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Un informe del periódico The New York Times hizo saltar las alarmas: los jóvenes de Trinidad y Tobago, frente a las costas de Venezuela, están viajando a Siria para unirse a las filas del Estado Islámico. Según le dijeron al periódico funcionarios estadounidenses, el país puede ser un semillero de extremistas que no había sido detectado meses atrás.
El gran temor para EE.UU. es que esos jóvenes regresen al país y se conviertan en una potencial amenaza para Estados Unidos. ¿Cómo? Cometiendo ataques contra embajadas o instalaciones petroleras en Trinidad y Tobago, o incluso lleguen hasta Miami, que está apenas a tres horas en avión.
Y es por esto que uno de los primeros mandatarios a los que Donald Trump llamó tan pronto llegó a la presidencia fue a Keith Rowley, primer ministro de Trinidad y Tobago. De acuerdo con Sarah Huckabee Sanders, una de las voceras de la Casa Blanca, “durante la conversación hablaron de terrorismo y los extranjeros que se suman al Estado Islámico”. El sábado habló con el presidente, Anthony Carmona.
Este país tiene un pasado de extremismo islamista. De acuerdo con NYT, el responsable de una intentona golpista en 1990 fue un grupo musulmán radicalizado. En 2012, recuerdan investigadores, un ciudadano de Trinidad y Tobago fue sentenciado a cadena perpetua por participar en un complot para volar el aeropuerto JFK de Nueva York.
Pero, ¿hay muchos musulmanes en el país? De acuerdo con las estadísticas, no. Sólo el 6% de la población (1’350.000) son musulmanes, de los cuales la mayoría viven hace mucho en el país sin ningún problema. Sin embargo, de acuerdo con las autoridades trinitenses, los radicalizados suelen venir de una población empobrecida y con antecedentes judiciales.
La situación en el país caribeño se complicó cuando comenzó a caer el precio del petróleo. Entonces su economía cayó y la pobreza aumentó al tiempo que las oportunidades para la juventud cayeron. Líderes musulmanes locales le dijeron al periódico que muchos musulmanes integran bandas criminales y se radicalizaron en prisión, pues hay muchos imanes locales que estudiaron en Oriente Medio. Acá el adoctrinamiento, como en la mayoría de países occidentales que terminan con jóvenes en las filas del grupo terrorista, se hace por internet.
De acuerdo con la legislación trinitense, no es ilegal unirse a grupos terroristas. Hoy el Gobierno busca penalizar eso. John Estrada, exembajador de EE.UU. en ese país le dijo al Times que entre 100 y 300 personas han viajado desde Puerto España, capital del Trinidad y Tobago, hacia Siria. En Estados Unidos sólo 250 ciudadanos (un país que tiene 240 veces la población de Trinidad) se han unido a los extremistas o intentaron viajar a Siria a finales de 2015. Los datos son de la Comisión Interior de la Cámara de Representantes. Eso convierte al país caribeño en el país del hemisferio occidental con mayor cantidad de habitantes per cápita entre los combatientes extranjeros del EI.
Estrada, quien renunció tras la llegada de Trump al poder, le dijo al periódico que a “los trinitenses les va muy bien en el Estado Islámico, son respetados y ascienden rápidamente gracias a que hablan inglés. El EI los usa para hacer propaganda”. Juan González, exsubsecretario de Estado dice que “los trinitenses son el grueso de los combatientes del EI provenientes de América Latina, algo que dice, potencia los ataques solitarios en la región”.