La lucha por la salud en medio de la guerra
Crear una línea de aprovisionamiento para los hospitales más necesitados en Ucrania es uno de los objetivos del equipo coordinado por Franz Luef, de Médicos Sin Fronteras.
María Alejandra Medina
Franz Luef, en Ucrania, es coordinador de emergencias de la organización médica y humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF). En esta entrevista habla del trabajo de su equipo, que recientemente entró desde Eslovaquia para atender el oeste del país, en donde se han concentrado gran parte de los desplazados internos en busca de seguridad y refugio.
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Franz Luef, en Ucrania, es coordinador de emergencias de la organización médica y humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF). En esta entrevista habla del trabajo de su equipo, que recientemente entró desde Eslovaquia para atender el oeste del país, en donde se han concentrado gran parte de los desplazados internos en busca de seguridad y refugio.
MSF está presente en Ucrania desde 2014, cuando estalló el conflicto en el Donbás. Ahora, con más de 300 integrantes, entre personal nacional e internacional, buscan apoyar al sistema de salud de todo el país, no solo en la atención de los heridos por los combates, sino de quienes sufren de enfermedades crónicas, quienes necesitan atención en salud mental, entre otras prioridades.
¿Dónde está en este momento?
Me encuentro en Ivano-Frankivsk, en el oeste. Llevo más o menos tres semanas acá. La acción de nuestro equipo ha sido parecida a la de otros equipos de MSF, que no hemos estado presentes antes de la invasión: intentar desde los países vecinos, en nuestro caso Eslovaquia, evaluar las necesidades en la zona fronteriza, en el este de Eslovaquia y en el oeste de Ucrania. La respuesta de las autoridades, como también hemos visto en países vecinos de Ucrania, ha sido buena, organizada, con los recursos a la disposición de organizaciones de la sociedad civil, oenegés nacionales e internacionales. De este lado, tenemos una primera base en Úzhgorod, con la idea de recibir suministros médicos desde nuestros centros logísticos en Europa para luego enviarlos desde ahí a los hospitales y centros de salud más necesitados.
¿Desde cuándo están en la zona?
Nuestro equipo llegó desde la primera semana de marzo a Eslovaquia y luego de unos pocos días ya estuvimos en Úzhgorod. En Ivano-Frankivsk llevamos cuatro semanas, yo personalmente tres, y el domingo salió una pequeña parte de nuestro equipo más hacia el este, con la idea también de establecer una pequeña base para estar más cerca de los hospitales con más necesidad. La idea es establecer una línea de aprovisionamiento y en el camino hablar con los hospitales y autoridades sobre cuáles son las necesidades más prioritarias.
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Personas en el oeste de Ucrania con las que hemos podido hablar nos reportan que allí la situación es relativamente más tranquila que en el resto del país. ¿Es así? ¿Cómo transcurren los días?
La situación varía en el país, pues es un país muy grande. El oeste es adonde ha llegado casi un 40 % de la población desplazada internamente, que ha buscado refugio y seguridad. Aquí no hay combate activo, minas en algunas pocas ocasiones y ataques muy específicos a objetivos estratégicos. Casi se puede pensar que la vida es normal, si no hubiese alarmas por ataques. Las autoridades recomiendan a la población buscar refugio en los búnkeres y sótanos de las casas. De esas alarmas tenemos tres o cuatro al día. Eso impide desarrollar el trabajo con la velocidad que uno quisiera, pero también representa un desgaste físico y emocional muy grande, sobre todo para la población. No hay ningún lugar seguro o no afectado en el país.
¿Cuáles son las principales necesidades sanitarias que han evidenciado?
La situación y las necesidades cambian mucho, dependiendo del tiempo y el lugar. En la zona del combate activo, los hospitales solicitan material de cirugía, traumatología y medicamentos específicos para atender a los heridos. También para el tratamiento de enfermedades crónicas: no se debería olvidar que hay una parte de la población que se ha quedado en el este, en la zona del conflicto activo, que tiene enfermedades crónicas, como asma, hipertensión o diabetes, y el suministro de sus medicamentos regulares se ha visto afectado por la guerra. Más hacia el oeste también apoyamos con medicamentos a los hospitales y centros de salud, pero también enfocados en los siete millones de personas desplazadas internamente en Ucrania. Estamos intentando apoyar el sistema de salud en acoger a esa población extra. Luego, por supuesto, están los grupos más vulnerables, que no tienen los medios económicos para buscarse una casa, un apartamento, sino que viven en los refugios comunes, y ahí estamos apoyando con materiales de primera necesidad y atención en salud mental.
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¿Se brinda algún tipo de atención a grupos vulnerables, como personas con discapacidad, tercera edad, movilidad reducida en general, que son quienes tienen las mayores dificultades para escapar o refugiarse?
Estamos muy preocupados por este grupo, y dependiendo de la zona donde se encuentren estamos dando nuestra repuesta. Efectuamos evacuaciones por tren hacia el oeste. Hemos evacuado en cuatro viajes de tren a casi 120 pacientes, entre ellos algunos que tenían la movilidad reducida. Se ha evacuado en autobuses e incluso coches particulares. Hemos modificado el tren para que sea medicalizado y poder atender pacientes en estado crítico. Con ideas muy creativas, por ejemplo, en Mikolaiv, hemos logrado que a jóvenes que traen la receta les alistamos los medicamentos, ellos los llevan a las casas de las personas que ya no pueden salir. Ahí intentamos encontrar la forma de hacerles llegar los medicamentos que necesitan.
¿Qué papel tiene en esto la atención en salud mental?
En medio de la acogida a los desplazados, hay necesidad de comunicación, de alguien que los escuche. Con nuestros psicólogos intentamos eso, aplicar los primeros auxilios psicológicos para que puedan entender lo que está pasando. Por ejemplo, se me rompe el corazón cuando ves a las familias bajando a los búnkeres con niños, semidormidos, el peluche en la mano, no saben qué pasa, no entienden por qué tienen que salir de su camita caliente y bajar al sótano. Todos sufren porque no entienden qué pasa; tratamos de formar psicólogos y buscar un vínculo con asociaciones de psicólogos, voluntarios, para que puedan atender a la población afectada por la guerra.
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¿Cuál es el plan hacia adelante?
Intentamos apoyar a los hospitales y centros de salud y dependiendo de la evolución de la guerra veremos dónde podríamos ser de valor. El sistema de salud en Ucrania es muy robusto, hay médicos y enfermeros bien cualificados y con experiencia, pero si faltan los medicamentos o si no tienen la práctica sobre como atender un flujo masivo de pacientes, intentamos apoyar con nuestra experiencia en situaciones de guerra y conflicto.