que el presidente Biden tendrá que hacer un gran esfuerzo de relaciones públicas por convencer a sus aliados sobre la importancia y necesidad de esa decisión”, concluye Agreda Rudenko.
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