Tortura, hambre y muerte: así funcionan los “campos de filtración” rusos en Ucrania
Según una evaluación de la inteligencia estadounidense, esos sitios son utilizados para detener y deportar a miles de ucranianos.
El 21 de marzo de este año, cuando aún no había pasado un mes desde la invasión de Ucrania, la embajada de Rusia en EE. UU. publicó un comunicado que divulgó The New Yorker: “Hemos prestado atención a los reclamos de las autoridades ucranianas sobre la supuesta creación de ‘campos de filtración’ por parte de nuestros militares”, decía el documento. Los funcionarios explicaron que en realidad se trataba de unos puestos de control para los civiles que abandonaban las zonas hostiles, y que los rusos estaban “ayudándolos a mantenerse con vida, proporcionándoles alimentos y medicinas”.
La realidad en el terreno resultó ser completamente diferente. “Sin médicos para salvar vidas, muchos de nuestros residentes de Mariúpol ya han muerto en esas prisiones”, dijo en julio el alcalde exiliado de esa ciudad, Vadym Boychenko, al New York Times. El funcionario sostuvo que en ese momento había al menos cuatro centros de filtración que albergaban a más de 2.000 habitantes locales. El Times informó que según una evaluación de inteligencia estadounidense, algunos de esos sitios eran utilizados para detener y deportar a miles de ucranianos.
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El testimonio de Boychenko coincide con los informes de diferentes organizaciones que han dado más detalles sobre esta “filtración”. En tiempos de guerra, como lo explicó David Kortava de The New Yorker, los actores del conflicto suelen identificar y hasta secuestrar a las personas que consideran una amenaza. “El sistema puede comprender varios puntos de control, instalaciones de registro, centros de detención y campos de detención”, explicó Kortava. Muchos civiles denuncian detenciones prolongadas y, en algunos casos, hambre y tortura.
En agosto de este año, un informe publicado por el Laboratorio de Investigación Humanitaria de Yale confirmó que existen al menos 21 ubicaciones de sistemas de filtración en la región ucraniana de Donetsk y sus alrededores, una zona que Rusia está preparando para su anexión. 📍 Aquí el mapa que muestra la ubicación de esos campos en Ucrania, y algunas imágenes satelitales publicadas hace unos meses.
- 📸⬆️ Un dato sobre la foto del periodista Dean Kirby publicada en mayo: “pude revelar, usando publicaciones en redes sociales en ruso e imágenes satelitales, la primera evidencia de que Rusia había construido un campamento de ‘filtración’ para ucranianos en el pueblo de Bezimenne”, escribió en Twitter.
Según los investigadores del laboratorio de Yale, los sitios de filtración se pueden organizar en cuatro categorías: puntos de registro, campamentos y otras instalaciones de detención para quienes esperan el registro, centro de interrogatorio, y colonias correccionales (es decir, prisiones) que sirven como centros de detención a largo plazo.
La agencia de inteligencia estadounidense agrego que durante el proceso, “aquellos que se consideren no amenazantes pueden recibir documentación y permitirles estar en las áreas ocupadas” o, en algunos casos, ser deportados a la fuerza hacia Rusia.
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“Las condiciones de reclusión documentadas en este informe incluyen saneamiento insuficiente, escasez de alimentos y agua, condiciones de hacinamiento y actos denunciados consistentes con la tortura”, escribió Kaveh Khoshnood, profesor asociado de epidemiología de Yale. “La detención de civiles en régimen de incomunicación es más que una violación del derecho internacional humanitario: representa una amenaza para la salud pública de quienes se encuentran actualmente bajo la custodia de Rusia”, agregó.
El informe de Yale arroja otros datos preocupantes: los investigadores identificaron objetos que podrían ser tumbas en la Colonia Correccional Volnovakha № 120, la prisión de Olenivka, “que son anteriores a la explosión del 29 de julio en la instalación que supuestamente mató a 53 prisioneros de guerra”, dice el documento. Aquí algunas imágenes del sitio.
Torturas en Bezimenne
“Los detenidos solo tenían la ropa que llevaban puesta el día de su detención. Surgieron casos de lo que parecía ser neumonía o covid, pero los soldados no proporcionaron ayuda ni medicamentos. Cuando un detenido enfermo comenzó a desvanecerse, los demás suplicaron que llamaran a una ambulancia, sin éxito. Varias horas después, el hombre estaba muerto. Los guardias ordenaron a dos detenidos que trasladaran el cuerpo al gimnasio”, se lee en el artículo de David Kortava, quien relató la historia de un hombre a quien llamó Taras, un joven de poco más de veinte años.
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Una historia parecida a la de Vadym, de 43 años, que solía trabajar en una empresa estatal en Mariúpol, y quien le contó a la BCC que fue torturado en Bezimenne en marzo. “Usaron electricidad. Casi muero. Me caí y me atraganté con mis empastes dentales, que se habían salido de mis dientes”, dijo.
Marie Struthers, directora de Amnistía para Europa del Este y Asia Central, dijo que “el proceso abusivo y humillante conocido como ‘filtración’ es una violación impactante de los derechos humanos internacionales y del derecho internacional humanitario”. Struthers comentó que la deportación y el traslado forzoso de civiles en territorio ocupado están prohibidos por el derecho internacional humanitario y pueden constituir crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad.
