Terremoto en Japón revive el trauma por el catastrófico tsunami de 2011

Persiste en el país el traumático recuerdo del terrible terremoto de magnitud 9,0 seguido de un gigantesco tsunami que en marzo hace 13 años provocó una catástrofe que dejó unos 20.000 muertos o desaparecidos.

Redacción Mundo con información de agencias
01 de enero de 2024 - 02:17 p. m.
Vista de los daños en el Santuario Onohiyoshi tras un fuerte terremoto en Kanazawa, Japón central, el 01 de enero de 2024.
Vista de los daños en el Santuario Onohiyoshi tras un fuerte terremoto en Kanazawa, Japón central, el 01 de enero de 2024.
Foto: EFE - JIJI PRESS

Los violentos sismos registrados en Japón este 1.° de enero, que han dejado hasta el momento importantes daños materiales, así como una masiva orden de evacuación en medio de olas de más de un metro de altura, ha reavivado el trauma por el terremoto y posterior tsunami registrado en 2011, que entonces derivó en el desastre en la central nuclear de Fukushima.

Este lunes de Año Nuevo, el mayor de la larga serie de sismos se registró inicialmente con una magnitud de 7,4, antes de ser revisado al alza a 7,6 por la agencia japonesa (JMA). En total se registraron en la península de Noto más de 50 sismos de magnitud 3,2 o superior en un lapso de cuatro horas. El más importante tuvo lugar a las 4:10 p. m., hora local, en la punta noreste de la península.

Situado en el denominado “cinturón de fuego” del Pacífico, Japón es uno de los países del mundo donde los sismos son más frecuentes. En marzo hace dos años, en 2022, un terremoto de magnitud 7,4 frente a las costas de Fukushima sacudió amplias zonas del este de Japón y causó tres muertos, mientras que entre los antecedentes más catastróficos está el de hace un siglo, cuando la capital, Tokio, fue devastada por un gran terremoto, en 1923.

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El archipiélago aplica normas de construcción extremadamente estrictas, de modo que los edificios suelen ser capaces de resistir fuertes sismos, y los residentes están acostumbrados a este tipo de situaciones.

Sin embargo, en particular, persiste en el país el traumático recuerdo del terrible terremoto de magnitud 9,0 seguido de un gigantesco tsunami que en marzo hace 13 años provocó una catástrofe que dejó unos 20.000 muertos o desaparecidos.

Esa catástrofe incluyó el accidente nuclear de Fukushima, el peor registrado en el mundo desde el de Chernóbil en 1986. El tsunami causó que se fundieran tres reactores de la central nuclear japonesa.

Las consecuencias de este episodio todavía se sienten, pues en 2023 Japón inició el proceso de vertimiento de las aguas residuales de aquella catástrofe. Se trata del líquido (al menos 1,3 millones de metros cúbicos almacenados en 1.000 contenedores de acero) que fue usado entonces para enfriar los tres reactores nucleares de la central, que quedó inoperable luego del tsunami.

El vertimiento, que se extendería progresivamente hasta 2025 y que es necesario para concluir el desmantelamiento de la planta, causó la fuerte resistencia de países como China, que reforzó sus restricciones comerciales contra Tokio, y de Corea del Norte, así como de ciudadanos, organizaciones medioambientales y gremios como el de pescadores por la radiactividad de las aguas.

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No obstante, el plan de vertimiento, puesto en marcha luego de que la empresa responsable (Tepco) afirmara que su capacidad de almacenamiento estaba al límite, contó con el visto bueno del Organismo Internacional de la Energía Atómica de la ONU (OIEA). La entidad ha supervisado el proceso, que, a su entender, se adecua a “las normas internacionales de seguridad” y tendrá una impacto “insignificante en la población y el medio ambiente”.

Tepco aseguró en su momento que el líquido se sometió a un tratamiento para eliminar todos los radioisótopos a excepción del tritio, que se encuentra en niveles inocuos y más bajos de los que liberan las centrales nucleares operativas, incluido en China.

La concentración de tritio en el agua residual preparada para este primer vertido se ubicaba “muy por debajo del límite operativo de 1.500 bequerelios (Bq) por litro”, indicó el OIEA, luego de un “análisis realizado de manera independiente en el lugar”.

Este nivel es 40 veces inferior a la normativa nacional japonesa para las aguas tratadas y a la normativa internacional (60.000 Bq/litro). Además, es unas siete veces inferior al límite establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el agua potable (10.000 Bq/litro).

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“Cuando se libere en el Pacífico, el tritio se diluirá en un vasto cuerpo de agua y rápidamente llegará a un nivel de radioactividad que no difiere del agua de mar normal”, dijo en agosto pasado Tom Scott, un experto de la Universidad de Bristol en Inglaterra.

“Por lo tanto, supone un riesgo muy pequeño y el riesgo disminuye con el tiempo” porque “el nivel de tritio se reduce continuamente”, agregó.

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Por Redacción Mundo con información de agencias

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