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Cuando un presidente convoca una Constituyente —que no está bajo los parámetros de la Carta Magna— en un país tan dividido como Venezuela, no está ayudando para que los conflictos se resuelvan; al contrario, está provocando más radicalización.
Eso fue lo que provocó Nicolás Maduro al convocar una Asamblea Nacional Constituyente, en la que anula (como para variar) a la oposición. Como los conflictos se generan de la exclusión, la respuesta era obvia: la Asamblea Nacional (AN), dominada por esa oposición anulada y perseguida, convocó su propia consulta, que se celebra hoy en Venezuela.
El plebiscito es presentado como un acto de “desobediencia civil” contra Maduro, a quien la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) desconoce invocando el artículo 350 de la Constitución, que consagra el derecho a rebelarse contra gobiernos autoritarios.
Aunque no es legalmente vinculante, la votación de hoy busca hacer palpable el rechazo a la Constituyente, que llega a 70 %, según la encuestadora Datanálisis.
“La consulta popular, que se realizará este 16 de julio, es el acto de protesta con mayor vinculación al mecanismo con el que los venezolanos aspiran superar la crisis: votar”, señala el periodista Amado Fuguet, del portal El Estímulo.
Y cita una investigación de la encuestadora Delphos y el Centro de Estudios Políticos de la UCAB, que revela que 7 de cada 10 venezolanos consideran las elecciones como el mecanismo por el cual el país encontrará la paz.
Un legado de Hugo Chávez, quien siempre vio en las urnas el principal argumento para legitimar todas sus reformas (por polémicas que fueran).
Hoy es innegable el temor del chavismo de medirse a través del voto popular. Por eso anuló el referendo revocatorio, aplazó las elecciones regionales a su antojo e intenta sabotear el plebiscito de la oposición. ¿Cómo? El Consejo Nacional Electoral (CNE) —un organismo acusado de servir a los intereses del chavismo— convocó un simulacro para la elección de la Constituyente. ¿Cuándo? Justo este 16 de julio.
Y en un acto más de torpeza política, el oficialismo le prohibió a la prensa publicar los resultados de la consulta opositora.
¿Qué pasará hoy?
Con un país a media marcha y sobresaltado por 96 muertos en poco más de 100 días de protestas, la oposición y el gobierno librarán un fuerte pulso a favor y en contra de la Asamblea Nacional Constituyente. Mientras la oposición aspira a que cerca de 14 millones de venezolanos voten en su consulta, el chavismo ensayará el proceso de selección de los 545 asambleístas que serán elegidos el 30 de julio.
Es decir, el país estará tan o más dividido que siempre.
Pros y contras
Son varias voces, incluso dentro del chavismo, las que le han pedido a Maduro que suspenda la Constituyente. Pero el mandatario se niega porque, dice, “es la única salida a la convulsión política y social, y al colapso económico del país”. Un arma de doble filo, pues una alta afluencia en el plebiscito de hoy frente a una hipotética poca participación en la elección de los asambleístas, el 30 de julio, afectaría la “viabilidad y gobernabilidad de la Constituyente”, señala el analista Benigno Alarcón.
Vale recordar que la oposición arrasó en las parlamentarias de 2015 —última elección en Venezuela—, con una diferencia de 2,1 millones de votos sobre el chavismo. Hoy aspiran a demostrar que ese respaldo ha crecido.
¿Qué sigue?
En ninguna de las dos votaciones participará la contraparte, por lo tanto, ambos bandos cantarán la victoria. Y los venezolanos perderán, pues la polarización, la división y la radicalización seguirán creciendo. Luis Vicente León, presidente de Datanálisis, señaló que en “estas dos votaciones atípicas no es importante por quién vote la gente, sino que voten. Lo clave es si van a ser capaces de convertir en acción lo que ambos van a ganar”. Algo que parece improbable, pues el diálogo está más devaluado que el bolívar.
“En las circunstancias como las que vivimos en Venezuela, a la paz hay que rellenarla de justicia, pero también de diálogo, acuerdo político, reconocimiento del otro, de entender y escuchar el descontento, eso es fundamental para que podamos hablar de paz”, dijo el periodista Vladimir Villegas. Como lo dijo el secretario general de la ONU, Antonio Guterres: “No habrá solución en Venezuela si se pretende imponer una salida. La salida es el acuerdo”.
Las polémicas de la consulta opositora
Las preguntas
Si bien el respaldo a la consulta de hoy es amplio, incluso en las toldas chavistas, hay voces que critican las preguntas: “Lamentablemente conducen a la posibilidad de una profundización de la ruptura del orden constitucional y eso debe ser modificado”, explicó Nicmer Evans, periodista, exchavista crítico con Nicolás Maduro.
Observadores, ¿neutrales?
Para vestir la consulta de un manto de formalidad (ya que no es vinculante), la oposición invitó como observadores del proceso a cinco expresidentes latinoamericanos antichavistas: Vicente Fox, de México; Laura Chinchilla y Miguel Ángel Rodríguez, de Costa Rica; Andrés Pastrana, de Colombia, y Jorge Quiroga, de Bolivia.
La infraestructura
¿Quién financia la consulta de hoy? No se sabe. Pero la oposición instaló cerca de 14.300 mesas de votación en Venezuela y unas 200 en 78 países. Podrán participar todos los mayores de 18 años. Al igual que a sus compatriotas en Venezuela, sólo se les pedirá como requisito tener su cédula o pasaporte.
¿Después qué?
La oposición anunció que el resultado de la consulta impulsará “el levantamiento democrático en la totalidad del territorio nacional y la activación de la “hora cero” contra el régimen chavista. Pese a que no se ha definido el alcance, se espera la agudización de la protesta que comenzó en abril y que ya suma más de 90 muertes.