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El 21 de marzo de este año, cuando aún no había pasado un mes desde la invasión de Ucrania, la embajada de Rusia en EE. UU. publicó un comunicado que divulgó The New Yorker: “Hemos prestado atención a los reclamos de las autoridades ucranianas sobre la supuesta creación de ‘campos de filtración’ por parte de nuestros militares”, decía el documento. Los funcionarios explicaron que en realidad se trataba de unos puestos de control para los civiles que abandonaban las zonas hostiles, y que los rusos estaban “ayudándolos a mantenerse con vida, proporcionándoles alimentos y medicinas”.
La realidad en el terreno resultó ser completamente diferente. “Sin médicos para salvar vidas, muchos de nuestros residentes de Mariúpol ya han muerto en esas prisiones”, dijo en julio el alcalde exiliado de esa ciudad, Vadym Boychenko, al New York Times. El funcionario sostuvo que en ese momento había al menos cuatro centros de filtración que albergaban a más de 2.000 habitantes locales. El Times informó que según una evaluación de inteligencia estadounidense, algunos de esos sitios eran utilizados para detener y deportar a miles de ucranianos.
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El testimonio de Boychenko coincide con los informes de diferentes organizaciones que han dado más detalles sobre esta “filtración”. En tiempos de guerra, como lo explicó David Kortava de The New Yorker, los actores del conflicto suelen identificar y hasta secuestrar a las personas que consideran una amenaza. “El sistema puede comprender varios puntos de control, instalaciones de registro, centros de detención y campos de detención”, explicó Kortava. Muchos civiles denuncian detenciones prolongadas y, en algunos casos, hambre y tortura.
En agosto de este año, un informe publicado por el Laboratorio de Investigación Humanitaria de Yale confirmó que existen al menos 21 ubicaciones de sistemas de filtración en la región ucraniana de Donetsk y sus alrededores, una zona que Rusia está preparando para su anexión. 📍 Aquí el mapa que muestra la ubicación de esos campos en Ucrania, y algunas imágenes satelitales publicadas hace unos meses.
- 📸⬆️ Un dato sobre la foto del periodista Dean Kirby publicada en mayo: “pude revelar, usando publicaciones en redes sociales en ruso e imágenes satelitales, la primera evidencia de que Rusia había construido un campamento de ‘filtración’ para ucranianos en el pueblo de Bezimenne”, escribió en Twitter.
Según los investigadores del laboratorio de Yale, los sitios de filtración se pueden organizar en cuatro categorías: puntos de registro, campamentos y otras instalaciones de detención para quienes esperan el registro, centro de interrogatorio, y colonias correccionales (es decir, prisiones) que sirven como centros de detención a largo plazo.
La agencia de inteligencia estadounidense agrego que durante el proceso, “aquellos que se consideren no amenazantes pueden recibir documentación y permitirles estar en las áreas ocupadas” o, en algunos casos, ser deportados a la fuerza hacia Rusia.
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“Las condiciones de reclusión documentadas en este informe incluyen saneamiento insuficiente, escasez de alimentos y agua, condiciones de hacinamiento y actos denunciados consistentes con la tortura”, escribió Kaveh Khoshnood, profesor asociado de epidemiología de Yale. “La detención de civiles en régimen de incomunicación es más que una violación del derecho internacional humanitario: representa una amenaza para la salud pública de quienes se encuentran actualmente bajo la custodia de Rusia”, agregó.
El informe de Yale arroja otros datos preocupantes: los investigadores identificaron objetos que podrían ser tumbas en la Colonia Correccional Volnovakha № 120, la prisión de Olenivka, “que son anteriores a la explosión del 29 de julio en la instalación que supuestamente mató a 53 prisioneros de guerra”, dice el documento. Aquí algunas imágenes del sitio.
Torturas en Bezimenne
“Los detenidos solo tenían la ropa que llevaban puesta el día de su detención. Surgieron casos de lo que parecía ser neumonía o covid, pero los soldados no proporcionaron ayuda ni medicamentos. Cuando un detenido enfermo comenzó a desvanecerse, los demás suplicaron que llamaran a una ambulancia, sin éxito. Varias horas después, el hombre estaba muerto. Los guardias ordenaron a dos detenidos que trasladaran el cuerpo al gimnasio”, se lee en el artículo de David Kortava, quien relató la historia de un hombre a quien llamó Taras, un joven de poco más de veinte años.
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Una historia parecida a la de Vadym, de 43 años, que solía trabajar en una empresa estatal en Mariúpol, y quien le contó a la BCC que fue torturado en Bezimenne en marzo. “Usaron electricidad. Casi muero. Me caí y me atraganté con mis empastes dentales, que se habían salido de mis dientes”, dijo.
Marie Struthers, directora de Amnistía para Europa del Este y Asia Central, dijo que “el proceso abusivo y humillante conocido como ‘filtración’ es una violación impactante de los derechos humanos internacionales y del derecho internacional humanitario”. Struthers comentó que la deportación y el traslado forzoso de civiles en territorio ocupado están prohibidos por el derecho internacional humanitario y pueden constituir crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad.
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