Ucranianos se refugian en una estación de tren en Polonia
Mujeres, niños y adultos mayores se preparan para pasar la noche en una estación de tren de Polonia. Unas 200 personas han llegado a esta estación en Przemysl, a unos cuantos kilómetros de la frontera con Ucrania.
Refugiados ucranianos, entre ellos muchas mujeres y niños, se preparan para pasar la noche en una estación de tren de Polonia. Acaban de huir de la invasión rusa, aunque su cabeza sigue allí, consultando compulsivamente las noticias del frente en sus celulares inteligentes.
“Vengo de Kiev. Escuché explosiones cerca de mi edificio (...) E hice rápido las maletas, tomé casi todo conmigo”, dice Olha, una profesora de 36 años en el Instituto Politécnico de Kiev.
Horas después de dejar su patria sumida en combates, Olha era una de las 200 personas llegadas a la estación de Przemysl, una pequeña ciudad en el sureste de Polonia a apenas unos kilómetros de la frontera.
Mujeres en su mayoría, han ocupado casi todos los asientos de la estación o se han acurrucado en tumbonas de campamento amarillas junto a sus maletas. Muchos no paran de consultar las noticias del frente en sus teléfonos.
“Me siento segura aquí, pero realmente no puedo ayudar a mis familiares o amigos. Muchos de ellos están en peligro y no pueden irse tan rápido”, explica Olha, que planea viajar a Suiza donde está su novio.
“Tenemos mucho sufrimiento por delante”, afirma la mujer, que quiere subrayar que “Ucrania no es Rusia”.
Entre los refugiados deambulan oficiales polacos de todos los cuerpos administrativos, también la policía y el ejército, con soldados en trajes de camuflaje sirviendo sopa gratuita a los recién llegados.
Los refugiados también recibieron “paczki”, unos buñuelos típicos de Polonia en el fiesta del Jueves Graso, el día que marca el inicio del Carnaval en numerosos países católicos y que también marcó el inicio de la invasión rusa a Ucrania.
Refugiados ucranianos, entre ellos muchas mujeres y niños, se preparan para pasar la noche en una estación de tren de Polonia. Acaban de huir de la invasión rusa, aunque su cabeza sigue allí, consultando compulsivamente las noticias del frente en sus celulares inteligentes.
“Vengo de Kiev. Escuché explosiones cerca de mi edificio (...) E hice rápido las maletas, tomé casi todo conmigo”, dice Olha, una profesora de 36 años en el Instituto Politécnico de Kiev.
Horas después de dejar su patria sumida en combates, Olha era una de las 200 personas llegadas a la estación de Przemysl, una pequeña ciudad en el sureste de Polonia a apenas unos kilómetros de la frontera.
Mujeres en su mayoría, han ocupado casi todos los asientos de la estación o se han acurrucado en tumbonas de campamento amarillas junto a sus maletas. Muchos no paran de consultar las noticias del frente en sus teléfonos.
“Me siento segura aquí, pero realmente no puedo ayudar a mis familiares o amigos. Muchos de ellos están en peligro y no pueden irse tan rápido”, explica Olha, que planea viajar a Suiza donde está su novio.
“Tenemos mucho sufrimiento por delante”, afirma la mujer, que quiere subrayar que “Ucrania no es Rusia”.
Entre los refugiados deambulan oficiales polacos de todos los cuerpos administrativos, también la policía y el ejército, con soldados en trajes de camuflaje sirviendo sopa gratuita a los recién llegados.
Los refugiados también recibieron “paczki”, unos buñuelos típicos de Polonia en el fiesta del Jueves Graso, el día que marca el inicio del Carnaval en numerosos países católicos y que también marcó el inicio de la invasión rusa a Ucrania.