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La intensa violencia en Gaza no ha dejado de aumentar desde hace más de una semana. Israel ha declarado que no ha descartado llegar hasta las últimas consecuencias con tal de doblegar a Hamás, esto a costa de las vidas de cientos de personas que viven en la región. “Solo hay dos posibilidades para hacerles frente: bien ir hasta el final, que es todavía una posibilidad, bien la disuasión, y actualmente estamos inmersos en una disuasión firme”, dijo Benjamin Netanyahu a embajadores en Tel Aviv este miércoles. Hoy, de hecho, se conoció que ya son cerca de 230 muertos, entre ellos 63 niños, los que dejan los choques.
Los efectos de los enfrentamientos son devastadores en la sociedad civil, desde el miedo constante hasta las heridas físicas y sicológicas que puede dejar un ataque de este tipo. En conversaciones con este diario Juan París, psiquiatra venezolano de Médicos Sin Fronteras (MSF) instalado en Jerusalén, explicó lo que es vivir en un territorio así y los retos que existen para un profesional de la salud que se enfrentar a situaciones de este tipo.
La situación de estos días está desbordada, ¿cómo es vivir y trabajar en un lugar así?
Yo apoyo algunos proyectos de salud mental, son clínicas de salud mental para la población palestina en el norte y sur de Cisjordania, y proyectos médico-quirújicos en Gaza, muy enfocados a responder a las consecuencias de la gran Marcha del Retorno donde hubo muchos jóvenes heridos con heridas masivas. Algunos necesitan amputación, o tienen repercusiones crónicas, en donde tenemos integrado un componente de salud mental para apoyarlos. Mi rol en la misión es tanto clínico como soporte técnico para los compañeros clínicos palestinos.
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Ahora estoy en Jerusalén. Curiosamente lo más preocupante ahora mismo es Gaza y el bombardeo masivo indiscriminado que está recibiendo, pero las últimas tres semanas el foco de la atención y de la violencia, y de la represión violenta de la población palestina ha sido definitivamente Jerusalén donde progresivamente se fue evidenciando la tensión y aumentando los eventos de violencia que acabaron culminando o haciendo cúspide el 10 de mayo que es cuando actuamos por primera vez en apoyo a los heridos de las protestas en la ciudad antigua de la Jerusalén ocupada y en uno de los barrios donde se están produciendo los desalojos de las familias palestinas en pro de colonos judíos. La media luna palestina montó un pequeño centro temporal de campaña para atender y estabilizar a los heridos previo transporte a hospitales, y ahí estuvimos en relación a los eventos de ahora, actuando inicialmente.
Luego dimos apoyo en salud mental para estos heridos. Luego rápidamente el foco cambió a Gaza con el inicio de los bombardeos, nosotros tenemos un equipo estable basado en Gaza que durante estos días ha estado bajo la situación de bombardeo y por motivos de seguridad y con restricciones de movimiento y de poder actuar, pero que progresivamente ya está volviendo a entrar en acción, de momento con un contigente pequeño pero estamos apoyando al sistema sanitario a la respuesta inicial y con lo que se pueda para los heridos del bombardeo además también de donación y aporte de ciertos recursos materiales.
¿Qué piensa la gente local?
Es un pico diferente de violencia a lo que quizá ha sucedio en la última década, sabrás que han habido varios momentos, incluída la guerra del 2014 y la gran Marcha del Retorno. También hubo bombardeos a finales del 2019, pero en este caso hay de nuevo una generalización a la mayor parte del territorio palestino y ha incluido también muchas ciudades israelíes sobre todo donde hay una población mixta, tanto palestina como israelí judía donde las tensiones han sido importantes. He visto eventos muy preocupantes, y ahora mismo de nuevo se han desatado las protestas alrededor de Cisjordania, en el curso de la jornada han habido decenas de fallecidos reportados y de nuevo, va en aumento la tensión incluida también la Jerusalén ocupada.
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¿Cómo se trabaja la salud mental en este tipo de población?
Evidemente lo primero es salvar vidas y reducir en la mayor medida posible las repercusiones tanto físicas mayores, pero a todos los sobrevivientes de un evento de violencia lo primero que hay que tratar de conseguirles es seguridad, ese el primer foco de un profesional de salud mental y de profesionales sanitarios en general; hacer todo lo posible para que la seguridad sea algo palpable porque o si no no puedes intervenir.
Luego la respuesta va también en escalada, desde intervenciones iniciales de primeros auxilios, y también entender cuáles son las necesidades básicas que todavía deben ser cubiertas y luego progresivamente se va trabajando sobre las repercusiones a mediano y largo plazo, entendiendo que todo el mundo que experimenta un evento de esta magnitud o potencialmente traumático, siempre tiene una serie de lo que podrías llamar síntomas, pero son reacciones normales de supervivencia, sólo que hay un número de personas en los que estos síntomas persisten y se van a acabar manifestando de muchas maneras como sufrimiento psicológico emocional.
También recordando que esta es una población de base muy traumatizada y afectada, por lo tanto para la gran parte de la población esto es un evento más de recordatorio que reactiva la carga de otros eventos, más el dolor y el sufrimiento que la propia ocupación causa, y es una nueva generación de la gente palestina que crece rodeado de bombas.
¿Por qué ha ido en aumento la tensión en la región?
Al final las razones son varias y están todas muy relacionadas a cómo ha sido el conflicto palestino-israelí pero sí es cierto que en el último mes varios de los motivos son por temas identitarios, tanto de la identidad palestina árabe musulama como de la identidad israelí judía, y se ha intentado utilizar estas identidades religiosas como chivo expiatorio para el aumento de las tensiones y para identificar a las poblaciones que deben ser controladas o no. Y creo que esto es lo que ha llevado a que esto esté sucediendo en el resto del territorio. No es que nunca haya sucedido, pero no estaba sucediendo en los últimos años.
Por suerte es imposible decir que la situación de Jerusalén se parece a la de Gaza. Mis compañeros de Gaza dicen que una noche de bombardeo ha sido equivalente al mes entero de ataques del 2014, esa ha sido la vivencia de intensidad, y los compañeros reportan tanto su padecer como el de sus hijos y cómo viven toda la noche con incertidumbre con bombas cayendo. Y en Jerusalén, siendo una ciudad considerablemte militarizada y con presencia policial constante, en las últimas semanas se ha ido viviendo la tensión sobre todo etno religiosa. Desde hace una semana se escucha el ruido de las bombas, y se siente el olor del gas lacrimógeno como de líquidos fétidos que utilizan para dispersar a la población. Ahora mismo se han reactivado las sirenas, el olor a quemado.
Más que la vivencia personal, es ver la preocupación por el uso desproporcionado de la fuerza y ver las repercusiones sobre la población palestina, y que se ve tanto en Jerusalén a una escala un poco menor, como la que se ve tan evidente sobre Gaza.