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En los últimos meses Ucrania se ha vuelto un tema casi diario en los medios de comunicación. Las primeras imágenes divulgadas mostraban a la población protestando contra el gobierno por su negativa a firmar un tratado con la Unión Europea y que además pedía la renuncia del presidente actual. Con la disolución de la Unión Soviética, Ucrania se independizó administrativamente, pero pareciera ser que solamente ahora está en camino de la independencia real.
Los rusos siempre denominaron a Ucrania como Rusia pequeña. Durante mucho tiempo, ese país fue la última frontera entre el socialismo y el capitalismo, un país rico en recursos naturales, con importantes reservas de carbón, metal, hierro y gas, sus tierras son consideradas las más fértiles de Europa: ocupa el primer lugar en la producción de trigo. El imaginario dominante en Ucrania era que Rusia con Ucrania era un imperio, sin Ucrania era un país. La intervención rusa en distintos momentos de la historia de ese país conllevó a una división entre el Este y Oeste de Ucrania, en donde el ruso y el ucraniano pasaron a ser un elemento importante para identificar el origen de esa población. Los hablantes de ucraniano se concentraron más al Oeste y los de ruso al Este.
Considerando que en las últimas décadas los procesos electorales de Ucrania no fueron transparentes, emergió así una clase oligárquica de dudoso origen y la clase media se fue debilitando. La polarización entre El Este y Oeste después de la Guerra Fría se agudizó con relación a la disyuntiva entre una política pro rusa o pro Unión Europea.
Si bien es cierto que los primeros enfrentamientos entre los jóvenes que tomaron la Plaza Central de Kiev y las autoridades ucranianas ocurrieron por sus demandas de una nueva Ucrania - organizada, menos desigual y abogaban por su aproximación a la Unión Europea - la población ucraniana se indignó aún más por el uso de la fuerza en un país supuestamente democrático. Un movimiento de inconformidad se extendió a los más distintos sectores y desde hace meses miles de ucranianos se han tomado temporalmente varios edificios representativos del gobierno, mientras que otros permanecen en la plaza a pesar del invierno. Además, en enero de este año, el Congreso aprobó una serie de medidas antidemocráticas que profundizaron la crisis, que posteriormente fueron eliminadas debido a la presión social.
En esa reflexión sobre el tema ucraniano se da mi encuentro con Natasha Naydenko, ucraniana residente en Bogotá, filóloga de la Universidad de Lukanska, antropóloga de la Universidad de Los Andes. Su emoción es visible. Natasha cuenta que ella creció con la Perestroika, en el tiempo de Gorbachev, por eso nunca sintió la represión, hablaba ruso en la calle y en la casa ucraniano. Hasta hace muy poco cuando le preguntaban de dónde era ella se identificaba como de la ex Unión Soviética, pero por primera vez siente orgullo de ser ucraniana. Teme por la división del país, una guerra civil, pero recuerda que tanto el Este como el Oeste tienen algo en común: ambos quieren la renuncia del Presidente.
Considera que el problema de Ucrania es de identidad. “Necesitamos definir qué es Ucrania, quiénes son los ucranianos para ellos mismos No hemos asumido que somos una ex colonia de Rusia”. Ilustra esta afirmación con lo que ocurrió hace poco en la plaza Maidán, cuando miles de personas cantaron el himno ucraniano, para ella un hecho simbólico. Se entiende que Maidán es un movimiento espontáneo de la población por el cambio. Los ucranianos se sienten extenuados ante la riqueza de unos cuantos, una Ucrania desigual y sin perspectivas, dominada por un altísimo grado de corrupción a todos los niveles.
Recuerda la gran extensión de Ucrania, su posición estratégica y que el gasoducto que pasa por el territorio ucraniano abastece parte de Europa. A la pregunta cuál ha sido la posición del gobierno ruso, afirmó que el presidente Putin le prestó US$15 mil millones al gobierno ucraniano y le concedió un descuento en la importación del gas con el objetivo de solucionar parte de la crisis económica que enfrenta el gobierno. Enfatizó que el común de la gente teme una crisis con Rusia por el suministro del gas y por la alta deuda externa con ese país.
¿Cómo sería Ucrania sin Rusia? ¿Cómo sería el ingreso de Ucrania a la Unión Europea? Difícil contestar, pero, mientras tanto, Maidán es una esperanza que se afronta con la ausencia de nuevos líderes y con la falta de confianza del pueblo ucraniano en el gobierno y la oposición.
Sin embargo, vale cuestionar a quién serviría una división de Ucrania o un distanciamiento de Rusia y cuál sería el papel de Estados Unidos como posible mediador de la crisis. Después de las últimas declaraciones de Victoria Nuland, diplomática estadounidense que al referirse a la crisis de Ucrania en su diálogo con el Embajador de Estados Unidos en ese país dijo “que se joda la Unión Europea” se puede suponer que con el control de una de las más importantes ex repúblicas soviéticas, se podría consolidar un ajedrez geopolítico para cercar a Rusia en su propia zona de influencia.