“Te garantiza ser la excepción”: denuncian tráfico de refugiados de Gaza a Egipto

Una suma de entre US$7.000 y US$10.000 es todo lo que se necesita para salir de Gaza y llegar a Egipto. El diario El País tuvo acceso a las historias de tres gazatíes que pudieron eludir el veto egipcio de mantener la frontera cerrada a los palestinos pagando altas sumas de dinero a “una opaca red de intermediarios” para salir del enclave.

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Uno de los jóvenes que habló con el medio contó que él y su familia se dieron cuenta de un error en los primeros listados de ciudadanos egipcios que podían abandonar Gaza: aparecían nombres conocidos, pertenecientes a familias gazatíes adineradas, que técnicamente no tenían permitida la salida hacia Egipto.

“Conocíamos [a aquellas familias] bien, así que nos preguntamos cómo habían salido. Y descubrimos que la frontera estaba abierta para quien tuviera dinero”, afirma.

Cuando trataron de realizar el proceso, las esperanzas se cayeron al suelo. Sí, había una forma de eludir el veto, pero el precio era demasiado alto: US$10.000. Después de mucho pensarlo, él y su familia decidieron que todos reunirían sus ahorros para ayudarlo a salir de Gaza. Con ese dinero, fue hasta una “fría oficina”, donde recogieron el monto y apuntaron sus datos. Dos días después, recibió una llamada en la que le decían que tenía que estar en el paso fronterizo de Rafah a las seis de la mañana.

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Cruzó sin mayor problema. Por supuesto, las autoridades locales lo investigaron por haber desembolsado esa suma de dinero, que ni siquiera cubría el costo del visado, el equipaje ni el transporte. “Este dinero solo lo pagas para pasar”, le dijo el joven a El País. Una suma, que de por sí es alta, se convierte en inalcanzable cuando viven en medio de una guerra. El medio español asegura que, para costear el paso, “muchos gazatíes se embarcan en numerosas campañas de micromecenazgo a través de internet”.

Una de las empresas de “coordinación”, como se llama localmente a estos intermediarios, es la agencia de viajes egipcia Hala, propiedad de Ibrahim al Ergany, quien tiene nexos con “las más altas esferas del Estado egipcio”. Según la página de Facebook de la compañía, tienen varios agentes en Gaza y abren un registro de forma periódica para que ciudadanos egipcios inicien el trámite para salir del enclave.

El costo varía no solo por la edad de la persona, pues para los niños la suma es menor, sino también por la empresa. Pero con el “descuento” viene la falta de garantías.

“Hay personas que hacen la coordinación más barata, pero a lo mejor te están tendiendo una trampa, a lo mejor es mentira, o a lo mejor te asignan un encargo”, apuntó una de las personas que habló con El País.

El medio concluye que existen más de 100 operaciones como esta, que permiten el tráfico de migrantes en la frontera entre Egipto y Gaza. Pero esto sólo sería posible con una cooperación desde adentro de la legalidad. Una investigación del medio egipcio Saheeh Masr y la red global de periodistas de investigación del Proyecto de Denuncia de la Corrupción y el Crimen Organizado (OCCRP, en inglés) indica que es muy probable que exista un sistema de sobornos dentro del mecanismo migratorio.

Por su parte, Diaa Rashwan, el presidente del Servicio de Información del Estado de Egipto, aseveró que eran “falsas acusaciones” y pidió a ciudadanos palestinos que informaran de cualquier irregularidad en el cruce fronterizo.

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Sin embargo, grupos de derechos humanos y medios de comunicación locales llevan años documentando este tipo de situaciones. En el 2016, Al Jazeera reportó pagos de palestinos a intermediarios para que los ayudaran a abandonar Gaza. Un informe de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) del 2018 reveló que la salida de personas por Rafah es “confusa y opaca” debido a este tipo de procesos irregulares y denunció el pago de sobornos para garantizar el cruce de migrantes.

“En 2022 publicamos un informe con motivo de los 15 años del bloqueo de Gaza, y las dificultades para salir fue una de las cosas que documentamos. Las autoridades israelíes tienen mucha responsabilidad, pero también las egipcias, porque controlan la frontera de Rafah. De los testimonios que recogimos, oímos que algunas autoridades egipcias pedían dinero a los palestinos que querían cruzar. Básicamente, les extorsionaban”, asegura Ahmed Benchemsi, director de comunicaciones para Oriente Próximo y el Norte de África de Human Rights Watch (HRW).

Cuando el Ministerio de Salud de Hamás reporta más de 26.000 palestinos asesinados por la ofensiva israelí en Gaza, que inició después del ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre, las opciones para las familias, que viven en medio de las ruinas de sus hogares y el sonido constante de bombardeos, son pocas. Uno de los jóvenes que habló con El País dijo que el trato de las autoridades egipcias en el cruce era terrible, pero la opción de quedarse era peor.

“Yo he sobrevivido a seis guerras. [Cuando salí] estaba decepcionado, solo pensaba en que perdí mi universidad, perdí a mis amigos, mi trabajo, mi carrera, mi futuro. Me dirigía hacia la nada”, relata. “Pero la nada era mejor que morir en la guerra, soy un superviviente de un genocidio, y cualquier cosa es mejor que quedarse allí”.

