Una “desescalada” llena de tensión: EE. UU. y Reino Unido contra los hutíes
Estados Unidos y Reino Unido han bombardeado posiciones de los hutíes en Yemen, en lo que llamaron una “acción defensiva” contra los ataques del grupo armado en el mar Rojo. Aunque los gobiernos aseguraron que buscaban “desescalar las tensiones”, ahora los hutíes están listos para responder.
María José Barrios Figueroa
“Desescalar tensiones” y “buscar la estabilidad del mar Rojo” fueron las razones que citaron Estados Unidos, Reino Unido y sus ochos aliados en una declaración conjunta sobre los bombardeos que llevan a cabo en los emplazamientos militares de los hutíes de Yemen. La respuesta del grupo armado fue declarar a los intereses de los dos países como “blancos legítimos” de sus operaciones.
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“Desescalar tensiones” y “buscar la estabilidad del mar Rojo” fueron las razones que citaron Estados Unidos, Reino Unido y sus ochos aliados en una declaración conjunta sobre los bombardeos que llevan a cabo en los emplazamientos militares de los hutíes de Yemen. La respuesta del grupo armado fue declarar a los intereses de los dos países como “blancos legítimos” de sus operaciones.
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“Todos los intereses estadounidenses y británicos se han convertido en blancos legítimos de las fuerzas armadas yemenitas tras la agresión directa y declarada contra la República de Yemen”, indicó el Consejo Político Supremo del grupo armado en un comunicado.
La tensión crece en el mar Rojo. Desde el 19 de noviembre, los hutíes han atacado barcos comerciales, interrumpiendo la región por la que transita el 12 % del comercio mundial. La razón de los ataques, de acuerdo con el grupo rebelde, es demostrar su apoyo a Palestina, en medio de la arremetida de Israel en la Franja de Gaza.
En diciembre, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, España, Italia, Países Bajos, Canadá, Noruega, Baréin y Seychelles anunciaron una fuerza internacional que tendría como objetivo acabar con los ataques hutíes. La alianza se ha encargado de derribar drones y misiles del grupo rebelde, pero, este jueves, un ataque por parte de los hutíes pareció convencer a los aliados de que era tiempo de una ofensiva más grande. Así, se desencadenó el ataque conjunto contra bases militares del grupo en Yemen.
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“Estos ataques selectivos son un claro mensaje de que Estados Unidos y nuestros socios no tolerarán ataques contra nuestro personal ni permitirán que actores hostiles pongan en peligro la libertad de navegación en una de las rutas comerciales más críticas del mundo”, dijo el presidente estadounidense, Joe Biden, en un comunicado.
Aunque con una intención de “acción defensiva”, los hutíes no demoraron en pronunciarse. “Ningún ataque quedará sin respuesta”, aseguró Abdel Malek Al Huthi, líder del grupo rebelde, quien añadió que la operación será “más importante” que cualquier otra llevada a cabo.
La “contención” de Occidente
“Sorprende mucho que los gobiernos han estado muy contenidos en desplegar represalias militares ante los ataques de sus rivales. Esto demuestra o que los gobiernos no están preparados para responder a estas agresiones con la misma proporcionalidad o, por el contrario, han considerado racionalmente los muchos costos, humanitarios, económicos e incluso de supervivencia política, que supondría involucrarse completamente en una conflagración de mayor envergadura”, explica Manuel Camilo González, profesor de Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana.
Pero la dirección no parece ir por el camino de la pacificación, como pretende la fuerza internacional, sino que podría escalar más de lo esperado. Joe Biden ha dicho que “no dudará” en “ordenar otras medidas” para la protección de su país y del comercio internacional. El profesor apunta que “cada ataque suma a las hostilidades y al ambiente de desconfianza en el vecindario y cualquier chispa inadvertida pondría andar el mecanismo de un conflicto de mayor alcance”.
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Varios gobiernos han pedido moderación a los dos lados. China subrayó que “el mar Rojo es un importante punto de paso para la logística internacional y el comercio energético” y ha expresado su “preocupación” por el conflicto. De igual forma, Arabia Saudita ha hecho un llamado a la “moderación” para “evitar la escalada a la luz de lo que está presenciando la región”.
El país árabe es uno de los más afectados por la situación, pues se encuentra “entre la espada y la pared”. Arabia Saudita ha liderado una coalición antihutí desde 2015, “activamente involucrado como parte del conflicto en un escenario de competencia regional con Irán”, asegura González. Añadido a esto, tiene a Washington como uno de sus aliados más importantes en temas de seguridad: en 2022, recibió al menos 2.700 tropas estadounidenses en su territorio.
Sin embargo, no se ha inscrito en la fuerza internacional que lidera el Estado norteamericano, pues también tiene un interés en normalizar la situación en Yemen, con la esperanza de iniciar un periodo de reformas domésticas.
“Creo que Arabia Saudí no tenía más remedio que mantenerse al margen de la operación dadas sus conversaciones de paz con Yemen, pero Arabia Saudí también está preocupada por la navegación, así que es una posición difícil en la que estar”, dijo a France24 Ali Shibabi, un analista cercano al Gobierno saudí.
Otros Estados de la región caen entre dos tipos comportamientos, como establece el profesor. Por un lado, “mesura en las respuestas a las agresiones tanto de Israel como de los hutíes”, lo que “se evidencia en las declaraciones de condena y la búsqueda de contener la difusión de estos conflictos locales mediante conferencias e intercambios diplomáticos”. Por otro lado, la “delegación de la violencia en manos de las milicias como Hamás y Hezbolá para debilitar el posicionamiento regional en el escenario de competencia entre los ejes liderados por Irán y Arabia Saudita”.
En el caso de Yemen, la situación también se complica. Además de tener un liderazgo hutí, la facción reconocida internacionalmente como la autoridad es el Consejo de Liderazgo Presidencial. Aunque puede beneficiarse de los ataques a instalaciones del grupo rebelde, ha dicho que ve “con gran preocupación la escalada militar en el país”, responsabilizando a los hutíes de “arrastrar al país a un escenario de enfrentamiento militar”.
“La intervención de Estados Unidos y Reino Unido, más allá de su pretensión de liberar el comercio internacional, permite debilitar a sus rivales hutíes, lo que podría influir en los desarrollos posteriores del conflicto en la correlación de fuerzas. Sin embargo, indirectamente beneficia a un tercer actor, Al Qaeda en la Península Arábiga, lo que sería un resultado indeseable de su intervención”, asegura el profesor.
Aún con los costos políticos y económicos de una guerra, la fuerza internacional está dispuesta a avanzar en la protección del comercio internacional y de sus propios intereses. Mientras el operativo de Israel en la Franja de Gaza continúe, los hutíes no están dispuestos a ceder. Por el momento, cualquier ataque en el mar Rojo podría convertirse en la gota que derrame el vaso.
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