Una guerra abierta entre Israel e Irán sería desastrosa para Oriente Medio
El ataque al Consulado iraní en Siria, atribuido a Israel, desencadenó nuevas amenazas entre el Gobierno con sede en Jerusalén y Teherán, que pusieron sobre la mesa la posibilidad de un enfrentamiento directo. Sin embargo, ante los riesgos de provocar una escalada en la que se podría involucrar la cuestión nuclear, analistas creen poco probable que eso suceda.
El ayatolá Alí Jamenei, líder supremo iraní, le advirtió el miércoles a Israel que “será castigado” por el ataque de Damasco (Siria), donde fallecieron siete miembros de la Guardia Revolucionaria, dos de ellos generales. En un discurso televisado, tras las oraciones en Teherán del Aid al Fitr —fiesta que marca el final del Ramadán—, aseguró: “El régimen malvado cometió un error, debe ser castigado y lo será”. Israel no demoró en responder: el ministro de Relaciones Exteriores escribió en X (antes Twitter) que si atacan, “Israel responderá y atacará a Irán”. Un enfrentamiento directo entre ellos es poco probable, según analistas, pues cualquier mal cálculo llevaría a una escalada mayor. A la sombra están los lazos de proxies iraníes en la región, en Siria y Líbano, por ejemplo, que buscan debilitar a Israel, que cuenta con el envío de armas de Estados Unidos y el Reino Unido.
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El ayatolá Alí Jamenei, líder supremo iraní, le advirtió el miércoles a Israel que “será castigado” por el ataque de Damasco (Siria), donde fallecieron siete miembros de la Guardia Revolucionaria, dos de ellos generales. En un discurso televisado, tras las oraciones en Teherán del Aid al Fitr —fiesta que marca el final del Ramadán—, aseguró: “El régimen malvado cometió un error, debe ser castigado y lo será”. Israel no demoró en responder: el ministro de Relaciones Exteriores escribió en X (antes Twitter) que si atacan, “Israel responderá y atacará a Irán”. Un enfrentamiento directo entre ellos es poco probable, según analistas, pues cualquier mal cálculo llevaría a una escalada mayor. A la sombra están los lazos de proxies iraníes en la región, en Siria y Líbano, por ejemplo, que buscan debilitar a Israel, que cuenta con el envío de armas de Estados Unidos y el Reino Unido.
“No veo muy probable que el conflicto escale a una confrontación directa”, dice Manuel Camilo González, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana: “Tanto Tel Aviv como Teherán calculan los costos y beneficios de sus decisiones, y una guerra abierta podría ser perjudicial para ambos”. Algo similar piensa Felipe Medina Gutiérrez, docente de Medio Oriente en la misma universidad: “Eso sería una guerra de gran magnitud, mucho peor que la de Irán-Irak de los años 1980, e incluso con efectos más desastrosos que la invasión de Afganistán en 2001 y la ocupación iraquí de 2003″.
La confrontación directa es poco probable, porque, dice él, Israel lleva décadas provocando a Teherán “y aun así no ha respondido”. De fondo, el docente recalca que esta actitud tendría que ver “con la relación entre Estados Unidos e Irán, además de las sanciones, y con que el liderazgo iraní podría no desear una confrontación abierta”. De hecho, tras el ataque en la capital siria, Ali Sadrzadeh, autor y analista de asuntos de Oriente Medio, le comentó a la BBC que Teherán “no es capaz de una gran confrontación con Israel, dadas sus capacidades militares y su situación económica y política. Sin embargo, tendrá que encontrar una respuesta para el consumo interno y proteger su reputación entre sus aliados regionales”.
Por su parte, Fawaz Gerges, profesor de Relaciones Internacionales en London School of Economics, le aseguró al medio británico que es probable que Irán ejerza algo llamado paciencia estratégica: “Irán está acumulando poder, está enriqueciendo uranio, está haciendo progresos. Y el gran premio no es realmente enviar 50 misiles balísticos y matar a 100 israelíes, sino establecer una disuasión estratégica, no solo contra los israelíes, sino incluso contra el Estado norteamericano”. De ahí que Medina también anotara que un enfrentamiento directo traería implicaciones “desastrosas” para la región: “Ambos son poderes nucleares, así Israel no lo reconozca. Un enfrentamiento con elementos nucleares sería algo sin precedentes en Oriente Medio, y lo más preocupante es que el pueblo palestino quedaría en la mitad”.
González cree que lo que haga Irán puede influir en lo que suceda en las negociaciones en Egipto, que están estancadas, y en lo que siga decidiendo Israel frente a la Franja de Gaza: “De ahí la prisa de Estados Unidos por cerrar el acuerdo entre Hamás y Tel Aviv, ya que esto implicaría detener nuevos incentivos no solo para proseguir las hostilidades, sino que restaría la influencia de Irán en el escenario diplomático”. Su lectura de la situación es que “Estados Unidos debe lidiar con un aliado que rápidamente se ha vuelto díscolo y que sus objetivos maximalistas solo entorpecen la búsqueda de una solución negociada con Hamás, que, debilitado en Gaza, puede motivar a Irán a provocar nuevas reacciones en el norte de Israel, con su guerra por delegación”.
Desde el ataque del grupo islamista del 7 de octubre y de la contraofensiva israelí, se cuentan más de 33.000 víctimas mortales en el enclave palestino. En medio de acusaciones de genocidio, se han escuchado voces para que aliados de Israel, como el Reino Unido, dejen de venderle armas. De hecho, en una carta reciente, más de 600 abogados británicos, incluidos exjueces de la Corte Suprema, expresaron que Gran Bretaña se arriesgaba a violar el derecho internacional al exportar armas al Gobierno con sede en Jerusalén, algo que desde 2015 ha implicado el gasto de más de US$614 millones.
Sin embargo, David Cameron, ministro de Relaciones Exteriores, descartó el martes cualquier cambio en la política de suministro de armamento. En una conferencia de prensa conjunta con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, el funcionario británico aseguró que “la última evaluación deja nuestra posición sobre las licencias de exportación sin cambios, aunque tenemos serias preocupaciones sobre el tema del acceso a la ayuda humanitaria en Gaza”. González opina que esto puede ser resultado de que Londres y Washington conciben a Hamás como grupo terrorista, pero también de las dificultades que ambos comparten con el asunto hutí en Yemen, que mantiene fluctuante el flujo comercial por esa ruta.
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