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Una suma de entre US$7.000 y US$10.000 es todo lo que se necesita para salir de Gaza y llegar a Egipto. El diario El País tuvo acceso a las historias de tres gazatíes que pudieron eludir el veto egipcio de mantener la frontera cerrada a los palestinos pagando altas sumas de dinero a “una opaca red de intermediarios” para salir del enclave.

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Uno de los jóvenes que habló con el medio contó que él y su familia se dieron cuenta de un error en los primeros listados de ciudadanos egipcios que podían abandonar Gaza: aparecían nombres conocidos, pertenecientes a familias gazatíes adineradas, que técnicamente no tenían permitida la salida hacia Egipto.

“Conocíamos [a aquellas familias] bien, así que nos preguntamos cómo habían salido. Y descubrimos que la frontera estaba abierta para quien tuviera dinero”, afirma.

Cuando trataron de realizar el proceso, las esperanzas se cayeron al suelo. Sí, había una forma de eludir el veto, pero el precio era demasiado alto: US$10.000. Después de mucho pensarlo, él y su familia decidieron que todos reunirían sus ahorros para ayudarlo a salir de Gaza. Con ese dinero, fue hasta una “fría oficina”, donde recogieron el monto y apuntaron sus datos. Dos días después, recibió una llamada en la que le decían que tenía que estar en el paso fronterizo de Rafah a las seis de la mañana.

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Cruzó sin mayor problema. Por supuesto, las autoridades locales lo investigaron por haber desembolsado esa suma de dinero, que ni siquiera cubría el costo del visado, el equipaje ni el transporte. “Este dinero solo lo pagas para pasar”, le dijo el joven a El País. Una suma, que de por sí es alta, se convierte en inalcanzable cuando viven en medio de una guerra. El medio español asegura que, para costear el paso, “muchos gazatíes se embarcan en numerosas campañas de micromecenazgo a través de internet”.

Una de las empresas de “coordinación”, como se llama localmente a estos intermediarios, es la agencia de viajes egipcia Hala, propiedad de Ibrahim al Ergany, quien tiene nexos con “las más altas esferas del Estado egipcio”. Según la página de Facebook de la compañía, tienen varios agentes en Gaza y abren un registro de forma periódica para que ciudadanos egipcios inicien el trámite para salir del enclave.

El costo varía no solo por la edad de la persona, pues para los niños la suma es menor, sino también por la empresa. Pero con el “descuento” viene la falta de garantías.

“Hay personas que hacen la coordinación más barata, pero a lo mejor te están tendiendo una trampa, a lo mejor es mentira, o a lo mejor te asignan un encargo”, apuntó una de las personas que habló con El País.

El medio concluye que existen más de 100 operaciones como esta, que permiten el tráfico de migrantes en la frontera entre Egipto y Gaza. Pero esto sólo sería posible con una cooperación desde adentro de la legalidad. Una investigación del medio egipcio Saheeh Masr y la red global de periodistas de investigación del Proyecto de Denuncia de la Corrupción y el Crimen Organizado (OCCRP, en inglés) indica que es muy probable que exista un sistema de sobornos dentro del mecanismo migratorio.

Por su parte, Diaa Rashwan, el presidente del Servicio de Información del Estado de Egipto, aseveró que eran “falsas acusaciones” y pidió a ciudadanos palestinos que informaran de cualquier irregularidad en el cruce fronterizo.

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Sin embargo, grupos de derechos humanos y medios de comunicación locales llevan años documentando este tipo de situaciones. En el 2016, Al Jazeera reportó pagos de palestinos a intermediarios para que los ayudaran a abandonar Gaza. Un informe de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) del 2018 reveló que la salida de personas por Rafah es “confusa y opaca” debido a este tipo de procesos irregulares y denunció el pago de sobornos para garantizar el cruce de migrantes.

“En 2022 publicamos un informe con motivo de los 15 años del bloqueo de Gaza, y las dificultades para salir fue una de las cosas que documentamos. Las autoridades israelíes tienen mucha responsabilidad, pero también las egipcias, porque controlan la frontera de Rafah. De los testimonios que recogimos, oímos que algunas autoridades egipcias pedían dinero a los palestinos que querían cruzar. Básicamente, les extorsionaban”, asegura Ahmed Benchemsi, director de comunicaciones para Oriente Próximo y el Norte de África de Human Rights Watch (HRW).

Cuando el Ministerio de Salud de Hamás reporta más de 26.000 palestinos asesinados por la ofensiva israelí en Gaza, que inició después del ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre, las opciones para las familias, que viven en medio de las ruinas de sus hogares y el sonido constante de bombardeos, son pocas. Uno de los jóvenes que habló con El País dijo que el trato de las autoridades egipcias en el cruce era terrible, pero la opción de quedarse era peor.

“Yo he sobrevivido a seis guerras. [Cuando salí] estaba decepcionado, solo pensaba en que perdí mi universidad, perdí a mis amigos, mi trabajo, mi carrera, mi futuro. Me dirigía hacia la nada”, relata. “Pero la nada era mejor que morir en la guerra, soy un superviviente de un genocidio, y cualquier cosa es mejor que quedarse allí”.

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